Un enfoque pol¨ªtico al problema de la deuda latinoamericana
Un elemento clave que con frecuencia queda al margen de los numerosos an¨¢lisis que se realizan sobre el endeudamiento exterior latinoamericano es, seg¨²n el autor, el pol¨ªtico. No cabe duda de que la movilizaci¨®n de esfuerzos sociales para construir las nuevas etapas del proceso de desarrollo econ¨®mico deber¨¢ enmarcarse en determinados proyectos pol¨ªticos.
El objetivo ¨¦tico, permanente e irrenunciable, de construir sociedades abiertas, pluralistas y participativas adquiere una importancia fundamental en las presentes circunstancias. En efecto, no parece concebible conciliar la pluralidad de demandas sociales postergadas, ni tampoco las que habr¨¢n de presentarse, sin procesos democr¨¢ticos y participativos que permitan alcanzar los amplios consensos que hacen posible lograr grandes objetivos.Esta conciencia parece estarse generando en toda la regi¨®n. Ser¨¢ responsabilidad de los grandes l¨ªderes pol¨ªticos, y no partidos, hacer un aporte indispensable para una sociedad que, al ser actora de sus propios destinos, se reencuentre en torno a grandes consensos que permitan, si no la eliminaci¨®n de los conflictos, al menos la reducci¨®n de los costes sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos que ¨¦stos entra?an.
La deuda externa de los pa¨ªses latinoamericanos conlleva y genera, adem¨¢s de importantes distorsiones en su desarrollo econ¨®mico -y, por consiguiente, enti¨¦ndase, en el empleo, nivel de vida, expectativas de futuro, etc¨¦tera-, grandes problemas en cuanto a los desafilos que se plantean a la soberan¨ªa de los pa¨ªses deudores; esto es, al ejercicio del derecho de cada pueblo a decidir su propio destino.
Llegados a este punto, es imprescindible interrogarnos acerca de cuestiones b¨¢sicas para entender la trascendentalidad del elemento pol¨ªtico dentro del complejo mundo de la deuda latinoamericana. ?En qu¨¦ medida las cuestiones de pol¨ªtica nacional se est¨¢n introduciendo en la soluci¨®n de los problemas de la deuda latinoamericana? ?Cu¨¢l es la capacidad real de las econom¨ªas de los pa¨ªses latinoamericanos para cumplir con los acuerdos de renegociaci¨®n suscritos si se mantienen las actuales condiciones de la econom¨ªa internacional? Y, en definitiva, ?cu¨¢l es la factibilidad pol¨ªtico-social de los pa¨ªses latinoamericanos como consecuencia de la aplicaci¨®n de soluciones estrictamente econ¨®mico-financieras? ?Es posible alcanzar una situaci¨®n l¨ªmite que obligue a los Gobiernos de estos pa¨ªses a optar entre el bienestar de un pueblo y el cumplimiento de sus compromisos externos?
Nueva dimensi¨®n
?stos son algunos de los interrogantes que ponen de manifiesto la existencia de una nueva dimensi¨®n del problema de la deuda, que lentamente, pero de modo continuo, se va abriendo camino en los foros internacionales: la dimensi¨®n pol¨ªtica. Y esto es as¨ª en la medida en que la necesaria soluci¨®n del problema del endeudamiento de los pa¨ªses latinoamericanos y, en general, de los pa¨ªses en desarrollo exige por cuant¨ªa la adopci¨®n de una soluci¨®n global que tome en consideraci¨®n los intereses de los distintos elementos que intervienen: los bancos internacionales, los pa¨ªses deudores y los Gobiernos de los pa¨ªses industrializados.
Sin embargo, la realidad pone de manifiesto que todos los intentos que se han llevado a cabo para solucionar el problema adolecen de un defecto com¨²n: hacen prevalecer sus intereses pol¨ªticos concretos sobre la construcci¨®n de una visi¨®n global y de futuro del problema; la bilateralidad en la contraposici¨®n de intereses hace peligrar la estabilidad del sistema financiero internacional en base a la existencia de una vulnerabilidad rec¨ªproca de deudores y acreedores.
No es l¨®gico, por tanto, pensar ni en la subordinaci¨®n indefinida de las econom¨ªas latinoamericanas a esquemas de ajuste externo, destructoras de riqueza y de logros acumulados en las ¨²ltimas d¨¦cadas, que desembocan en un proceso de autoliquidaci¨®n y cesaci¨®n formal de los pagos de la deuda externa, ni tampoco en la impermeabilidad de tales medidas para las econom¨ªas de los pa¨ªses industriales.
Basta recordar que Estados Unidos destina el 40% de sus exportaciones a los pa¨ªses en desarrollo, y el resto del mundo industrializado registra proporciones comparables, y que todo ajuste ortodoxo de los deudores deprime el comercio mundial, la actividad econ¨®mica y el empleo en los mismos centros industriales. La situaci¨®n de insolvencia internacional en que se encuentran estos pa¨ªses nos confronta, pues, con este dilema: ?son o no pa¨ªses soberanos capaces de decidir su propio destino? La respuesta no consiste en pretens¨ªones aislacionistas o autarquistas.
La soberan¨ªa
S¨ª en la recuperaci¨®n del central de sus econom¨ªas para que el desarrollo y la inversi¨®n internacionales respondan a su potencial b¨¢sico y a las necesidades de los pueblos. En este contexto, la actuaci¨®n del Fondo Monetario Internacional merece un breve an¨¢lisis. En los ¨²ltimos dos a?os, el FMI ha tratado de suplir, como instituci¨®n multilateral, la carencia de poder pol¨ªtico de la banca privada internacional frente al poder pol¨ªtico soberano de cada uno de los pa¨ªses latinoamericanos. Y, en definitiva, sustituir el inter¨¦s privado de los bancos, en calidad de acreedores, por un inter¨¦s general, construido alrededor del FMI, que permita soslayar la incongruencia resultante del enfrentamie,nto entre poderes e intereses tremendamente desequilibrados: poder soberano e inter¨¦s com¨²n y poder individual e inter¨¦s privado.
El FMI, en el desarrollo de esta actividad, est¨¢ experimentando un fuerte desgaste: b¨¢sicamente motivado por identificarse al FMI, como el gendarme del ¨¢rea, y, por tanto, es de esperar que se produzca un nuevo planteamiento en su rumbo pol¨ªtico a la hora de afrontar y encauzar el problema de la deuda de los pa¨ªses latinoamericanos. En caso contrario, es previsible un incremento de la tensi¨®n no s¨®lo pol¨ªtica, sino especialmente social, en la medida en que cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil la admisibilidad de las pol¨ªticas de ajuste muy rigurosas impuestas por el FMI para los pa¨ªses deudores, que ven c¨®mo de manera progresiva, pero de modo irremediable, su tejido social aparece cada d¨ªa en una situaci¨®n dram¨¢tica.
Este previsible incremento de abierta rebeld¨ªa de las medidas populares frente a las dictadas por sus Gobiernos en cumplimiento de las pol¨ªticas que le son impuestas, y de tal manera que los casos de Rep¨²blica Dominicana, Brasil, Ecuador, Bolivia, Argentina, etc¨¦tera, pasar¨¢n de constituir simples y lamentables an¨¦cdotas a implantarse como algo habitual y consustancial al ¨¢rea latinoamericana.
Instrumentos de protecci¨®n
En primer lugar, desde un punto de vista interno, en base a la integraci¨®n y la cooperaci¨®n latinoam¨¦rica, requiere en la actualidad de un programa de producci¨®n y complementaci¨®n a nivel regional, con instrumentos de promoci¨®n y protecci¨®n adecuados que promover¨¢n simult¨¢neamente un proceso de integraci¨®n m¨¢s eficiente y un reparto m¨¢s equitativo de los beneficios de ¨¦ste entre todos los pa¨ªses de la regi¨®n. Dicho proceso debe incluir, adem¨¢s, pol¨ªticas de mayor concertaci¨®n de los pa¨ªses latinoamericano, en su acci¨®n internacional y constituir un elemento fundamental para incrementar el grado de autonom¨ªa del desarrollo econ¨®mico y social de la regi¨®n.
En segundo lugar, desde un punto de vista externo, es preciso plantear con car¨¢cter urgente la idea de lograr un di¨¢logo pol¨ªtico con los Gobiernos de las naciones industriales para refinanciar su deuda externa.
Para ello es imprescindible que se logre fijar una posici¨®n conjunta y evitar cualquier movimiento de la banca internacional en aras de ofrecer tratamientos diferentes a los deudores en funci¨®n del monto absoluto de la deuda de cada uno de ellos.
En resumen, se puede afirmar que el problema de la deuda no es financiero; no se reduce exclusivamente al dato del incremento o disminuci¨®n de los flujos financieros canalizados hacia el ¨¢rea latinoamericana, sino que implica una profunda crisis del sistema financiero internacional; esto es, del orden establecido. De ah¨ª que se sucedan los llamamientos en aras a institucionalizar nuevos modelos de relaciones internacionales, donde el poder econ¨®mico-financiero ceda parte de su papel preponderante al poder pol¨ªtico-soberano de los pa¨ªses deudores.
es economista.
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