Cuarentena para las exportaciones
FINALMENTE HA ocurrido lo que era casi inevitable. Las autoridades de los pa¨ªses comunitarios, Italia y Francia primero y las de un pa¨ªs extracomunitario, Suiza, despu¨¦s,, han prohibido la importaci¨®n de una serie de productos alimenticios espa?oles. La vieja f¨®rmula, tan bien administrada por el anterior r¨¦gimen pol¨ªtico, de que el tiempo lo arregla todo no ha servido para nada. Franceses y suizos toman medidas excepcionales contra el aceite y las conservas espa?olas, y los italianos incluyen adem¨¢s el vino.La Administraci¨®n espa?ola; sobre todo, pero tambi¨¦n las empresas y organizaciones de exportadores, no han sabido adelantarse a los acontecimientos, explicando c¨®mo se efect¨²an los controles de calidad en la exportaci¨®n de los productos agrarios elaborados y, por tanto, ¨¦l, car¨¢cter inocuo de esos alimentos comercializados. El esfuerzo de persuasi¨®n que debe hacerse ahora es incomparablemente mayor y la dilaci¨®n puede llevar una crisis m¨¢s o menos eventual a unas industrias relativamente pr¨®speras.
Algo m¨¢s del 50% de nuestras exportaciones totales se dirige a Europa pero precisamente en este mercado, as¨ª como en Estados Unidos, el crecimiento registrado en los ¨²ltimos tiempos es pr¨¢cticamente nulo.
Una de las razones de este estancamiento reside en la falta de una promoci¨®n eficaz e imaginativa de los productos espa?oles en mercados competitivos: ni se han cuidado los circuitos comerciales ni se han atendido los contactos pol¨ªticos y profesionales, de los que se echa mano en circunstancias tan excepcionales como las actuales.
La ocasi¨®n ha sido, naturalmente, aprovechada pol¨ªticamente por algunos pa¨ªses comunitarios haci¨¦ndola coincidir con unas fechas en las que se aproxima la entrada en vigor de los calendarios agr¨ªcolas, aunados al comienzo de las exportaciones espa?olas de frutas y hortalizas. Es en estas fechas cuando habitualmente se agitan los reflejos proteccionistas de los agricultores franceses e italianos, o cuando los, lobbies de apoyo a los competidores espa?oles buscan mejorar sus posiciones. Estas son las duras reglas del juego y es peligroso olvidarlas.
Por supuesto, tras las maniobras pol¨ªticas est¨¢n las razones comerciales, y cuando se llegue a ellas los negociadores espa?oles podr¨¢n convencer a la comisi¨®n de Bruselas y a las autoridades nacionales de los pa¨ªses miembros que la prohibici¨®n carece de justificaci¨®n t¨¦cnica. Incluso se puede invocar con toda justicia el art¨ªculo 12 del Acuerdo Preferencial Espa?a-CEE, que prev¨¦ que las medidas excepcionales de car¨¢cter sanitario no pueden servir para encubrir discriminaciones o protecciones. artificiales frente a exportadores de otros pa¨ªses.
Efectivamente, el art¨ªculo 12 no ha sido respetado ni por Italia ni. por Francia; pero antes de esta infracci¨®n se ha perdido un tiempo precioso, y, como consecuencia, la imagen de los productos alimenticios espa?oles ha quedado gravemente da?ada.
Vivimos tiempos de crisis econ¨®mica y el lema de s¨¢lvese quien pueda se practica cada d¨ªa con m¨¢s frecuencia en los usos comerciales. Con todo, no se puede negar que no se hubieran recibido suficientes se?ales de alerta. Los mismos problemas econ¨®micos en el interior de la CEE impiden una un¨¢nime disposici¨®n favorable a las leg¨ªtimas ambiciones exportadoras de Espa?a, y esto es bien conocido. No hay, que olvidar que frente a unas importaciones pr¨¢cticamente nulas de productos agrarios de la CEE, Espa?a vende casi cerca de tres millones de toneladas de alimentos frescos y elaborados.
Cualquier Administraci¨®n medianamente despierta habr¨ªa podido, por tanto, percibir con claridad y prontitud las grav¨ªsimas consecuencias que podr¨ªan derivarse tras el esc¨¢ndalo del aceite de colza y en las circunstancias de comercio exterior que mencionamos. Atenuar esos perjuicios mediante acciones r¨¢pidas y competentes, en ¨¢mbitos t¨¦cnicos y pol¨ªticos; es lo que a todas luces parece que esta Administraci¨®n espa?ola no ha hecho.
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