La selecci¨®n espa?ola, que fracas¨® en defensa, salv¨® el resultado en los ¨²ltimos minutos del partido

Polonia hab¨ªa dejado de ser enemiga hace d¨¦cadas. Formaba parte del recuerdo a?ejo de aquel baloncesto de los Emiliano y Buscat¨®. Ayer, aquel tradicional enemigo de otra ¨¦poca pudo ocasionar un fuerte disgusto a D¨ªaz Miguel. Una derrota ante Polonia habr¨ªa significado un duro rev¨¦s, por m¨¢s que algunos quieran empe?arse en demostrar que a Espa?a, tras la derrota ante Yugoslavia, le interesa m¨¢s la cuarta que la tercera posici¨®n. Nada de esto hay, salvo que no se encuentra el tino. Ante Polonia, la selecci¨®n volvi¨® a necesitar de Epi, lo cual no deja de ser un dato preocupante teniendo -en cuenta la enjundia del choque.La otrora tradicional enemiga oblig¨® a los subcampeones ol¨ªmpicos a esconder la pelota los 51 ¨²ltimos segundos; l¨ªvidos estaban algunos jugadores, despistados otros, cariacontecido el banquillo.Un rival ef¨ªmero como el polaco se hace m¨¢s grande cuando trasciende la supuesta humillaci¨®n de una derrota ante ¨¦l. Al final resolvi¨® Epi en los ¨²ltimos cinco minutos, pero los datos que han quedado grabados en las estad¨ªsticas son harto elocuentes y un pelo preocupantes. Espa?a hizo un alto porcentaje de acierto en el tiro, un 66%, muy superior al de los polacos, un 49%. Algo parecido a lo sucedido con Yugoslavia. Lo que quiere decir que las cosas han cambiado, que hay que mirar hacia otro lado.
Cierto es que el ataque no ha funcionado a plena satisfacci¨®n, pero igualmente cierto es que Espa?a tir¨® mejor ante Yugoslavia y ante Polonia que sus rivales, Aun as¨ª perdi¨® el primer partido y tuvo que valerse de una presi¨®n a todo campo para deshacerse de Polonia.
Espa?a tambi¨¦n recogi¨® mucho m¨¢s rebotes que Polonia (32 frente a 21). Por si esto no fuera suficiente, los espa?oles sufrieron menos personales (22 por 33), y comprobaron c¨®mo se fueron al banquillo cuatro jugadores polacos expulsados, los mejores. Con estos da tos, un t¨¦cnico que no hubiera presenciado el encuentro habr¨ªa apostado, sin dudarlo, por una victoria aplastante de Espa?a. Y no fue as¨ª.
Es extra?o, en un juego tan amante de lo estad¨ªstico como es el baloncesto, que Espa?a no haga coordinar sus datos, su electrocar diograma, dir¨ªase, con el resultado final. Hay una disfunci¨®n que obliga a pensar en la existencia de una especie de virus t¨¦cnico de dif¨ªcil detecci¨®n. D¨ªaz Miguel lo debe estar estudiando, aislado oportunamente, en la habitaci¨®n 123 del mejor hotel de Karlsruhe.
Una de las razones pudiera estribar en que la selecci¨®n espa?ola dispuso de menos posesiones de bal¨®n que la polaca. Mientras Espa?a tir¨® en 53 ocasiones, Polonia tuvo 65 oportunidades. Son 13 posesiones de diferencia, que equivalen a 26 tantos te¨®ricos. Y es que no parece que el ataque sea el problema espa?ol, ni la lucha por el rebote, sino quiz¨¢ la anunciada defensa. Espa?a defendi¨® ante Polonia en individual primero, en zona despu¨¦s, y en presi¨®n durante los ¨²ltimos minutos. A pesar de dicho esfuerzo, que necesit¨® de gran parte de la concentraci¨®n de los jugadores, Polonia consigui¨® 97 tantos, demasiados para que pueda hablarse de que por ah¨ª, por la cancha, anduvo una defensa en .toda regla.
La selecci¨®n espa?ola sali¨® de la cancha acompa?ada de algunos pitidos, porque el p¨²blico alem¨¢n, exquisito, entendi¨® que los colegiados hab¨ªan barrido un tanto para el favorito. Los jugadores dejaron la cancha demudada la color ante lo que hubiera supuesto una derrota, y con cara de circunstancias ante lo que puedan pensar los rumanos, que ganaron c¨®modamente a los polacos y que ayer entorpecieron m¨¢s de lo esperado el juego de los sovi¨¦ticos.
Contra Polonia jugaron 11 hombres, pero ni siquiera a r¨¢fagas. Dio la sensaci¨®n de que algunos, conforme reingresaban en el banquillo, lo hac¨ªan con car¨¢cter definitivo. Y eso no es normal. Fue el caso de Sibilio, el mejor en la primera parte, con sus 20 puntos y un gran porcentaje, y que no sali¨® en la segunda; el caso de Villacampa, que aparece en escena a falta de 3.27 minutos para el final; igualmente que el de Margall, visto y no visto. La selecci¨®n juega pero no disfruta de su juego. Los hombre de D¨ªaz Miguel defienden, pero no convencen.
Hoy, ante los rumanos (TVE-2 15.00 horas), la selecci¨®n volver¨¢ a estar en fase de experimentaci¨®n. Ser¨¢ otra oportunidad para comprobar sus constantes en el cuadro estad¨ªstico y tratar de ver si las cosas se van solucionando sobre la marcha. No es el primer campeonato, que termina bien, en el que Espa?a tarda en encontrar su mejor forma de juego.
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