Crecer¨¢n las presiones sobre Ceuta y Melilla
El reciente encuentro entre los jefes de Estado Hassan II y Chadli Benjedid, que abre, sobre todo, la perspectiva de una normalizaci¨®n de las relaciones bilaterales entre Argelia y Marruecos, puede contribuir a que se plantee con mayor apreinio el problema de Ceuta y Melilla, que el Gobierno de Rabat considera una reminiscencia colonial.
Esta reuni¨®n no habr¨ªa sido posible sin unas garant¨ªas previas por parte del rey Hassan II de que se encontrar¨¢ una soluci¨®n a los dos problemas principales que encuentra en su camino la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n en el Sahara. El primero de ellos concierne al n¨²mero de saharuis originarios del ex Sahara espa?ol con que cada parte cree contar.
El segundo, y m¨¢s importante, est¨¢ relacionado con la ¨²ltima concesi¨®n que se exige de Marruecos: que acepte tratar directamente con el Polisario. Como parece muy improbable que Rabat admita esta nueva concesi¨®n, en los meses pasados se hab¨ªa hablado de la posibilidad de que el Polisario participe en cualquier eventual negociaci¨®n del conflicto del Sahara integrando una delegaci¨®n argelina. Lo que era evidente, no obstante, es que la Oficina de los intereses argelinos en Rabat se hab¨ªa reforzado considerablemente en los ¨²ltimos meses, y que la reanudaci¨®n de las comunicaciones entre los dos pa¨ªses, restablecidas por carretera hace tiempo, se extender¨¢ en breve al tr¨¢fico a¨¦reo.
A pesar de la evidente y dura pugna que libran en Marruecos las influencias de Estados Unidos y Francia y de la clara orientaci¨®n de Marruecos hacia el ¨¢rea norteamericana, al menos mientras exista un Gobierno socialista en el poder en Francia, tanto Washington como Par¨ªs, y junto a ellos Espa?a, Arabia Saud¨ª (que tom¨® a su cargo la financiaci¨®n de la guerra en el Sahar¨¢), Tunicia, la Liga Arabe y la OUA, todos, indudablemente, habr¨¢n recibido con agrado la noticia de este encuentro.
La reciente conferencia de la Uni¨®n de Parlamentarios Arabes en Rabat, que aprob¨® una resoluci¨®n marroqu¨ª apremiando a Espa?a a negociar con Marruecos sobre Ceuta y Melilla, despu¨¦s de estimar que la pervivencia de estas dos plazas constituye un factor de desestabilizaci¨®n en la regi¨®n, y la colaboraci¨®n de Argelia para que fuese aprobado el proyecto de Rabat, sugieren que por esta v¨ªa puede orientarse la colaboraci¨®n magreb¨ª en los pr¨®ximos tiempos.
Los 'no alineados', a la vista
La pr¨®xima reuni¨®n de pa¨ªses no alineados, que tendr¨¢ lugar el mes pr¨®ximo en Nueva Delhi, y que ya preocupa a la diplomacia espa?ola, aportar¨¢, sin duda, un testimonio m¨¢s de esa solidaridad. El planteamiento por Marruecos del problema este mismo a?o en las Naciones Unidas podr¨ªa ser muy bien el colof¨®n de su despliegue acerca de este asunto y proporcionar la base para que el Gobierno marroqu¨ª proceda a la gesti¨®n que, seg¨²n la canciller¨ªa espa?ola, Rabat no ha llevado a cabo todav¨ªa: la formaliza, ci¨®n de esa reivindicaci¨®n directamente ante el Gobierno espa?ol.
El partido Istiqlal marroqu¨ª, que no tiene grandes motivos para sentirse satisfecho con el encuentro Hassan II-Chadli Benjedid, que para ser eficaz ha de borrar de un plumazo las viejas reivindicaciones nacionalistas sobre territorios saharianos argelinos, se hab¨ªa esforzado en plantear este contencioso de Ceuta y Melilla, primero entre intelectuales de ambos pa¨ªses; luego, mediante gestiones discretas entre responsables.
Estos prop¨®sitos no encontraron mucho eco en otros estamentos del Estado vecino, que prefieren conservar el expediente como un factor de presi¨®n y, eventualmente, de propaganda interna. Esta concepci¨®n va, sin duda, contra la amistad hacia Espa?a y el verdadero deseo de cooperaci¨®n que anima, sobre todo, a la mayor¨ªa de los norte?os del pa¨ªs vecino.
Es evidente que el encuentro entre Hassan II y Chadli Benjedid necesit¨® previamente la desaparici¨®n en Marruecos de importantes obst¨¢culos, humanos y materiales. La entrevista, por s¨ª sola, sin embargo, no ser¨¢ suficiente para que desaparezca la eventual oposici¨®n de un ej¨¦rcito que reclam¨® en repetidas ocasiones atacar directamente los campos de Tinduf, que ha recuperado parte de su vieja vitalidad al calor de la guerra y que no se considera derrotado.
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