La eficacia del gasto p¨²blico y 'La historia interminable'
En tanto que la desertizaci¨®n invade amplias regiones del planeta y de nuestra naci¨®n, el bosque del gasto p¨²blico, ajeno a esa tendencia, se expande con generalidad, alcanzando cotas elevad¨ªsimas en la econom¨ªa de los distintos pa¨ªses -y representando en nuestra naci¨®n (en este caso Espa?a no es diferente) el importante porcentaje del 57% del producto interior bruto.Apologistas y detractores de la expansi¨®n del gasto p¨²blico presentan sus respectivos argumentos, pero al mismo tiempo, felizmente, han llegado a un acuerdo: una misteriosa enfermedad, la ineficacia, parece corroer al gasto p¨²blico impidiendo recoger sus frutos.
El suero de la financiaci¨®n del gasto p¨²blico resulta cada vez m¨¢s costoso y la necesidad de una suficiente productividad como contrapartida se ha hecho m¨¢s imperiosa.
Y como en el libro de Michel Ende, los sabios no parecen encontrar remedio a la enfermedad. ?Ser¨ªa posible que surja un fogoso Atreyu animado a realizar la gran b¨²squeda de una soluci¨®n? Lo que no cabe duda es que tambi¨¦n tendr¨ªa para ello que superar las tres puertas m¨¢gicas de La historia interminable.
En primer lugar, la puerta de la medida correcta y simple, que s¨®lo podr¨ªa atravesar quien estableciera una metodolog¨ªa que permita medir la eficacia del gasto p¨²blico, y dado que ¨¦sta generalmente produce bienes y servicios que no tienen precio de mercado, una v¨ªa de medida adecuada consistir¨ªa en el c¨¢lculo de los costes de las actividades que cada ¨®rgano realice, previa una suficiente desagregaci¨®n de ¨¦stas en tipos a los que correspondieran indicadores num¨¦ricos de resultados: ejemplo, coste de la gesti¨®n de personal por persona, coste de la ense?anza por alumno, coste de supervisi¨®n de obra por peseta invertida, coste de resoluci¨®n por expedientes, etc¨¦tera.
Mejorar la productividad
Ni que decir tiene que esta puerta se cerrar¨ªa en las narices de todo el que propugnara f¨®rmulas de medidas poco operativas, plenas de ret¨®rica y basadas en an¨¢lisis y c¨¢lculos totalmente centralizados.
La segunda prueba consistir¨ªa en atravesar la puerta del est¨ªmulo y la cooperaci¨®n, s¨®lo superable por quien supiera elaborar un plan de incentivos morales y materiales para el personal que fomentase su participaci¨®n y estimulase la formulaci¨®n de sugerencias organizativas y procedimentales con el objetivo de mejorar la productividad.
Esta puerta resultar¨ªa infranqueable para aquellos que no se hayan dado cuenta de que el 99,9% de los funcionarios tiene buena voluntad y que su est¨ªmulo fundamental consiste en darles confianza e invitarles a participar.
Y, por ¨²ltimo, nos encontrar¨ªamos ante la prueba clave, la puerta de la prioridad, s¨®lo superable por aquel que est¨¦ convencido de que no hay soluci¨®n posible si no se concede al objetivo eficacia un car¨¢cter prioritario y generalizado.
En efecto, ?qu¨¦ director general querr¨ªa dedicar especial esfuerzo a realizar su gesti¨®n en un clima de austeridad y productividad si ello no es un objetivo intensamente exigido a todas y cada una de las direcciones generales del correspondiente departamento?
Las premisas necesarias
E igualmente, ?qu¨¦ ministro tendr¨ªa especial preocupaci¨®n por los costes de funcionamiento de su departamento si ello no es considerado un indicador fundamental de la bondad de la gesti¨®n de todos y cada uno de los departamentos ministeriales? Y desde luego esta puerta no podr¨ªa superarla quien creyese que lograr la prioridad para el objetivo eficacia se conseguir¨ªa sin cr¨ªticas y sin lucha.
Ahora bien, superadas estas tres puertas, el osado que lo hiciese habr¨ªa establecido las premisas necesarias parla darle un nombre nuevo, una imagen nueva al gasto p¨²blico, para curar el Reino de Fantas¨ªa y para reestablecer as¨ª la confianza que el siglo XX deposit¨® en ¨¦l como factor reestructurador de la demanda agregada, como factor redistribuidor de rentas y como positivo est¨ªmulo del desarrollo econ¨®mico y social.
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