Victorinos de batalla
, Hay unos victorinos de lujo y otros de batalla, g¨¦nero a granel para consumidores de escasos posibles. Ya era sabido. Pero se conoc¨ªa menos que el amo de la manada hubiera hecho concienzuda selecci¨®n, como consecuencia de lo cual ha dejado en casa lo bueno y ha largado por ah¨ª lo malo. Y lo malo, hierro Escolar, es lo que sali¨® ayer en Las Ventas, para desesperaci¨®n de lidiadores y dolor de uno, que acab¨® en la cama.
Lo que sali¨® ayer en Las Ventas era victorino puro, seg¨²n fachada: esbeltos ejemplares de capa c¨¢rdena, cara fosca y acaramelada asta, si bien esta aparec¨ªa gorda y poco astifina, lo cual da que pensar. Por la sangre les corr¨ªan componentes de casta, esto es indudable, aunque se trataba de casta agria, traducida en temperamento bronco y malsana propensi¨®n a coger.
Plaza de las Ventas
24 de marzo. Toros de Jos¨¦ Escolar, con trap¨ªo ysentido. Manili. Dos pinchazos y estocada (silencio). Dos medias, rueda de peones, pinchazo hondo, estocada atravesada que asoma -primer aviso, con retraso cinco descabellos -segundo aviso- y seis descabellos m¨¢s (algunos pitos). Estocada y descabello (silencio). L¨¢zaro Carmona. Pinchazo y estocada (silencio); pas¨® a la enfermer¨ªa. Pedro Castillo. Bajonazo y descabello (silencio). Pinchazo y estocada (palmas).
Cogieron. L¨¢zaro Carmona y Pedro Castillo sufrieron sendas volteretas, muy serias, con peor resultado para el primero, pues sali¨® maltrecho del percance. Carmona, por el encomiable prurito de triunfar, se confi¨® con un toro de sentido. Pag¨® el error con lesiones ¨®seas v casi es lo menos grave que le pudo ocurrir, pues con los toros, sobre todo si son vioctorinos de batalla, no es prudente confiarse.
No fue L¨¢zaro Carmona el ¨²nico imprudente en la tarde. Pedro Castillo, a pesar de que ya hab¨ªa recibido varios avisos de peligro por medio de ga?afones surtidos,
se ech¨® la muleta a la izquierda. El toro correspondi¨® a la confianza ech¨¢ndose el torero a los lomos. Y este, un caso singular de verg¨¹enza torera, se incorpor¨® enrabietado y se ech¨® la muleta a la izquierda otra vez. La verdad es que, aparte la demostraci¨®n de valor, para poco m¨¢s le sirvi¨®, pues aqu¨¦l toro sab¨ªa todo de la tauromaquia y no se dejaba dar pases ni por la derecha ni por la izquierda.
Valiente y con oficio
El primero de la tarde pertenec¨ªa a la misma cala?a, solo que Manili tambi¨¦n se ha le¨ªdo de la tauromaquia hasta la letra menuda y sabia elegir los terrenos adecuados para que la ejecuci¨®n del pase no le acarreara un sinsabor irreparable. El torero estuvo valiente y con oficio; que ya empieza a ser veterano y la veteran¨ªa es un grado.
Las cosas se complicaron para la buena calificaci¨®n de los toreros cuando empezaron a salirles toros que recordaban a ratos su alta cuna y embest¨ªan con la boyantia que corresponde a los de esta condici¨®n. Cuarto y quinto habr¨ªan desconcertado hasta al C¨²chares, pues mezclaban lo bueno con lo malo. Tanto Manili como Pedro Castillo, respectivamente, corr¨ªan la mano confiados, embarcando a gusto la pastue?a acometida, y de s¨²bito ten¨ªan que pegar un brinco. para evitar el derrote al bulto.
El sexto sac¨® poder y derrib¨® con estr¨¦pito. Acab¨® violento por el pit¨®n derecho, pero tonto por el izquierdo, y Manili le hizo por ese lado una faena largu¨ªsima, sin ninguna garra. Al p¨²blico le pareci¨® mal. El p¨²blico de Madrid, que es victorinista confeso, se march¨® convencido de que los toreros habrian podido sacar mejor partido de los victorinos de batalla, y apenas tuvo en cuenta ni la voluntad que puso Castillo al banderillear a sus dos toros. La realidad, sin embargo, es que hab¨ªa un espada en el hule, en un quejido, y casi de milagro no estaban all¨ª dentro los tres, envueltos en vendas.
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