Vida humana genuina
Durante la pol¨¦mica francesa en torno a la legalizaci¨®n del aborto, all¨¢ por el a?o 1973, la revista Etudes, de los jesuitas, dedic¨® un ampl¨ªo art¨ªculo doctrinal al problema. Su nudo argumental se centraba en la distinci¨®n entre vida (en el sentido biol¨®gico m¨¢s general), vida humana (la propia de nuestra especie) y vida humana humanizada (la resultante de las relaciones sociales adecuadas). En el mencionado trabajo se argumentaba que el objetivo de la procreaci¨®n es la vida humana humanizada y, sobre esas bases, se propugnaba el aborto legal y restringido; de forma que una comisi¨®n deb¨ªa valorar las condiciones de humanizaci¨®n de la futura cr¨ªa y decidir la pertinencia del aborto solicitado. Esta noci¨®n de vida humana humanizada tiene indudables resonancias en lo que conocemos como calidad de vida, a la vez que recapitula una larga serie de nociones antropol¨®gicas, neurobiol¨®gicas, embriol¨®gicas, pedag¨®gicas y sociol¨®gicas acerca de la esencia del ser humano.Algo m¨¢s de las dos terceras partes de la poblaci¨®n mundial vive en pa¨ªses en los que el embarazo puede interrumpirse libremente -a petici¨®n de la interesada y antes de la tercera falta- o bajo ciertas indicaciones de car¨¢cter m¨¦dico, psiqui¨¢trico,judiciales o por motivos de car¨¢cter socioecon¨®mico. El tercio restante de la poblaci¨®n del globo vive en pa¨ªses en los que el aborto es completamente ilegal o s¨®lo se autoriza en casos extremos, para la supervivencia de la madre.
A
P
Sociolog¨ªa del aborto
La regulaci¨®n del aborto se considera en algunos medios como una consagraci¨®n del homicidio, la corrupci¨®n social, el hedonismo sexual y la disoluci¨®n de la familia. No parece que sea esta la experiencia de los m¨¢s de 2.500 millones de personas que habitan la treintena de pa¨ªses donde el aborto est¨¢ regulado con mayor o menor liberalidad.
Las sociedades de Canad¨¢, Estados Unidos, Reino Unido, Holanda, Francia, Italia, Austria, Noruega, Dinamarca, Finlandia o Suecia no destacan precisamente por su desprecio a la vida, la infancia o la familia. Tampoco aquellas naciones prohibicionistas del aborto pueden presentarse como defensoras incondicionales de la vida y los derechos de la persona. Ni Argentina, Chile, Brasil, Bolivia y dem¨¢s naciones Iberoamericanas, toda ?fr¨ªca -con la excepci¨®n de Tunicia y Zambia-, Turqu¨ªa, Pakist¨¢n, Ir¨¢n y todo el Extremo Oriente -con la excepci¨®n de Vietnam-. Ninguna de estas naciones disfruta de mejor salud social por mantener el aborto ?legal.
De acuerdo a los informes de la Organizaci¨®n Mundial,de la Salud, cada a?o se practican en todo el mundo entre 35 y 55 mi llones de abortos legales, ilegales consentidos. Se trata de una cifra apabullante -entre -uno y dos abortos por cada cuatro nacidos vivos- cuyas motivacio nes han sido recientemente analizadas por Christopher Tietze, del Consejo de Poblaciones.
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