Arconada libr¨® de la goleada su equipo
G¨¢rriz y Arconada se pasar¨¢n el domingo pensando en Maradona y compa?¨ªa. El Pelusa, sin estar en plenitud de condiciones f¨ªsicas, lleg¨® a hacerle un nudo al central donostiarra, que vivi¨® 90 minutos angustiosos sobre el c¨¦sped, sin saber por d¨®nde le iba a aparecer Maradona, qu¨¦ quiebro le har¨ªa, qu¨¦ pierna utilizar¨ªa, qu¨¦ fantas¨ªa crear¨ªa. Arconada, por su parte, tuvo que multiplicarse y, al final, se retir¨® feliz por haber encajado tan s¨®lo dos goles. Y es que anoche, el Camp Nou volvi¨® a ser el Liceo de anta?o.Frente a una Real Sociedad copera, endeble, improvisada, conservadora, temerosa e imprecisa, Schuster, libre de marcaje, decidi¨® coger la batuta y dirigir la orquesta barcelonista. Mientras los dem¨¢s corr¨ªan, ¨¦l pensaba. Sus largos desplazamientos abrieron espacios, sus galopadas de anta?o provocaron el desconcierto donostiarra, sus disparos a bal¨®n parado fueron un continuo peligro y su cuerpo soport¨® el ritmo del partido.
Mientras L¨®pez Ufarte, el diablo, el chaval, intentaba relanzar el juego de su equipo con r¨¢pidos y m¨¢gicos contragolpes -estuvo a punto de marcar a los 9 minutos y centr¨® un bal¨®n de oro, tras driblar a Migueli y Alexanco, que no fue aprovechado por Diego y Uralde-, Diego Armando Maradona pon¨ªa al p¨²blico de pie e intentaba el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa en cada jugada. Fue una noche festivalera, alegre, hermosa. Una noche que pudo acabar en goleada. Hubo m¨¢s ocasiones que en toda la temporada. A los 4 minutos, Migueli, s¨®lo ante Arconada, no acert¨® a rematar desde el punto de penalti. A los 6, fue Carrasco quien se qued¨® en solitario frente al guardameta y disparaba flojo. A los 15, Maradona tir¨®, parad¨®n de Arconada y Alonso no acert¨® a meter el rechace en las redes. A los 21, el gol de V¨ªctor. A los 24, Arconada realiz¨® otra palomita, en saque de falta de Maradona.
Pero, a lo que ¨ªbamos. A los 29, Schuster estrella el bal¨®n en el larguero en una falta. A los 43, Arconada volvi¨® a lucirse a disparo a bocajarro de Carrasco. A los 55, el guardameta internacional detuvo un tiro de Maradona desde fuera del ¨¢rea. Con cualquier otro portero hubiese sido gol. A los 48, Orbegozo dispar¨® al poste derecho de Urruti. Y a los 57, hay que detener la narraci¨®n. Schuster cedi¨® a Maradona que, en posici¨®n de extremo izquierdo, se meti¨® en el ¨¢rea, clav¨® a G¨¢rriz, esper¨® a Celayeta, se escora hac¨ªa el bander¨ªn y, mientras Arconada pensaba en; el centro, ¨¦l, el n¨²mero 10, El Pelusa, Dieguito, manej¨® con habilidad de orfebre su pie izquierdo y pic¨® el bal¨®n al palo contrario, obligando a que Arconada se recreara con su vasefina. Suerte que las c¨¢maras de TVE estaban all¨ª -recibieron permiso a ¨²ltima hora- y media Espa?a podr¨¢ disfrutar con ese gol. Un gol que llen¨® la tribuna de pa?uelos y fue premiado con un minuto de aplausos.
Pero a¨²n hubo m¨¢s. A los 75, Maradona quiso batir a Arconada en su salida, levant¨¢ndole el bal¨®n por encima del cuerpo, pero Luis estuvo superior. A los 79, picado por su compa?ero, Schuster intent¨® meterse en la porter¨ªa, driblando incluso al portero, pero don Luis le rob¨® el bal¨®n de los pies. No fue un partido. Fue una org¨ªa.
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