Las fiestas y la tolerancia
No hay ciudad sin fiestas. Las fiestas son, en cierto modo, el co¨¢gulo de la ciudad. La ciudad adquiere fisonom¨ªa, se integra, se condensa en las fiestas. Fustell de Coulagues, en su conocido libro La ciudad antigua, ya dice que las fiestas forman parte de la ciudad, y es cierto que son un elemento integrante de la vida c¨ªvica.En las fiestas aprendemos a comportarnos los unos con los otros. Este aprendizaje es necesario y, en cierto modo, urgente. Hay muchos ciudadanos que no quieren que se les perturbe en lo m¨¢s m¨ªnimo en la torre de cristal o de pl¨¢stico en la que est¨¢n refugiados. Son ciudadanos r¨ªgidos, intolerantes, que no hacen concesiones. Cualquier cosa les molesta, y no se dan cuenta de que son parte de la ciudad y que deben vivir con la ciudad,- y que si Madrid est¨¢ en fiestas y no quieren participar, al menos deben respetarlo y deben respetar las peque?as incomodidades que las fiestas traen consigo.
Alto civismo
No hay fiestas sin ruido y, en cierto modo, sin esc¨¢ndalo, y eso es bueno porque se desfogan las emociones; vivimos juntos y no hay violencia, hay apacibilidad. Es incomprensible que no haya quien no sepa hacer concesiones. La ciudad requiere ciertas concesiones, es un ser vivo que reclama que le demos algo de nosotros. Por fortuna, en estas fiestas, los madrile?os hemos dado muestras de un alto civismo. Es verdad que ha habido algunos impedimentos en el tr¨¢fico, que hemos tenido que tener paciencia y algunas veces hemos estado seis o siete minutos en el volante sin poder adelantar; pero seis o siete minutos no significan nada, salvo casos extremos. Se puede estar tranquilo y relajado esperando a que la circulaci¨®n comience a ser fluida y podamos salir del atasco. Ha habido atascos, sobre todo en el paseo de Rosales, en la calle de Ferraz, en las calles colindantes, porque nos ha desbordado la participaci¨®n. Pens¨¢bamos que ¨¦sta iba a ser como el a?o pasado, con alguna tendencia a subir, pero no la participaci¨®n masiva que ha habido.
Esto es algo que nos contenta y nos ha dado algunos quebraderos de cabeza, sobre todo a la Polic¨ªa Municipal; pero, en el fondo, estamos muy contentos. Que el pueblo participe en las fiestas significa que participa en el esp¨ªritu de la ciudad. Estamos diciendo que Madrid es una ciudad acogedora, pac¨ªfica y alegre, pero estamos diciendo tambi¨¦n que Madrid es el encanto de Europa; esto es verdad, pero debemos mantenerlo, sostenerlo y hacernos dignos de la atenci¨®n que los europeos nos prestan.
Ha habido este a?o m¨¢s j¨®venes y adultos extranjeros que nunca; ha habido, en cierto modo, una invasi¨®n de j¨®venes de Europa, que han acudido a las fiestas no en una gran cantidad, pero s¨ª en cantidad notable, infinitamente superior a la del a?o pasado. Hemos observado que en las fiestas el t¨¦rmino juventud se extiende. Van hasta personas de 40 a?os, algunos con sus hijos, dispuestos a gozar del rock o de cualquiera de los otros espect¨¢culos.
Ocupaci¨®n de los vecinos
Nosotros deseamos que las fiestas de San Isidro sean algo espont¨¢neo. Este a?o, las asociaciones de vecinos han concurrido m¨¢s que el a?o pasado, pero queremos que el a?o que viene las fiestas sean una ocupaci¨®n de los vecinos, que las ordenen, que las hagan e incluso que las paguen. Querernos traer un poco de la espontaneidad social de las fallas a las fiestas de Madrid.
El Ayuntamiento va a seguir apoyando unas grandes fiestas; pero, una vez que ha habido ese testimonio enorme de participaci¨®n, queremos dar un paso adelante: que de participar se pase a colaborar y que los vecinos colaboren en las fiestas con la imaginaci¨®n, frescura y lozan¨ªa que tiene siempre lo popular.
Han sido buenas fiestas de San Isidro, unas fiestas que yo dir¨ªa que han sido un modelo de convivencia. Que disculpen aquellos a los que les hayan podido molestar las fiestas, pero que tengan en cuenta que una ciudad sin fiestas no es nada y que estamos haciendo Madrid, un Madrid nuevo, resplandeciente, cautivador, y en este quehacer debemos colaborar todos.
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