El admirable Isaac Stern
Recital de Isaac Stern y Andrew Wody. Obras de Mozart, Enesco, Bach, Debussy y Saint-Sa?ns.Teatro Real. Madrid, 1 de noviembre.
A pesar del largo puente y de coincidir con la festividad de los Santos, el concierto de Isaac Stern en el teatro Real, dentro del ciclo de los martes, convoc¨® una audiencia multitudinaria. No en vano la figura de Stem se alza entre las definitorias y verdaderamente grandes de la violin¨ªstica contempor¨¢nea. Adem¨¢s, como prueba de su exigencia musical, actu¨® con un excelent¨ªsimo pianista, el americano Andrew Wolf, un muy destacadoleredero de Serkin y Horszlowski.
Stern (Ucrania, 1920) posee una belleza de sonido y una elegancia de concepto fuera de serie. Su expresiva dicci¨®n, jam¨¢s tocada de excesos, se ajusta a un estupendo fraseo, gracias al cual el discurso y la misma forma nos llega clara, y bien explicada. Sonido, por otra parte, no s¨®lo pleno de belleza, sino tan d¨²ctil que parece el m¨¢s id¨®neo, tanto cuando sirve a Mozart como cuando traduce a Debussy; lo mismo al encresparse con el apasionado nacionalismo de Enesco como al cantar la introducci¨®n y rond¨® de Saint-Sa?ns.S¨®lo en el caso de la tercera sonata, en mi mayor, (BWV1.016), de Juan Sebasti¨¢n Bach, la interpretaci¨®n parec¨ªa cosa de otro tiempo, a pesar de las evidentes calidades de la ejecuci¨®n. Y es que hoy existen para el cantor de santo Tom¨¢s otro tipo de premisas basadas en las investigaciones continuadas de los estudiosos, que han dado como resultado enfoques muy lejanos a los de hace s¨®lo un par de d¨¦cadas.
Pero ser¨ªa in¨²til entrar en discusi¨®n sobre unos minutos de una tarde musical de tan alta categar¨ªa; tarde de verdadera excepci¨®n, en la que Stem y Wolf iluminaron un buen pu?ado de pentagramas. ?Puede penetrarse con mayor acierto en la invenci¨®n sonora de Claudio Debussy? ?Cabe exponer con mayor naturalidad el tiempo final de la sonata de C¨¦sar Franz, ofrecido como propina? ?Se puede contar lo que fue la doble personalidad del rumano Enesco en su condici¨®n de compositor y en la de virtuoso del viol¨ªn cuando se aunan en la sonata de 1926?Comunicaci¨®n afectivaIsaac Stem y Wolf, a trav¨¦s de una l¨®gica expositiva admirable, hacen de la m¨²sica objeto de raz¨®n y comunicaci¨®n afectiva; dan aut¨¦nticas lecciones sobre la manera de pensar y entender esta o aquella partitura y sobre lo que la misma m¨²sica sea como s¨ªntesis cultural y expresiva. Con Stern viaja hasta nosotros un largo proceso t¨¦cnico y estil¨ªstico de la evoluci¨®n musical analizada desde el viol¨ªn.
S¨®lo el verdadero arte encierra en s¨ª mismo, junto a los valores personales, la significaci¨®n de s¨ªntesis. El arte de Isaac Stem, soberbiamente apoyado por el pianista Wolf en esta ocasi¨®n, figura en la historia entre los verdaderamente grandes y como uno de los pocos que servir¨¢n en el futuro para pulsar lo que fue nuestro tiempo musical.
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