Curso de inform¨¢tica en la c¨¢rcel de mujeres
Treinta reclusas de la c¨¢rcel de mujeres de Yeser¨ªas asisten una vez por semana a las clases del curso de inform¨¢tica b¨¢sica que por primera vez se imparten en un recinto penitenciario. Mar¨ªa Dolores Guijarro, 22 a?os, t¨¦cnica en inform¨¢tica de gesti¨®n, pasa todos los mi¨¦rcoles, a las cinco en punto de la tarde, los dos controles de acceso al Complejo Penitenciario de Yeser¨ªas. A esa misma hora, penadas y preventivas, pol¨ªticas y comunes, han dejado ya sus departamentos y deambulan por la prisi¨®n, charlan en corrillos, atienden a sus hijos o buscan un rinc¨®n fresco en la calurosa tarde de julio.
Desde principios de mes las clases de inform¨¢tica b¨¢sica que con car¨¢cter de curso piloto se dan en Yeser¨ªas, se han sumado a las escasas actividades y momentos de evasi¨®n de que disponen las casi doscientas mujeres que, entre recuento y recuento, esperan juicio o cumplen pena en este antiguo albergue de mendigos, luego prisi¨®n de hombres, m¨¢s tarde hospital y ahora c¨¢rcel.La Escuela de Sistemas Inform¨¢ticos (ESI), centro de formaci¨®n profesional de Y grado, en coordinaci¨®n con la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias, fue la impulsora de este proyecto experimental que pretende, seg¨²n su director Oscar Abr¨¢m, "formar a las internas con el fin de que, una vez en libertad, posean los medios suficientes para introducirse en el medio laboral tecnol¨®gico que m¨¢s puestos de trabajo brindar¨¢ a medio y largo plazo. En este campo, se puede afirmar que no existe el paro".
El primer turno de clases, una hora y cuarto de duraci¨®n, est¨¢ dedicado a las presas comunes. Estas internas llegan en peque?os grupos con su carpeta bajo el brazo y se acomodan en una sala con cincuenta mesas y sillas de formica, enfrentadas a una pizarra flanqueada por dos pantallas de ordenador. La asistencia al curso ha bajado sensiblemente desde el primer d¨ªa debido a la falta de inter¨¦s, a la situaci¨®n de prisi¨®n preventiva de algunas de ellas o a la inmediata libertad que otras conseguir¨¢n gracias a la reforma del Codigo Penal.
Las alumnas m¨¢s asiduas, de edades comprendidas entre los veinte y los treinta a?os, coinciden con In¨¦s, a quien le quedan mil d¨ªas de condena, en afirmar que "este es el tipo de cursos que hay que dar aqu¨ª, porque luego cuando sales a la calle sigues sin tener nada con que ganarte la vida". A las comunes, seg¨²n los profesores de la ESI, "hubo que desmitificarles el mundo de la inform¨¢tica, pero en seguida se han hecho a los t¨¦rminos t¨¦cnicos y a las primeras operaciones b¨¢sicas". In¨¦s, 28 a?os, con su titulo de bachiller superior (actual BUP) podr¨¢ conseguir al final del curso, el titulo de t¨¦cnica en inform¨¢tica de gesti¨®n. Otras, que hicieron en su d¨ªa el Bachillerato elemental o la Ense?anza general B¨¢sica, recibir¨¢n el diploma de programadora, lo que supone una base para la posterior ampliaci¨®n de estudios e incluso para la realizaci¨®n de trabajos elementales.
Reinserci¨®n social
Las diecis¨¦is presas pol¨ªticas, en su mayor¨ªa acusadas de pertenecer a ETA o a los GRAPO, reciben las clases, habitualmente, en otra dependencia situada junto a los departamentos cuatro y cinco, ocupados exclusivamente por este colectivo de reclusas. Sus edades var¨ªan entre los diecinueve y los veintisiete a?os y son las condenadas por su militancia en los GRAPO las que afrontan penas m¨¢s largas.,El d¨ªa en que un fot¨®grafo y un redactor de EL PA?S visitaron la prisi¨®n, las pol¨ªticas fueron trasladadas a la sala de las otras presas, algo ins¨®lito en la rutina carcelaria y que fue calificado de 11 encerrona" por todas ellas. "Nos extra?aba", dijeron, "por qu¨¦ hoy, precisamente, nos han, tra¨ªdo aqu¨ª. Y ahora lo comprendemos. Estamos en un departamento aislado, totalmente aparte, no nos dejan que hablemos con las presas sociales, incluso ha habido presas que les han puesto un parte por hablar con nosotras en el patio. Y ahora se aprovechan estos cursos para dar una buena imagen de la reforma del nuevo Gobierno y lavarle la cara, de paso, a Instituciones Penitenciarias, cuando la verdad es que no ha cambiado nada, ni en la calle ni aqu¨ª dentro".
Para estas reclusas, de origen vasco en su mayor¨ªa, con un alto porcentaje de estudios medios y universitarios y muchas de las cuales trabajaban antes de su ingreso en prisi¨®n, el hecho de aprender inform¨¢tica no supone una integraci¨®n en un programa de reinserci¨®n social o similar., "Nosotras asistimos a clase por un inter¨¦s particular, porque individualmente nos interesa y porque es una forma de hacer algo aqu¨ª dentro, ya que no nos dan facilidades para otros estudios".
Son las seis y media de la tarde, la profesora dibuja en la pizarra un ordinograma, donde se representan gr¨¢ficamente las etapas de resoluci¨®n de un problema y que constituye un valioso auxiliar para la programaci¨®n. Una de las presas comunes hace una peque?a trampa y mira la resoluci¨®n del problema en un despiste de Mar¨ªa Dolores. Cada una de las alumnas consulta su m¨¦todo o manipula el ordenador gr¨¢fico personal mientras un silencio de aula de instituto en ex¨¢menes adormece, al fondo de la sala, a la veterana profesora de alfabetizaci¨®n.
200 presos, ante el ordenador
La experiencia de Yeser¨ªas se va a trasladar a la c¨¢rcel de hombres de Carabanchel, donde cerca de doscientos internos seguir¨¢n estos cursos de inform¨¢tica b¨¢sica. Tras una primera etapa te¨®rica se finalizar¨¢n las pr¨¢cticas con ordenadores personales utilizando el lenguaje inform¨¢tico BASIC, que admite aplicaciones reducidas en las labores de gesti¨®n y que resulta muy funcional para el trabajo en peque?as empresas.La ESI pretende ahora aunar esfuerzos con el Ministerio de Educaci¨®n para conseguir que los reclusos y reclusas que obtengan su diploma puedan realizar trabajos eventuales o "en per¨ªodo de prueba" en empresas con participaci¨®n estatal, como puede ser el Instituto Nacional de Industria. "Creemos", afirma el director de la ESI, "que por este camino la reinserci¨®n social puede ser un hecho y no una mera declaraci¨®n de prop¨®sitos".
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