La repesca
Cualquiera de los diestros que actuaron ayer en Las Ventas torea mejor que la mayor¨ªa de cuantos llenan ferias y contratan medio centenar arriba de tardes por temporada, lo cual se dice sin ¨¢nimo de ofender. Por eso, la repesca que era la corrida constituye acertada idea. Como los novilleros no tienen ¨¢nimo para sustituir a las figuras, a ver si se animan a desplazarlas los veteranos que ahora est¨¢n en paro, por haber aceptado, a?os ha, la catalogaci¨®n de "modestos".La verdad es que los veteranos diestros de ayer estuvieron poco lucidos, lo cual les equipara con la mayor¨ªa de cuantos llenan ferias y contratan medio centenar de tardes arriba por temporada. Con una diferencia: que los veteranos saben resolver con mejor oficio y los problemas de la lidia.
Plaza de Las Ventas
15 de julio.Cuatro toros del Conde de la Corte, con trap¨ªo, armados y astifinos: encastados y varios de ellos fuertes. Cuarto de Jes¨²s Trilla, grande y manso. Quinto, sobrero de Vicente Gallego, cuajado y noble. Juan Jos¨¦. Estocada ca¨ªda (silencio). Pinchazo, otro hondo atravesado, rueda de peones y dos pinchazos bajos (silencio). L¨¢zaro Carmona. Dos pinchazos (palmas y saludos). Dos pinchazos y estocada (aplausos con algunos pitos y saluda). Lais Reina. Pinchazo hondo y varios descabellos (silencio). Dos pinchazos y media (palmas).
Juan Jos¨¦, con un toro deslucido y con otro top¨®n, anduvo f¨¢cil y decoroso. No bord¨® el toreo, como tampoco lo bordan la mayor¨ªa de cuantos llenan ferias etc¨¦tera, los cuales, por a?adidura, no saben estar ni decorosos. A Luis Reina se le inutiliz¨® el primero y nada pudo hacer. Ni siquiera pod¨ªa -?deb¨ªa!- descabellarle seg¨²n hizo, en ocasi¨®n de que el toro al romperse un brazuelo cay¨® arrodillado y su dignidad le imped¨ªa rendir el cuarto trasero, que exhib¨ªa, poderoso, en alta popa; pues tal suerte no tiene justificaci¨®n ninguna, y menos para los turistas, que se tapaban los ojos horrorizados con c¨¢maras y faldas (seg¨²n llevaran c¨¢maras o faldas) dando por seguro que asist¨ªan a un vil toricidio. A sus desazonadas preguntas, intent¨¢bamos razonar la raz¨®n de la sinraz¨®n, y hubimos de dejarlo a medias: "D¨¦jelo, m¨ªster; sorry. Ma?ana le pongo una carta y se lo cuento". El sexto ten¨ªa manejabilidad y Reina no le templ¨® el toreo -?tiempla, Reina!, grit¨® uno-, a pesar de la voluntad que puso, pues no volv¨ªa la cara, ni nada; se dejaba ver y todo; permit¨ªa que los pitones le pasaran cerca. Demasiado cerca.
Hay un vicio torero generalizado, que consiste en ahogar las embestidas. L¨¢zaro Carmona tomaba muy en corto a su primero. Ten¨ªa cierta justificaci¨®n pues el toro desbaratado en varas, de lejos no iba (ni de cerca). En el quinto, un aparatoso gal¨¢n que acab¨® noble, esa distancia le falt¨® para triunfar Tambi¨¦n le fal t¨® cargar la suerte. Carmona, que lance¨® muy bien de capa y se le apreciaban ardorosos deseos de ser repescado, pues tuvo una actuaci¨®n muy torera en conjunto, instrument¨® buenos muletazos, principalmente los ayudados por alto y los dos por bajo con que cerr¨® la tanda., E imprimi¨® ritmo a los pases en redondo y al natural, perfectamente ligados con el de pecho. Pero la embestida se le quedaba corta,, seguramente por no cargar la suerte y por reducir la distancia del cite. Se le espera para nueva oportunidad de repesca.
Los toros condesos ten¨ªan trap¨ªo y exhibieron casta, aderezada de bravura, en algunos casos. El primero tom¨® con vitola de bravo cabal un puyazo largu¨ªsimo, y pasado un buen rato escap¨®, tal que si fuera manso, posiblemente porque estaba harto de empujar lo que al principio oli¨® caballo y luego crey¨® tapia, pues ni lo pod¨ªa mover. El segundo derrib¨® con estr¨¦pito y recarg¨® en otra vara interminable, absolutamente encelado, sin que capotes, coleo y otras ingeniosas artima?as le hicieran abandonar su presa. De la pelea sali¨® estofado. El tercero, que era manso, despu¨¦s de derribar salt¨® por encima del caballo y al caer se lastim¨® un brazuelo. El sexto result¨® flojo y manso.
En fin, los toros condesos compusieron una corrida (remendada, por cierto) con el trap¨ªo, variedad, emoci¨®n y casta que deber¨ªan tener todas, da lo mismo que sea en tarde de repesca que en fasto ferial con figuras. La realidad es, sin embargo, que las figuras a los toros con variedad, emoci¨®n y casta no quieren ni verlos.
Babelia
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