Viejos ritos para la Rusia sovi¨¦tica
Dif¨ªcilmente pod¨ªa imaginar Natalia Krupskaia, la compa?era de siempre de Lenin, que sus deseos iban a ser completamente ignorados cuando remiti¨® a Pravda una carta en la que ped¨ªa que para honrar la memoria del dirigente revolucionario se construyeran guarder¨ªas, escuelas, casas y colegios, en vez de levantar monumentos y celebrar solemnes actos f¨²nebres. No es casual que fuera un ex seminarista, Stalin, quien inaugurara con el entierro de Lenin las exuberantes honras f¨²nebres que ahora se repiten al detalle cada vez que pasa a mejor vida un dirigente de la URSS. Como tampoco lo es que en las manifestaciones de la plaza Roja la forma en la que se exhiben los retratos de los miembros del Politbur¨® recuerde la gmanera en que se llevaban los iconos (estampas sagradas) en las procesiones de la vieja Rusia.Contra la voluntad de Krupskaia, Stalin pas¨® a organizar los funerales de Lenin, sentando el precedente de que quien ocupa este puesto se sit¨²a en cabeza en la carrera para la sucesi¨®n y creando unos ritos que a¨²n hoy est¨¢n vigentes. Stalin orden¨® que la capilla ardiente fuera instalada en la Sala de Columnas de la Casa de los Sindicatos, que hab¨ªa establecido su sede en un palacio de finales del siglo XVIII, cercano a la plaza Roja, que en tiempos pasados fue escenario de los fastos de la nobleza moscovita. Es ah¨ª donde se encuentra ahora el cad¨¢ver de Andropov, que tambi¨¦n ser¨¢ enterrado ma?ana por el rito estaliniano: marcha f¨²nebre de Chopin, arm¨®n de artiller¨ªa y un estilo barroco y severo a la vez, muy sovi¨¦tico.
Una memoria estrecha
El entierro de un l¨ªder termina suponiendo, a muy corto plazo, su olvido pol¨ªtico: si a¨²n aparece el nombre de Breznev en alg¨²n libro, es debido a que hace s¨®lo 15 meses que muri¨® y que muchos de sus partidarios y exegetas siguen aupados en el poder. Pero la meImoria hist¨®rica sovi¨¦tica es estrecha y selectiva: s¨®lo Lenin ha seguido siendo venerado a lo largo de los mandatos de todos los l¨ªderes sovi¨¦ticos, si bien, durante el estalinismo, Stalin se alz¨® sobre su memoria hasta tratarlo de igual a igual y Breznev casi estuvo a punto de hacer lo mismo.
Los olvidos hist¨®ricos sovi¨¦ticos han dado lugar a un sabroso anecdotario, como cuando Nikita Jruschov mand¨® suprimir de la Gran Enciclopedia Sovi¨¦tica el nombre de Lavrenti Beria, jefe de la polic¨ªa pol¨ªtica en la ¨²ltima ¨¦poca de Stalin, mandado fusilar por los que ya entonces planeaban la desestalinizaci¨®n. Agobiados por el cierre, a los editores no se les ocurri¨® mejor idea que mandar reescribir a toda prisa el art¨ªculo contiguo, que trataba sobre el estrecho de Bering, hasta llenar la p¨¢gina y media que hab¨ªa quedado vac¨ªa. Los familiares de los l¨ªderes desaparecidos no tardan en perder una parte de sus privilegios: dachas (casas de campo) oficiales, autom¨®viles de funci¨®n, accesos a algunos comercios y servicios muy especiales... El caso m¨¢s reciente es el de Galina, la hija de Breznev, cuyo marido, despu¨¦s de ser largos a?os subsecretario del Ministerio, del Interior, es ahora jefe de polic¨ªa de Murmansk, en el c¨ªrculo polar.
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