La Prensa y el poder
LA REUNION del Instituto Internacional de Prensa (IPI) en Espa?a, la semana pasada, ha hecho correr m¨¢s tinta de la previsible. El IPI es una instituci¨®n privada (una especie de club) dedicada a la defensa de la libertad de expresi¨®n y, m¨¢s concretamente, a la de los periodistas que sufren c¨¢rcel, persecuci¨®n o represiones en el ejercicio de su profesi¨®n. Se ha mostrado activo en la liberaci¨®n de periodistas lo mismo en las dictaduras del Cono Sur latinoamericano que en el Pakist¨¢n del general Ziaj. De la independencia de sus criterios dan muestra las resoluciones de sus asambleas, en las que lo mismo ha sido condenada la persecuci¨®n de las libertades de expresi¨®n en Turqu¨ªa que en Polonia, y en las que se critica igualmente la censura salvaje -donde no falta el asesinato- de El Salvador que la de Nicaragua, en la que el mismo peri¨®dico que apoyara en su d¨ªa el alumbramiento de la rebeli¨®n contra Somoza es hoy objeto de toda clase de presiones, por la Junta sandinista. Tiene el IPI mucho que ver con organizaciones como Amnist¨ªa Internacional, con la que mantiene toda clase de contactos personales y hasta institucionales, y es, fundamentalmente, un aparato de apoyo a periodistas acosados. De este apoyo, que se refleja en las columnas de los peri¨®dicos m¨¢s influyentes de Occidente, se benefici¨® ya en su d¨ªa el diario Madrid, cuando fue cerrado por la dictadura franquista, y se han beneficiado m¨¢s recientemente los periodistas espa?oles en apuros por defender las libertades de Prensa y expresi¨®n.La acusaci¨®n infantil de que el IPI no representa a nadie, hecha por la Federaci¨®n de Asociaciones de la Prensa, huelga por lo mismo y no es ninguna acusaci¨®n, pues a nadie quiere representar. La adscripci¨®n al Instituto es voluntaria, y ¨¦ste no admite a aquellos que se definen por sus actitudes antidemocr¨¢ticas. Al IPI pertenece por eso lo mismo el presidente de la Federaci¨®n de Asociaciones de la Prensa que otros muchos periodistas de este pa¨ªs. Es un club destinado obviamente a la autoprotecci¨®n de los responsables en la orientaci¨®n editorial de los ¨®rganos de comunicaci¨®n frente a las presiones y represiones de que son objeto. Pero la pertenencia al club de los m¨¢s respetados medios de difusi¨®n internacional y la calidad de los asistentes a sus asambleas, as¨ª como lo honesto de su actuaci¨®n, le han valido al Instituto una alta consideraci¨®n moral en los pa¨ªses democr¨¢ticos. Las asambleas del IPI son por eso siempre bien venidas por las autoridades de los pa¨ªses en que se celebran. Porque suponen un empe?o de profundizaci¨®n y extensi¨®n de las libertades democr¨¢ticas y porque re¨²nen una gran capacidad de independencia en sus actuaciones. En Espa?a, tanto el Gobierno centrista como la oposici¨®n socialista y comunista con situaci¨®n de poder en los ayuntamientos y diputaciones han apoyado material y moralmente. la celebraci¨®n de la 31? Asamblea del Instituto. El Rey, el presidente del Gobierno, el secretario general del PSOE, el presidente del Gobierno aut¨®nomo catal¨¢n, los alcaldes de Barcelona, Madrid y Toledo, los ministerios de Transportes y Cultura, la Secretar¨ªa de Estado de Turismo y la de Informaci¨®n y la Diputaci¨®n Provincial de Madrid han colaborado activamente en el ¨¦xito de una reuni¨®n que supon¨ªa el reconocimiento de la devoluci¨®n de las libertades democr¨¢ticas a nuestro pa¨ªs por parte de una larga relaci¨®n de representantes de la Prensa libre internacional. La presencia del primer ministro portugu¨¦s (antiguo miembro del IPI) en la Asamblea, lo mismo que la del secretario general de la Commonwealth, la de la l¨ªder del partido socialdem¨®crata brit¨¢nico y la del portavoz del grupo parlamentario liberal alem¨¢n, han constituido adem¨¢s aportaciones del mayor inter¨¦s pol¨ªtico al debate y a la discusi¨®n de problemas siempre pendientes en torno a la libertad de expresi¨®n. En la Asamblea han dejado o¨ªr su voz un periodista turco contra la dictadura militar de su pa¨ªs y un periodista marroqu¨ª contra la represi¨®n b¨¢rbara que la Prensa socialista sufre en el r¨¦gimen de Hassan II. Y siendo una reuni¨®n en pro de la libertad de Prensa, ser¨ªa absurdo suponer que en ella todo han sido unanimidades. Sin ir m¨¢s lejos, una resoluci¨®n sobre la Unesco y su Programa Internacional de Desarrollo de las Comunicaciones (IPDC), apoyada por el reci¨¦n electo presidente del IPI, fue derrotada en votaci¨®n, a propuesta del presidente saliente del Instituto. En definitiva, este no es sino un foro m¨¢s de di¨¢logo y encuentro de responsables de los medios de comunicaci¨®n, que por primera vez en sus m¨¢s de treinta a?os de vida se ha reunido en Espa?a y que no ha de volver a hacerlo, con toda probabilidad, en m¨¢s de dos lustros.
Las vestiduras rasgadas ante los obvios pronunciamientos del IPI contra la existencia de cualquier licenciatura previa o carn¨¦ como requisito indispensable para el ejercicio del periodismo son por ello improcedentes. S¨®lo pueden responder a la mala conciencia o al provincianismo (en el peor de los sentidos de la palabra) que tienen algunos de los introductores de este sistema goebbeliano de organizaci¨®n de la Prensa en nuestro pa¨ªs. El IPI edita textos de formaci¨®n period¨ªstica para numerosas universidades, colabora con fundaciones e instituciones internacionales en la investigaci¨®n y desarrollo de t¨¦cnicas del periodismo, y varias universidades del Tercer Mundo (y aun del segundo, pues hay pa¨ªses europeos que se benefician de ello) tienen sus facultades, en periodismo gracias a la ayuda y a los contactos que el IPI les ha proporcionado. Los profesores de las m¨¢s prestigiosas escuelas y facultades de periodismo del mundo pertenecen al IPI, y el Instituto se ha preocupado siempre efectivamente (y no s¨®lo mediante declaraciones de principios) del progreso de los estudios de periodismo a nivel universitario. Mientras tanto, estos doctores en nada del periodismo nacional espa?ol, que quieren elevar nuestra profesi¨®n al rango universitario, mantienen la ficci¨®n de una facultad de Ciencias de la Informaci¨®n en la que, por no editarse, ni siquiera se edita un semanario y en la que en la pr¨¢ctica no se ve una emisora de radio, apenas se distingue a lo lejos la existencia de una c¨¢mara y se desconoce por completo que los peri¨®dicos ya no se hacen en plomo ni se miden en c¨ªceros, sino que se utilizan videoterminales y sat¨¦lites. Pero la existencia de unas plazas de catedr¨¢ticos y profesores y el establecimiento de una nueva minioligarqu¨ªa universitaria (en una universidad ya tan miniolig¨¢rquica como es la nuestra) ha llevado a un tiempo a la desesperaci¨®n y a la protesta a miles de licenciados que, en posesi¨®n del t¨ªtulo, no encuentran puestos de trabajo, mientras tanto son ocupados por personas que llaman intrusos, dado que no poseen esa licencia. El tema ni es balad¨ª ni es menor. De su correcta resoluci¨®n depende ni m¨¢s ni menos el ejercicio de la libertad de expresi¨®n en este pa¨ªs. Instrumentar un di¨¢logo efectivo y plural sobre el mismo es lo ¨²nico sensato y serio que cualquier universidad, cualquier asociaci¨®n profesional, cualquier parlamento, cualquier instituci¨®n democr¨¢tica, pueden y deben hacer. Es lo que viene haciendo el Instituto Internacional de Prensa en sus foros desde hace a?os, y con participaci¨®n de representantes de la Unesco y de defensores de las m¨¢s variadas posturas. Jugar a la demagogia y al aventurerismo, aparte de no solucionar nada, supondr¨¢ multiplicar el fraude del que son v¨ªctimas licenciados y -estudiantes en cosa tan pomposa como las Ciencias de la Informaci¨®n. Pero mientras, la Federaci¨®n de Asociaciones de la Prensa, tan preocupada corno est¨¢ por la limpieza profesional, no emitir¨¢ una sola voz de protesta por el hecho de que el director de los telediarios del domingo sea un hombre a sueldo del Gobierno en un ministerio, o porque el jefe de econom¨ªa de un colega de Madrid sea al tiempo jefe de Prensa de un banco oficial, o porque la agencia gubernamental de noticias no tenga el m¨¢s m¨ªnimo estatuto de, autonom¨ªa y sea una simple y onerosa prolongaci¨®n de las directrices del poder. Y cuando vengan los extranjeros a discutir con nosotros de nuestros problemas y a ponerlos tranquila y civilizadamente sobre el tapete, lo mejor de todo es sacar la caja de los truenos y hablar de lo de "la rubia y p¨¦rfida Albi¨®n" que adem¨¢s, con esto de las Malvinas, queda incluso progresista. Pues, vaya por Dios, ?c¨®mo vamos a aprender nosotros estas cosas del periodismo fuera de nuestras fronteras, con lo bien que nos lo hacemos aqu¨ª? Siempre la ignorancia ha sido madre de la audacia. Ignorante y audaz, lo que queda del periodismo espa?ol del retrofranquismo, como dir¨ªa Umbral, le impedir¨ªa a ¨¦ste hacer una entrevista porque no tiene un carn¨¦. O, para mayor inri, se lo dar¨ªa.
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