El plan Reagan y Arafat
LA INTERRUPCI?N de las negociaciones en Amman entre Arafat y el rey Hussein ha sido interpretada de forma contradictoria. Entre los que han expresado una satisfacci¨®n sin paliativos, est¨¢, de un lado, el Gobierno de Israel, y tambi¨¦n los elementos m¨¢s extremistas del nacionalismo palestino, ligados a Siria y a Libia. El ministro de Asuntos 'Exteriores del Gobierno israel¨ª se ha apresurado a declarar que el plan Reagan est¨¢ enterrado. En cambio, EE UU. insiste en la necesidad de proseguir las negociaciones y en que el plan dibujado por Reagan en su discurso del 12 de septiembre de 1982 sigue en pie. Dicho plan estipula el cese de los asentamientos jud¨ªos en los territorios ¨¢rabes ocupados por Israel y la retirada de las tropas israel¨ªes de CisJordania y Gaza; asimismo el derecho de los palestinos a gobernarse por s¨ª mismos; niega que la OLP sea la representaci¨®n del pueblo palestino y la creaci¨®n, en los territorios citados, de un Estado palestino. Estos dos ¨²ltimos puntos son los que diferencian el plan Reagan del plan aprobado en Fez por los pa¨ªses ¨¢rabes.Arafat ha insistido, durante su viaje a Suecia, en que las negociaciones de Arriman no han sido rotas y se van a reanudar. Ha reiterado su disposici¨®n al reconocimiento. de Israel, siempre que haya una actitud rec¨ªproca de ¨¦ste hacia la OLP. Una nueva reuni¨®n de los Estados ¨¢rabes, que deb¨ªa celebrarse este fin de semana, ha sido aplazada para dar tiempo a superar malentendidos y elaborar posiciones concertadas para el futuro. Una de las caracter¨ªsticas del momento actual es la existencia de contradicciones entre Israel y EE UU. ?stos est¨¢n interesados en promover una negociaci¨®n que deja marginada a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y que puede superar el abismo entre Israel y una serie de pa¨ªses ¨¢rabes conservadores. En cambio, el objetivo n¨²mero uno de Israel es imponer su hegemon¨ªa militar en la zona. Acaba de decidir nuevos asentamientos en CisJordania y ha reforzado sus bases militares en el sur del L¨ªbano, que no piensa abandonar. Por eso le interesa que el plan Reagan desaparezca de la escena. Ello significar¨ªa, adem¨¢s, en la pol¨ªtica interior de Israel, un fracaso para los laboristas y el fortalecimiento de la coalici¨®n derechista y del Gobierno Beguin.
Desde el punto de vista de la causa palest¨ªna, la etapa actual ofrece posibilidades que ser¨ªa absurdo desaprovechar. Por eso la OLP -y Arafat acaba de repetirlo- aprecia aspectos positivos en el plan Reagan; si bien, l¨®gicamente, no puede aprobar una soluci¨®n que niega su propia existencia y su papel en la negociaci¨®n. El nudo de las dificultades surgidas en las conversaciones de Amman radica en si la OLP puede aceptar que el rey de Jordania negocie en nombre del pueblo palestino, lo que significar¨ªa refrendar as¨ª su propia ausencia. Ser¨ªa superficial explicar esas dificultades exclusivamente en funci¨®n de la presi¨®n de los sectores extremistas de la resistencia palestina. El espacio que la OLP se ha conquistado en la vida internacional es hoy un hecho indiscutible. Hay pocos ejemplos en la historia de un movimiento de resistencia que sin territorio, sin Estado, haya logrado tal presencia e influencia internacionales. Yasir Arafat ha demostrado tener una talla de hombre de Estado; en particular, al aislar y debilitar las zonas de terrorismo, antes tan fuertes en su movimiento. Los gobiernos europeos, por lo general, han evolucionado asumiendo las nuevas caracter¨ªsticas de la cuesti¨®n palestina. En EE UU. una serie de dirigentes han tenido asimismo relaciones con la OLP, pero se niegan a convertir estas actitudes discretas en pol¨ªtica oficial.
A la vista de c¨®mo han marchado las cosas en los ¨²ltimos meses, el punto del plan Reagan sobre la OLP parece cada vez m¨¢s el verdadero obst¨¢culo de un progreso en la negociaci¨®n. Un avance decisivo consiste, en cambio, en que la OLP, y casi todo el conjunto del mundo ¨¢rabe, est¨¢n hoy dispuestos a reconocer a Israel.
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