Juglar de clerec¨ªa
No estuve en aquel m¨ªtico recital que, en mayo del 68, dio Raimon en la facultad de Econ¨®micas de la universidad de Madrid; pero seguro que fue muy diferente del que, hace dos noches, congreg¨® a gente de entonces y de ahora en el marco solemne y dorado del teatro Espa?ol, para o¨ªr al cantante 15 a?os despu¨¦s.Raimon estuvo inteligente. El que fuera cantante comprometido y ardoroso defensor de las libertades, sabe que, sin dejar de estar a favor, y bien a favor de todo eso, el mensaje ha variado. No deb¨ªa haber nostalgia f¨¢ctica de pu?os alzados, ni consignas al viento, y no la hubo. Sobrio, muy sobrio, se trataba de un recital de poemas cantados. No de canciones. Algo literario, suavemente did¨¢ctico, sin innecesarios fulgores, y lleno de una ritualidad que hac¨ªa pensar, a ratos, en una antolog¨ªa de motetes interpretados por un tenor ilustre. Volviendo a la tradici¨®n provenzal, Raimon quiere ser un poeta que canta, mucho m¨¢s que un cantautor. La m¨²sica acompa?a letra y voz, como cuando el franc¨¦s Leo Ferr¨¦ music¨® poemas de Baudelaire. Poes¨ªa como aventura, como conocimiento, como salvaci¨®n.
Raimon
Ciclo de Int¨¦rpretes musicalesTeatro Espa?ol. Madrid, 20 de mayo.
La primera parte del concierto trat¨® de los otros poetas, sobre todo de los poetas valencianos del siglo XV -la mejor poes¨ªa cl¨¢sica en catal¨¢n-, con quienes Raimon, por geograf¨ªa supongo, y por pasi¨®n, parece sentirse especialmente vinculado. Jordi de Sant Jordi estuvo en Italia y cant¨® sus propios poemas, falto de amizos, de bienes y de se?or. Pero la parte del le¨®n fue para Ausias March, el poeta metaf¨ªsico y ardiente, cantor de amor, competidor de Petrarca. El que introdujo la filosof¨ªa escol¨¢stica en los poemas amorosos, y al que Raimon evoc¨® sacral, tutelarmente. Io tem la mort per no ser-vos absent. Amor y muerte entremezclados, unidos, en el mismo lecho de siempre, cantados (como dijo Bosc¨¢n de March) con su fuerte y sabroso y dulce llanto. Vino despu¨¦s Roig de Corella, con su hermosa balada De la garsa i l'esmerla; un breve poema de Timoneda (escritor biling¨¹e del siglo XVI), para pasar despu¨¦s a la poes¨ªa contempor¨¢nea, con un texto de Pere Quart y m¨¢s, y en tono mayor, de Salvador Espriu. Intensa y sobriamente interpretado por Raimon, acentuando lo l¨ªrico mucho m¨¢s que la posible simbolog¨ªa comprometida o c¨ªvica. El poema He mirat aquesta terra -sentido, vibrante- nos llev¨® al entreacto.
Tras la pausa, Raimon se interpret¨® a s¨ª mismo. Canciones recientes, sobre todo. Canciones que quer¨ªan ser poemas. Desde el suavemente er¨®tico de Treballar¨¦ el teu cos (Trabajar¨¦ tu cuerpo) hasta las escena.s de la vida ciudadana, la volunitad de libertad y amor, o el anhelo conyugal por la mujer que est¨¢ lejos unos d¨ªas, imitando el ritmo de los versos de Aus¨ªas en otro bello texto.
Recatado, amable, escueto
S¨®lo al fin, con un tema casi ecologista y de solidaridad (Impregnado de soledad / mi canto quiere ser plural), Raimon -recatado, amable, escueto- volvi¨® a ser, lejanamente, el cantante de aquel Al vent, que no cant¨®. Aplausos, m¨¢s aplausos. Y alg¨²n tema c¨ªvico, a la vieja escuela, con un recuerdo paria el pret¨¦rito recital madrile?o, privilegiado momento de lucha y, de libertad.?Qu¨¦ es, pues, Raimon ahora? Un ser que cambia, como todos. Un amante de la literatura, de la poes¨ªa (lo que tambi¨¦n quiere decir de la vida libremente vivida), que siendo popular estar¨ªa al tiempo concorde con el endecas¨ªlabo de Petrarca: Seguid a los pocos y no a la gente vulgar, ofreciendo al p¨²blico sin aspavientos, pero con firmeza, el gusto, la miel, el solo sol de la palabra.
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