El juicio moral sobre el aborto, condicionado por la religi¨®n, la biolog¨ªa y la filosof¨ªa
y MANUEL TOHARIAEste debate dura siglos, no obstante, lo cual, Ronald Reagan est¨¢ empe?ado en que su poderoso pa¨ªs fije de una vez el principio de la vida humana. Por eso dos congresistas republicanos presentaron a finales de mayo el siguiente proyecto de ley: ?El Congreso considera que en virtud del desarrollo cient¨ªfico existente se puede determinar que la vida humana comienza con la concepci¨®n?. Este planteamiento, que coincide con el de la jerarqu¨ªa cat¨®lica, tiene muchos m¨¢s recovecos. Basta con mirar hacia atr¨¢s y extender luego la vista sobre los campos de la filosof¨ªa y la biolog¨ªa que debaten el asunto.
El tema del aborto ha sufrido un desplazamiento en los ¨²ltimos diez a?os. Durante siglos, el punto neur¨¢lgico se formulaba en t¨¦rminos de animaci¨®n, es decir, cu¨¢ndo y c¨®mo el cuerpo recibe el alma racional, momento a partir del cual empieza el hombre a ser hombre. Esta formulaci¨®n eminentemente filos¨®fica ha dejado paso a la de la hominizaci¨®n, de tinte m¨¢s cient¨ªfico, aunque igualmente cargada de pretensi¨®n filos¨®fica: cu¨¢ndo y c¨®mo empieza la vida humana. Huelga decir que estas consideraciones no son ociosas, ya que el juicio moral sobre el aborto depende esencialmente del comienzo de la vida humana.
El alma llega a la mujer a los cuarenta d¨ªas, y al hombre, a los noventa
Cuarenta d¨ªas en el caso de la mujer y noventa en el del hombre es el plazo que se toma el alma racional para hacerse presente en el ¨®vulo fecundado, dec¨ªa Arist¨®teles y han repetido la mayor parte de los hombres de iglesia. Eso es lo que se llama la animaci¨®n retardada. Naturalmente que este aserto no es el resultado de un trabajo de laboratorio bioqu¨ªmico, sino el c¨¢lculo que se deriva de una determinada teor¨ªa filos¨®fica, el hilemorfismo: el alma, forma sustancial del cuerpo, no se le junta hasta que ¨¦ste no ha logrado un grado tal de perfecci¨®n que pueda el alma ejercer realmente las funciones que le son propias. Hasta que el zigoto adquiera ese desarrollo f¨ªsico, no dispone m¨¢s que de formas sustanciales o almas inferiores a la racional, Y acordes con su grado de desarrollo: primero es un alma vegetativa, luego ser¨¢ sensitiva y finalmente la racional. Si s¨®lo se puede hablar de hombre en el caso del feto animado -a los cuarenta o noventa d¨ªas, seg¨²n sea hombre o mujer-, s¨®lo se puede hablar de aborto a partir de los cuarenta o noventa d¨ªas. Por eso, santo Tom¨¢s afirma que no incurre en la pena de irregularidad el que provoca el aborto antes de la animaci¨®n.Este planteamiento del te¨®logo medieval, bien condicionado por la filosof¨ªa del pagano Arist¨®teles, fue oro de ley durante muchos siglos, aunque no pudo impedir que le saliera una doctrina rival, minoritaria, durante esos mismos siglos, pero que es la que ahora va a misa: la teor¨ªa de la animaci¨®n inmediata. A partir del tercer d¨ªa, ya est¨¢ el alma presente en el cuerpo. Todo aborto ser¨ªa, por tanto, un homicidio o es reductible a un homicidio. Tambi¨¦n en este caso subyace una determinada teor¨ªa filos¨®fica: se ha marginado de la escena al hilemorfismo y ocupa su lugar el cartesianismo. Para Descartes, el hombre es la uni¨®n de dos sustancias distintas, alma y cuerpo. Pero el papel del alma no es esperar a que el cuerpo disponga de los ¨®rganos que la permitan actuar, sino todo lo contrario: hacer posible el desarrollo del cuerpo.
Aunque las dos doctrinas coexisten en la Iglesia cat¨®lica desde el siglo pasado, priva la animaci¨®n inmediata, con lo que se endurece su juicio moral sobre el aborto.
En los ¨²ltimos diez a?os se produce un cambio sustancial en el planteamiento del problema. La secularizaci¨®n de la sociedad, una mayor atenci¨®n a la investigaci¨®n biol¨®gica y el predominio de una sensibilidad antiabortista relegan el tema filos¨®fico de la animaci¨®n del feto a favor de la hominizaci¨®n: ?desde cu¨¢ndo la c¨¦lula viva es persona humana? Pero, a pesar del desplazamiento tem¨¢tico, tambi¨¦n aqu¨ª encontramos una divisi¨®n de opiniones semejantes a las anteriores: los hay que son partidarios de la hominizaci¨®n retardada, lo que llevar¨ªa a distinguir entre anovulatorios y pr¨¢cticas abortistas, y los hay partidarios de una hominizaci¨®n inmediata, por lo que s¨®lo distinguen entre anticonceptivos y aborto.
Al cambio de planteamiento subyace, pues, una mayor valoraci¨®n de los conocimientos biol¨®gicos. El ¨®vulo fecundado ya es vida humana, aunque no todos ponderen igualmente su relaci¨®n con la futura persona.
Desde un punto de vista puramente biol¨®gico, sin ninguna adjetivaci¨®n moral o filos¨®fica, una c¨¦lula est¨¢ viva cuando efect¨²a las funciones de nutrici¨®n que le permiten subsistir. En sentido estricto, el espermatozoide que es expulsado en la eyaculaci¨®n y el ¨®vulo que es expulsado en la menstruaci¨®n son c¨¦lulas vivas, cuya muerte acontece posteriormente a dichas eyaculaci¨®n y menstruaci¨®n. Desde un punto de vista puramente celular, y haciendo abstracci¨®n del contenido gen¨¦tico de sus n¨²cleos (veintitr¨¦s cromosomas en el espermatozoide, veintitr¨¦s cromosomas en el ¨®vulo, 46 cromosomas en el zigoto), la misma vida anima al ¨®vulo sin fecundar, al ¨®vulo fecundado y al espermatozoide.
Puede argumentarse que tambi¨¦n una c¨¦lula vegetal tiene vida, y que su muerte no tiene la misma importancia que la de una c¨¦lula humana, pero ello entra?a igualmente un juicio de valor, evidentemente antropoc¨¦ntrico. Cient¨ªficamente hablando, c¨¦lulas vivas lo son todas.
Los defensores de la hominizaci¨®n retardada dan por buenos los resultados biol¨®gicos, seg¨²n los cuales, el ¨®vulo fecundado, desde el momento de la concepci¨®n, comienza a vivir una vida propia, de tal manera que ya puede hablarse de vida aut¨¦nticamente humana. Pero distinguen entre vida aut¨¦nticamente humana y persona humana, bas¨¢ndose en las mismas investigaciones biol¨®gicas. Otros autores se preguntan si, dado que la muerte cerebral es el criterio cient¨ªfico para diagnosticar la muerte de la persona, no habr¨ªa que considerar el comienzo de la actividad cerebral del feto -muy posterior a la concepci¨®n- como el inicio de la vida humana.
Los que m¨¢s lejos han llevado la teor¨ªa de la hominizaci¨®n retardada son quienes la explican en base a criterios relacionales. Sus partidarios, franceses mayormente, se resisten a considerar los criterios biol¨®gicos como definitivos para delimitar el comienzo de la existencia humana: la referencia a los dem¨¢s es constitutiva de la personalidad humana. No se puede considerar al feto como un en-s¨ª, separado de quienes le engendran y cuyo reconocimiento les hace persona. El aborto no es homicidio porque ese feto, al carecer del reconocimiento que le hace persona no es persona.
El reconocimiento de los dem¨¢s nos hace persona
Los defensores de la hominizaci¨®n inmediata aducen, por su parte, que el zigoto es una realidad humana, aut¨®noma y diversa del organismo materno. El proceso embrionario, desde el momento de la concepci¨®n, es un proceso lineal y continuo, que se desarrolla sin saltos cualitativos. Toda interrupci¨®n, incluida la de los anovulatorios, es un homicidio.Ahora bien, el zigoto contiene en su n¨²cleo un mensaje gen¨¦tico que determinar¨¢ de forma invariable ya la entidad del pr¨®ximo ser. Su car¨¢cter biol¨®gico humano es pues, indiscutible. Es una c¨¦lula humana viva, como lo son, por otra parte, las c¨¦lulas vivas de cualquier organismo humano, sean de la piel, los pulmones o la sangre.
Otra cosa es que el zigoto tenga la posibilidad de crecer y desarrollarse hasta dar lugar a un nuevo ser humano, posibilidad que no tienen las c¨¦lulas humanas vivas de la piel, los pulmones o la sangre, aunque los recientes experimentos de cloning parecen probar que cualquier c¨¦lula som¨¢tica o, mejor dicho, el n¨²cleo de cualquier c¨¦lula som¨¢tica puede servir de punto de partida para el desarrollo de un individuo completo.
Obviamente, en el caso del hombre, el camino elegido por la naturaleza es el de la uni¨®n de un ¨®vulo y un espermatozoide para dar un zigoto. Pero existe de forma natural para ciertos animales y plantas la partenog¨¦nesis, y la ciencia moderna nos brinda la posibilidad te¨®rica de desarrollar un nuevo ser a partir de una c¨¦lula cualquiera, mediante el cloning.
El zigoto da lugar a un nuevo ser de forma espont¨¢nea. El cloning podr¨ªa dar lugar a un nuevo ser mediante un est¨ªmulo inicial artificial. Desde un punto de vista cient¨ªfico, ?qu¨¦ privilegio tiene el zigoto, de cara a la futura persona, que no tenga el cloning? ?Puede aplicarse a la eliminaci¨®n de una c¨¦lula cualquiera el juicio moral que se aplica a la anulaci¨®n del proceso por el que ha optado la naturaleza?
Tampoco es cient¨ªficamente evidente que el desarrollo que va del zigoto al feto sea lineal. Por lo que respecta al desarrollo del embri¨®n, en su primera fase de m¨®rula todas las c¨¦lulas que lo constituyen son iguales, y cada una de ellas podr¨ªa, en teor¨ªa, dar lugar a un nuevo ser, si se la aislase. De hecho, los gemelos univitelinos se forman de esta manera.
Posteriormente, el desarrollo contin¨²a, produci¨¦ndose una diferenciaci¨®n entre las distintas c¨¦lulas, de tal forma que van apareciendo grupos celulares, diferentes unos de otros, y que ser¨¢n m¨¢s tarde los diversos sistemas del futuro organismo. La transici¨®n no es perceptible, pero existe un punto, precisamente cuando el embri¨®n se convierte en feto, esto es, cuando ya adquiere una apariencia similar a la de la especie a la que pertenece (en el hombre, m¨¢s o menos a partir del tercer mes de embarazo), en que la circulaci¨®n blastod¨¦rmica o umbilical (primera circulaci¨®n) se transforma en circulaci¨®n alantoidea o placentaria (segunda circulaci¨®n). Parece como si la naturaleza hubiese querido se?alar este importante paso del embri¨®n al feto con un proceso de alimentaci¨®n y oxigenaci¨®n del nuevo ser claramente distintos.
En el juicio moral sobre el aborto se mezclan, pues, consideraciones biol¨®gicas y filos¨®ficas que cada teor¨ªa dosifica diferentemente. La teolog¨ªa parece convencida de que de su propio fondo argumental no puede sacar ninguna conclusi¨®n definitiva. La Biblia no condena claramente el aborto, a pesar de ser una pr¨¢ctica com¨²n. El ¨²nico texto claro, el del Exodo, 31, 22-23, no considera al aborto como un homicidio, sino como una violaci¨®n del derecho del padre a la descendencia, que deb¨ªa ser penalizada con una multa. La biolog¨ªa, por su parte, puede desentra?ar el significado biol¨®gico del zigoto en relaci¨®n con el futuro ser humano.
Pero la definici¨®n del ser humano es una cuesti¨®n eminentemente filos¨®fica. De ah¨ª que a todo juicio moral subyace una determinada antropolog¨ªa.Y si el pre-juicio antropol¨®gico es determinante del juicio moral, obligado es reconocer que el pluralismo filos¨®fico actual desborda las filosof¨ªas personalistas que condicionan los juicios morales actuales.
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