Hugh Thomas sugiere hacer de Gibraltar una nueva Andorra
El historiador ingl¨¦s ha concluido una obra de investigaci¨®n de tema europeo
"Felipe Gonz¨¢lez ten¨ªa su ¨²ltima oportunidad". Hugh Thomas tiene, por lo visto, una visi¨®n un tanto esc¨¦ptica de la incombustibilidad de los pol¨ªticos, acostumbrado como est¨¢ a la vida p¨²blica brit¨¢nica, en la que la derrota en dos elecciones generales seguidas es un pasaporte seguro para el retiro. El historiador ingl¨¦s, que sigue siendo para la mayor¨ªa de los espa?oles el que descubri¨® a toda una generaci¨®n la historia de su propia guerra, est¨¢ convencido de que, de haber perdido el PSOE las elecciones de octubre, el relevo en la direcci¨®n del partido socialista habr¨ªa sido inevitable y con ella la radicalizaci¨®n de la militancia, la revancha de los duros, y la paralizaci¨®n del cambio. Por lo dem¨¢s, Thomas, educado en la creencia de que el bipartidismo es el mejor sustento de la democracia, y la religiosa alternancia en el poder su ¨²nico rito santificante, contempla con optimismo, desde la pespectiva de un breve viaje de negocios a Barcelona, el presente y el futuro inmediato de la vida pol¨ªtica espa?ola.Hugh Thomas es, indudablemente, un historiador conocido, pero uno se resiste a pensar que sea tan s¨®lo un historiador o un profesor universitario. El autor brit¨¢nico es, sobre todo, un hombre pasablemente p¨²blico. Un residente de las tertulias televisivas, un conferenciante, hasta cierto, punto, un perif¨¦rico de los corredores del poder, y un gran medio fondista de la vida que ha sabido moverse de ac¨¢ para all¨¢, de la monograf¨ªa trabajada y oportuna -pese a la revisi¨®n que ha hecho inevitable,el tiempo- que se present¨® en los a?os cincuenta con la posdata aureolada de la clandestinidad de su The Spanish Civil War, a la generalidad discursiva de A World History, su ¨²ltima obra, en laque contempla el paso del hombre por la Historia desde el hacha de s¨ªlex hasta el ¨²ltimo megat¨®n en cadena. Hubo un tiempo en que el historiador era algo as¨ª como el propietario del tema de la Espa?a contempor¨¢nea en Inglaterra. Si en los a?os sesenta hab¨ªa un debate en los medios de comunicaci¨®n brit¨¢nicos sobre tan agradecido barullo como el de la propensi¨®n .de los espa?oles a derramar la sangre civil, Hugh Thomas era el moderador, o uno de los ponentes, o el civilizado partidario de la Rep¨²blica que no pudo ser. Es cierto tambi¨¦n que entonces Hugh Thomas era un conocido miembro del partido laborista, en excelentes relaciones con el primer ministro de la ¨¦poca, Harold Wilson, el pol¨ªtico brit¨¢nico con m¨¢s tablas desde Disraeli. De aquella parte para ac¨¢, Thomas ha ido de lo particular a lo general, ha tocado mucho menos el tema espa?ol, ha publicado una monumental -por lo enorme- historia de Cuba y frecuenta tanto la Ceca como la Meca, mayormente con la honrada voluntad de vender libros. En tan abarrotado tr¨¢nsito Hugh Thomas ha dejado de ser laborista, para culminar una pl¨¢cida traves¨ªa del desierto en la antesala de la se?ora Thatcher, a quien asesora en sus ratos libres. Los del histor¨ªador. En semejante calidad, Thomas tiene acceso a unas rec¨¢maras que no visitan habitualmente todos los de su gremio. Hace dos semanas vio a Lawrence Eagleburger, subsecretario en el Departamento de Estado norteamericano, y hace unos d¨ªas a Fernando Mor¨¢n, ministro de Asuntos Exteriores en el Gabinete de Felipe Gonz¨¢lez.
Efectivamente, la perspectiva de Thomas 1983 es se mueve hacia lo universal. "El verdadero problema de los Estados Unidos en Centroam¨¦rica es M¨¦xico". Lo que teme Washington, afirma el historiador, es que la situaci¨®n de efervescencia en el alargado istmo entre dos continentes no se limite a. encender guerras sucesivas ? entre Yucat¨¢n,y Panam¨¢, ni siquiera que una Nicaragua cada vez m¨¢s pr¨®xima al bloque enemigo llegue a consolidarse como una Cuba continental, sino que el gigante de habla espa?ola, el M¨¦xico del petr¨®leo que se hunde mas ¨¢un en la miseria de la corrupci¨®n, no tenga partido reinante para rato como se viene suponiendo en los ¨²ltimos cincuenta a?os, y 80 millones de vecinos al sur de Rio Grande se conviertan a uno u otro jomeinismo.
Esos mismos Estados Unidos, en cambio, piensa Thomas que no ven con demasiado recelo la experiencia del PSOE en Espa?a, distra¨ªdos como est¨¢n, posiblemente, por otros asuntos a la polaca y aplacados por la colaboraci¨®n de Mitterrand en el frente atl¨¢ntico.,y su ¨¦xito menos que relativo en el frente dom¨¦stico. Los pasos de la inmediata pol¨ªtica exterior espa?ola est¨¢n pendientes, seg¨²n el historiador, de una serie de fechas electorales que organizan los dem¨¢s. La negociaci¨®n con Par¨ªs sobre el tema ETA, y muy especialmente para el ingreso espa?ol en la CEE, no podr¨¢ progresar hasta que pasen las municipales francesas en marzo, y el Gobierno de Mauroy sepa qu¨¦ terreno electoral pisa; de la misma forma, el apoyo alem¨¢n y en alguna medida el brit¨¢nico a las pretensiones espa?oles ante el Mercado Com¨²n, tienen tambi¨¦n un calendario muy ajustado. En el propio mes de marzo la Alemania Federal, se jugar¨¢ el Bundestag y hasta que haya un Gobierno democracristiano confirmado un socialdem¨®crata repuesto, vamos de impasse; a la espera de que la primera ministra brit¨¢nica Margar¨¦t Thatcher convoque elecciones, posiblemente en primavera, con la victoria de las Malvinas caliente todav¨ªa en la opini¨®n, un tema tan sensible como el de Gibraltar, distante pero no distinto del anglo-argentino, es mejor no removerlo demasiado para no hacer las cosas m¨¢s dif¨ªciles en la negociaci¨®n con la CEE. Despu¨¦s de las elecciones no es que haya que esperar gran cosa, reconoce Thomas, ni de alemanes ni de brit¨¢nicos, pero el que no da lo que no tiene tampoco est¨¢ obligado a m¨¢s.
En el tema gibraltare?o el escritor se declara un paloma, que en el caso de un ciudadano conservador ingl¨¦s no suele querer decir que nos hallemos ante un partidario de la devoluci¨®n del Pe?¨®n a Espa?a, sino que no hay que dramatizar las cosas, que hablando la gente se en tiende y que hay que encontrar for mulas de cooperaci¨®n. En el caso de Thomas su buena disposici¨®n llega hasta afirmar que va "a dedicarse a pensar sobre el tema" y a transmitir sus sugerencias a quien corresponda, presumiblemente la dama de hierro, a quien ¨²ltimamen te le corresponde decidirlo todo y en particular la pol¨ªtica exterior. Como anticipo del futuro brainstorming apunta la idea de que Gibraltar pudiera adoptar un establecimiento pol¨ªtico similar al de Andorra. Quiz¨¢s sin demasiado convencimiento de su ¨¦xito, Thomas pregunta al periodista c¨®mo sentar¨ªa eso en Espa?a. El periodista cree que la iniciativa estar¨ªa mejor de pie.
Sobre sus proyectos Hugh Thomas es deliberadamente misteriosa. Est¨¢ trabajando en algo que al mencionarlo le hace aflorar una sonrisa blanca y reservada. Es un texto de investigaci¨®n, no de erudicion como su ¨²ltima obra, el ¨¢mbito es posiblemente europeo y Espa?a juega algun papel pero no predominante. Lo que s¨ª es seguro es que ya tiene editorial y que la operaci¨®n se lleva con la exquisita cautela de los grandes publicistas.
Historiador de excelentes perspectivas, pol¨ªtico part-time de predicamento all¨ª donde hay que predicar, autor traducido y traducible, viajero de la cultura y visitante de las mejores antesalas, Hugh Thomas vuelve a Inglaterra con la satisfacci¨®n del deber -editorial- brillantemente cumplido. Sus traductores volver¨¢n a tener trabajo muy pronto, la CEE habr¨¢ de esperar a que pase el monz¨®n electoral, y Gibraltar, cuando menos a que el historiador ponga en orden sus pensamientos.
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