Las tensiones en la Compa?¨ªa, un fen¨®meno b¨¢sicamente espa?ol
Ignacio Iglesias Gonz¨¢lez, salmantino de 58 a?os, es desde 1981 el responsable de los 2.500 jesuitas espa?oles. Fil¨®sofo y te¨®logo, estuvo en Roma durante m¨¢s de nueve a?os junto al prop¨®sito general de la Compa?¨ªa, el espa?ol Pedro Arrupe y ahora va a participar en la elecci¨®n de su sucesor.Finaliza as¨ª el llamado estado de excepci¨®n que, desde el 21 de agosto de 1981 vive la Compa?¨ªa. En esta fecha Juan Pablo II nombr¨® delegado con plenos poderes, al margen de los reglamentos de la orden, a Paolo Dezza, un jesuita octogenario que sustitu¨ªa al enfermo Pedro Arrupe. Dicen que el anciano Dezza llor¨® en los pasillos del Vaticano despu¨¦s de que el Papa Wotjyla tomara esta decisi¨®n y no autorizara la reuni¨®n -como preve¨ªan los estatutos- de la 33? congregaci¨®n general que debiera haber elegido al sucesor del prep¨®sito espa?ol. "Ciertamente", dice Ignacio Iglesias, provincial jesuita de Espa?a, "despu¨¦s de la supresi¨®n de la orden por Clemente XIV en 1773, y objetivamente hablando, ¨¦sta ha sido la decisi¨®n m¨¢s extraordinaria que un Papa ha tomado con respecto a la Compa?¨ªa. Hay que tener en cuenta que el Papa es el superior supremo de todas las ¨®rdenes y por lo tanto obr¨® en su plen¨ªsimo derecho al tomar esta decisi¨®n. Esto supuso, realmente, parar el procedimiento normal establecido en las constituciones, introduciendo una persona, la de su delegado, con poderes de general, para que la Compa?¨ªa funcionara normalmente y estuviera preparada para esta congregaci¨®n".
Entre los electores jesuitas que se reunir¨¢n en el n¨²mero cinco de Borgo Santo Espirito, junto a la plaza de San Pedro, con mayor¨ªa de norteamericanos, indios y espa?oles, deber¨¢ salir el pr¨®ximo general de la Compa?¨ªa de Jes¨²s, un hombre cuyas cualidades ideales fueron descritas por el fundador -"que tenga bondad mucha, que sea inteligente y que tenga mucho amor a la compa?¨ªa"- y que, seg¨²n Ignacio Iglesias, "no se da en ning¨²n lugar del mundo".
Durante la anterior congregaci¨®n, en 1974, todos los observadores coincidieron en se?alar como hecho m¨¢s importante la lucha dial¨¦ctica entre dos visiones distintas de lo que deb¨ªa ser la Compa?¨ªa. Los intentos reformadores, con religiosos espa?oles en su vanguardia, se vieron frenados por Pablo VI, un Papa moderado que, si bien apoy¨® a los jesuitas con problemas en Latinoam¨¦rica, no quiso ceder ante las demandas progresistas de hacer desaparecer las clases en la orden. "Estas dos realidades", seg¨²n Ignacio Iglesias, "han existido en la historia de la Compa?¨ªa y en la misma historia de la iglesia y van en la entra?a de la misma naturaleza humana. En esto cuenta mucho el temperamento y de hecho este fen¨®meno es un fen¨®meno predominantemente espa?ol. Yo creo que ha sida bueno para la Compa?¨ªa, pues se puede dudar de la vitalidad y la creatividad de un organismo demasiado homog¨¦neo o compacto. Adem¨¢s, una tensi¨®n de este tipo es beneficiosa siempre y el mismo San Ignacio tuvo que actuar con una cierta energia con los jesuitas que en aquel momento acentuaban excesivamente los aspectos mon¨¢sticos, mas contemplativos, igual que fren¨® a los demasiado activos".
Los sectores m¨¢s conservadores de la Iglesia espa?ola han mostrado su preocupaci¨®n ante este nuevo cap¨ªtulo general al hacerse p¨²blica la lista de jesuitas espa?oles elegidos para asistir a esta 33? congregaci¨®n. Una decena de ellos figuran en los archivos como "aventurados en sus posiciones teol¨®gicas", solidarios con jesuitas expulsados y te¨®logos conflictivos, firmantes de manifiestos contra el anterior concordato Espa?a-Santa Sede, cr¨ªticos de la pol¨¦mica pastoral sobre la Constituci¨®n del Cardenal Primado, curas obreros, te¨®logos de la liberaci¨®n, filomarxistas o esc¨¦pticos ante la indisolubilidad del matrimonio. "A lo mejor" dice Ignacio Iglesias, ha habido actuaciones concretas de jesuitas insuficientemente pensa das, o muy improvisadas. Pero debo se?alar que a veces nos llaman la atenci¨®n estas actuaciones discutibles y no nos fijamos en los silencios o inhibiciones que, con el evangelio en la mano, son errores tal vez m¨¢s gordos".
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