El párroco y el nieto del alcalde
Viendo en Televisión Espa?ola el largometraje sobre una obra de Bertold Brecht, Galileo Galilei, dirigido por Joseph Losey, sentía una especie de escalofrío interior ante el peso de todo un fanatismoPasa a la página 8 Viene de la página 7
religioso a lo largo de siglos, como un imponente valladar frente a la civilización, la libertad y la cultura.
Eran tiempos pasados, comentaría más de uno.
Pero aquella Inquisición, con sus cámaras de tortura, sus holocaustos humanos, freno violento y cruel de cualquier avance hacia un mundo más justo, sigue aún en pie.
Marbella, este pueblo andaluz, como una avanzadilla en un complejo mundo turístico de seres de todas las religiones, de todas las tendencias políticas, de todas las concepciones económicas, vivió largos a?os bajo el cacicato increíble de una jerarquía religiosa: el párroco del pueblo. A él se encaminaban cuantos querían resolver algún problema personal con proyección en el centralismo de la capital. El párroco tenía acceso al poder, con entrada en El Pardo.
Quien hoy en día le sustituye cree que los tiempos,no han cambiado. Puede que no esté equivocado en su razonamiento.
El párroco esta vez se ha negado a bautizar al nieto del alcalde socialista de Marbella, porque su abuelo es socialista y librepensador, aunque su madre, la hija de Alfonso Ca?as, deseara cumplir ese rito de la religión cristiana.
Los defensores de la familia, los que consideran que no hay familia si no es en una determinada comunidad religiosa, siembran, sobre el amor y la comprensión familiar de una casa, su tiranía.
Envío esta nota a EL PA?S porque en los medios de difusión de Málaga generalmente sólo encuentran cabida los que constituyen críticas y ataques a nuestra democracia. /
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