La 'escalada' en Centroam¨¦rica

EL ENV?O de una flotilla de Estados Unidos a Centroam¨¦rica, las grandes maniobras que comenzar¨¢n el 1 de agosto y que est¨¢n calculadas para seis meses, la conferencia de prensa de Reagan, el env¨ªo de un representante especial a El Salvador -Stone- y el nombramiento de Kissinger parecen calcados del inmenso plan estrat¨¦gico de los a?os sesenta que se denomin¨® escalada: en breves palabras, la respuesta por pelda?os, o coeficientes, a las acciones del enemigo, con el fin de disuadirle o al menos de hacerle ver que su acto producir¨ªa inmediatamente una reacci¨®n superior. La escalada tuvo una primera prueba en Vietnam, y fue funesta. El enemigo produc¨ªa acciones o respuestas imprevisibles y los estrategas de la escalada hubieran tenido que llegar al ataque directo a la URSS o a China, incluso a los dos. Lo que se comprob¨® entonces, frente a un enemigo determinado -el Vietcong-, fue que el crecimiento peldafflo a pelda?o no s¨®lo no conten¨ªa la ofensiva, sino que compromet¨ªa especialmente al escalante, que finalmente tuvo que retirarse.Desde entonces no se ha vuelto apenas a mencionar lo que 20 a?os atr¨¢s parec¨ªa una innovaci¨®n absoluta en el juego estrategia-pol¨ªtica. No se utiliza ahora el vocablo para este crecimiento de la actividad militar de Reagan con respecto a Centroam¨¦rica, pero se est¨¢ realizando. El pensamiento de Reagan es, como se sabe, arcaico. Llegado demasiado tarde a la Presidencia de la naci¨®n, mantiene principalmente las creencias de su juventud, tanto en la pol¨ªtica social, fiscal y econ¨®mica para el interior, como en por lo menos dos grandes conceptos de aquella ¨¦poca: la guerra fr¨ªa y su compa?era menor, la escalada. Su idea general es la de que la URSS se ha beneficiado y Estados Unidos se ha deteriorado por no agotar las posibilidades de la pol¨ªtica de fuerza. Aunque a simple vista parece que el deterioro en la URSS -desde el punto de vista de la expansi¨®n material como desde el ideol¨®gico, al mismo tiempo que se estanca su nivel de vida interior- es mucho m¨¢s grave que el de Estados Unidos, incluso que el de Europa occidental -tan seriamente agredida en su econom¨ªa-, una parte de la pol¨ªtica de Reagan consiste en creer y hacer creer lo contrario. La aprobaci¨®n por las c¨¢maras del presupuesto necesario para construir los misiles MX parece que abona su suposici¨®n.

El pensamiento de Reagan est¨¢ ahora, o va a estarlo, modernizado por el de Kissinger. Pero Kissinger fue quien aplic¨® la escalada a Vietnam con una convicci¨®n extraordinaria. La lecci¨®n que aprendi¨® entonces a juzgar por sus declaraciones posteriores.- fue la de que el crecimiento de la fuerza en Vietnam fue demasiado lento, demasiado acad¨¦mico, y ello ocasion¨® la derrota final. Su idea actual parece ser la de que cualquier actuaci¨®n en Centroam¨¦rica hay que realizarla con decisi¨®n y energ¨ªa, como de una sola vez. Coincide con la urgencia de Reagan. El presidente no s¨®lo ve que la situaci¨®n se deteriora a diario, que miembros importantes de su Administraci¨®n se desprenden de ¨¦l y que la opini¨®n p¨²blica aparece muy inquieta por el riesgo de intervenci¨®n, sino que le queda poco m¨¢s de un a?o para las nuevas elecciones y, sobre todo, para pasar a la historia como un hombre positivo y de gran sabidur¨ªa.

Hay, por tanto, todos los riesgos de una precipitaci¨®n en Centroam¨¦rica, incluso para desmantelar unas negociaciones (a las que, l¨®gicamente, debe dar y da toda la consideraci¨®n posible en sus declaraciones) que, seg¨²n ¨¦l, no consiguen m¨¢s que ganar tiempo para el fortalecimiento del enemigo. Los negociadores o mediadores se ven, a su vez, presionados por el propio Reagan, cuyas condiciones de paz son inalcanzables.

Reagan est¨¢ ya dando la impresi¨®n de que la posibilidad de guerra generalizada en Centroam¨¦rica y la intervenci¨®n de soldados y armas de guerra de Estados Unidos -en cualquier forma que se presenten- es algo que puede suceder en cualquier momento. Puede tener raz¨®n, y que apurar los t¨¦rminos de guerra fr¨ªa y escalada, sobre todo en esa zona del mundo, fuerce soluciones que sean favorables a Estados Unidos. Pero puede equivocarse, y las consecuencias ser¨ªan grav¨ªsimas: sobre todo para su propio pa¨ªs, que en estos momentos aparece como el m¨¢s alarmado por lo que est¨¢ sucediendo. Una conversi¨®n de Centroam¨¦rica en algo parecido a Vietnam, o solamente a lo que est¨¢ sucediendo ahora en el Oriente Pr¨®ximo, con una intervenci¨®n directa de Estados Unidos, no atraer¨ªa una guerra mundial -la URS S contemplar¨ªa con un enorme regocijo la situaci¨®n, pero desde lejos, consciente de su propia capacidad d¨ªsuasoria para cualquier ataque directo- y la conciencia y la econom¨ªa mundiales sufrir¨ªan un sobresalto enorme. Tampoco hay ninguna seguridad de que se circunscribiese a la zona centroamericana apuntada; producir¨ªa reacciones en cadena en todo el continente y en el Tercer Mundo.

Es posible que Reagan, o sus consejeros, o el aparato estrat¨¦gico y pol¨ªtico que le sustenta, sepan hasta d¨®nde puede llegarse demasiado lejos. Pero el n¨²mero de factores de lo imprevisible es demasiado grande