Carolina de M¨®naco se casa el d¨ªa 29
El novio, Stefano Casiraghi, es un rico heredero italiano
El pr¨®ximo d¨ªa 29 volver¨¢ a casarse en M¨®naco la princesa Carolina, que cumplir¨¢ 27 a?os el 23 de enero, sin hacer efectivo el ¨²ltimo deseo de su madre: ver anulado por los tribunales eclesi¨¢sticos su matrimonio con Philippe Junot, de quien obtuvo el divorcio en octubre de 1980. Anoche se dudaba en Roma que la princesa consiguiera la dispensa especial de la Santa Sede, como ser¨ªa su deseo, para casarse por la Iglesia. El procedimiento para la anulaci¨®n de su primer matrimonio se encuentra aun muy retrasado y s¨®lo una intervenci¨®n de ¨²ltima hora del Papa podr¨ªa resolverlo. Televisi¨®n Espa?ola anunci¨® sin embargo anoche que el Vaticano hab¨ªa concedido la anulaci¨®n. Philippe Junot, de quien obtuvo el divorcio en octubre de 1980, hombre de negocios y playboy franc¨¦s, 17 a?os mayor que Carolina, ser¨¢ sustituido ante la ley por un guapo y riqu¨ªsimo industrial italiano, Stefano Casiraghi, que tiene actualmente 23 a?os y es heredero de una de las familias m¨¢s potentadas de Italia. Desde la muerte de Gracia de M¨®naco, Carolina empez¨® a ejercer de primera dama del Principado. Dicen ,los bienpensantes que su nueva boda, tras romances tan sonados como los del tenista Guillermo Vilas o su amante-comod¨ªn, Robertino Rossellini, puede hacerle sentar la cabeza.
No se sabe cu¨¢ntos pretendientes se suicidar¨¢n, metaf¨®ricamente hablando, a causa del anuncio del nuevo matrimonio de la princesa CaroUna. Pero Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, autor de Cien a?os de soledad, premio Nobel de Literatura, colaborador de EL PAIS y mundialmente conocido por su talento de escritor y por sus amigos, casi todos ellos jefes de Estado m¨¢s o menos de izquierda, con toda seguridad, al enterarse de la consumaci¨®n legal del en¨¦simo idilio de la princesa, derramar¨¢ una l¨¢grima, aunque tambi¨¦n sea metaf¨®r¨ªca.Muy pocos saben que Carolina ha sido el amor plat¨®nico de Garc¨ªa M¨¢rquez. EL PAIS lo supo el otro d¨ªa por boca de una comadre parisiense, gran periodista, y que durante un tiempo fue amiga, e incluso un algo confidente, de la hermana de la princesa Estefan¨ªa.
Pepita Dupont, la periodista y amiga de Carolina, supo un buen d¨ªa, hace alrededor de dos a?os, que a Garc¨ªa M¨¢rquez le chiflaba la ex esposa de Junot. Por medio de un amigo com¨²n supo que cada vez que en una conversaci¨®n surg¨ªa el nombre de Carolina o la penumbra de un rasgo de algo que le recordara a la ex amante fugaz del tenista Guillermo Vilas, el autor de Cr¨®nica de una muerte anunciada exclamaba: "Carolina es la mujer m¨¢s bella del mundo". Parece ser que s¨ª, que es su modelo de belleza, y que no hay nada mejor para este hombre que, te¨®ricamente, debiera dominar todos los harenes m¨¢s o menos bellos y m¨¢s o menos imaginarios.
La se?orita Dupont, con la mejor intenci¨®n del mundo, por simpat¨ªa hacia Garc¨ªa M¨¢rquez, le dijo al amigo de este ¨²ltimo, que es el escritor colombiano Pl¨ªnio de Mendoza, que, usando de su amistad con Carolina, ella pod¨ªa organizarles una cita al escritor y a la princesa. Plinio de Mendoza pens¨® que le iba a dar un alegr¨®n morrocotudo a su amigo y premio Nobel. Y Pepita Dupont (que es suiza, a pesar del nombre y del apellido), muy intel¨ªgentemente, empez¨® por enviarle algunos libros de Garc¨ªa M¨¢rquez a Carolina, a la que jam¨¢s se le hab¨ªa ocurrido echarles una mirada. El efecto fue fulminante. Carolina telefone¨® a Pepita para decirle que le hab¨ªan encantado los libros del escritor y que le gustar¨ªa enormemente conocerle. M¨¢s aun, cuando Pepita le revel¨® el ¨¦xtasis que su belleza le produc¨ªa al autor, Carolina dijo que estaba dispuesta a hacer lo que fuese necesario para que todo quedara en secreto (rara cosa). Y, en principio, perfilaron el viaje de M¨®naco a Par¨ªs el mismo d¨ªa de la entrevista a ¨²ltima hora del d¨ªa. Desde el avi¨®n, Carolina se dirigir¨ªa al lugar de la cena coil Garc¨ªa M¨¢rquez, en principio en la casa parisiense de este ¨²ltimo.
Cada cual rebosaba de satisfacci¨®n y de alucinaciones. Lo ¨²nico que faltaba era anunciarle la buena nueva a Garc¨ªa M¨¢rquez. As¨ª lo hizo su aniigo. Y esto fue lo que produjo la hecatombe para los dos celestinos de turno: A Garc¨ªa M¨¢rquez le falt¨® muy poco pararomper las relaciones con su amigo. La bronca con que le remoj¨® parece ser que fue ¨¦pica. ?Por ' qu¨¦? Porque, dijo Garc¨ªa M¨¢rquez, "fliate lo que van a pensar de m¨ª. Imagina a la gente apuntando con el dedo al escritor rojo al lado de la princesa".
Carolina nunca lleg¨® a enterarse del desaire del escritor.
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