Convivir con la cat¨¢strofe
CARMEN MARI?OEl fuerte choque emocional que producen en el ser humano las cat¨¢strofes naturales se debe, fundamentalmente, al hundimiento del mito interior de la invulnerabilidad. La revelaci¨®n brusca de la propia debilidad ante los caprichos inesperados de la naturaleza se refuerza por la ausencia de protecci¨®n y socorro de los primeros momentos, hasta producir el derrumbamiento de la personalidad habitual del individuo.La reacci¨®n de las masas ante las cat¨¢strofes se inscribe en la teor¨ªa general del comportamiento colectivo. Los expertos en psiquiatr¨ªa militar han sistematizado la tipolog¨ªa de la respuesta humana ante estas situaciones concretas, en base tanto a su experiencia en confrontaciones b¨¦licas, donde se producen circunstancias similares, como a su participaci¨®n en la protecci¨®n civil. El ej¨¦rcito mexicano, por ejemplo, ha asumido como tarea prioritaria la defensa civil, que antepone, incluso, a la estricta defensa militar.
En cualquier cat¨¢strofe, y mucho m¨¢s si se trata de un terremoto, la poblaci¨®n sufre un fuerte impacto ps¨ªquico, agravado por la falta de se?ales previas de alarma y, en consecuencia, la imposibilidad de prepararse f¨ªsica y emocionalmente, al contrario de lo que sucede con los volcanes, cuyos signos de aviso permiten lograr un estado de alerta positivo.
En un lapso de tiempo que suele durar poco m¨¢s de un minuto, -aunque a quien lo sufre le parece interminable por la p¨¦rdida de las referencias espacio-temporales-, el individuo que vive la experiencia de un terremoto pasa de la seguridad de la vida cotidiana al caos m¨¢s absoluto. La tierra tiembla y ese temblor produce una sensaci¨®n que los afectados suelen definir como "la inseguridad de no estar siquiera sujetos al suelo".
La impresi¨®n inicial de creerse cogido en una trampa, como ocurre cuando se est¨¢ en el interior de edificios dif¨ªciles de evacuar, produce una angustia muy intensa. A esto hay que a?adir las ruinas que se acumulan alrededor de las personas, la oscuridad y el humo, que contribuyen a acrecentar el horror ante la p¨¦rdida del entorno habitual. Como consecuencia, en esos segundos no s¨®lo se derrumban los edificios, sino tambi¨¦n el equilibrio ps¨ªquico de las personas y algunos de los valores de las sociedades civilizadas. Las respuestas a que dan lugar estas condiciones pueden llegar a ser muy peligrosas.
La violencia y el efecto de sorpresa de la cat¨¢strofe constituyen una fuerte agresi¨®n al estado f¨ªsico y emocional de los individuos. Como consecuencia se producen dos tipos diferentes de respuesta: una positiva, por la que se moviliza la atenci¨®n f¨ªsica y la tensi¨®n muscular, lo que permite reacciones motrices ¨²tiles, o, por el contrario, un efecto ps¨ªquico y motor paralizante, que impide la adopci¨®n de decisiones y provoca inhibici¨®n. Y cuando la paralizaci¨®n es s¨®lo mental, se producen reacciones incoordinadas. El efecto de conmoci¨®n-inhibici¨®n-estupor, deja a las poblaciones aturdidas, desamparadas, carentes de iniciativa.
En este estado, las personas se convierten en aut¨®matas que imitan el comportamiento de los grupos que conservan la iniciativa dentro de la masa. Por eso se considera tan importante la existencia de personaspreparadas para movilizar adecuadamente a la poblaci¨®n a la hora de evacuar edificios o realizar las labores de rescate. Como ejemplo de este tipo de comportam¨ªento autom¨¢tico puede citarse el de los supervivientes del terromoto de Mesina (Italia), en 1908, que produjo 100.000 muertos en 23 segundos. La poblaci¨®n surgi¨® de los escombros en estado de choque, agrup¨¢ndose en el puerto, donde un maremoto produjo nuevas v¨ªctimas, o alej¨¢ndose de la ciudad en impresionantes filas silenciosas en medio de las ruinas. En otras ocasiones se han registrado casos de personas que estuvieron huyendo sin rumbo durante varios d¨ªas y que fueron encontradas hasta a 100 kil¨®metros de distancia del lugar de la cat¨¢strofe.
S?LVESE QUIEN PUEDA
Junto a este estado de inhibici¨®n y estupor y la p¨¦rdida de las referencias espaciotemporales habituales, el individuo est¨¢ afectado por la conciencia de su extrema vulnerabilidad y la impresi¨®n de que es el centro de la cat¨¢strofe. En resumen, el tremendo choque origina un estado que se caracteriza por inhibici¨®n f¨ªsica, intelectual, emotiva y de la voluntad, desorientaci¨®n espacio-temporal, terror, revelaci¨®n de la propia debilidad, regresi¨®n a una fase infantil o gregaria con b¨²squeda desesperada de protecci¨®n y socorro y tendencia a reunirse e imitar el primer modelo de acci¨®n que se presente.
Si el choque no ha sido muy intenso o existe un aprendizaje previo sobre las respuestas adecuadas en caso de cat¨¢strofes, la poblaci¨®n afectada puede responder de forma constructiva. En el reciente terremoto de M¨¦xico ocurri¨® as¨ª debido, fundamentalmente, a que las familias fueron educadas en los ¨²ltimos a?os por sus propios hijos, que a su vez recibieron en las escuelas ense?anzas sobre c¨®mo se debe actuar durante un terremoto. En el caso contrario est¨¢n los comportamientos inadaptados tales como la persistencia del estado inicial de conmoci¨®n-inhibici¨®n-estupor o el p¨¢nico, que provoca la imitaci¨®n irreflexiva de comportamientos en la b¨²squeda inconcreta de la salvaci¨®n. La cons¨ªgna es "S¨¢lvese quien pueda" pero sin racionalizar la forma efectiva de lograrlo. Tambi¨¦n es frecuente el abandono de los valores de la civilizaci¨®n, la indecisi¨®n y la repetici¨®n de gestos in¨²tiles.
La capacidad de reaccionar de forma constructiva ante una cat¨¢strofe influye en el estado ps¨ªquico posterior. Esto fue constatado por el equipo de psiquiatras enviado a Skopye (Yugoslavia) en los d¨ªas siguientes al terremoto de 1963. Los supervivientes que hab¨ªan participado en tareas de rescate y evacuaci¨®n mostraban mayor equilibrio emocional que los que erraban desocupados entre las ruinas.
El p¨¢nico es el m¨¢s peligroso de los comportamientos inadaptados, y lo peor es que, cuando se desencadena, es muy dificil contenerlo. Se manifiesta en una huida colectiva desenfrenada y sin orden. Las conciencias retroceden a un estado primitivo y gregario. Cuando aparece alg¨²n obst¨¢culo que dificulta esta huida, se responde con violencia. El p¨¢nico provoca tambi¨¦n huidas hacia adelante, suicidas.
La ¨²ltima etapa de la reacci¨®n humana ante las cat¨¢strofes se caracteriza por un desahogo colectivo durante el cual el individuo intenta vengarse contra el medio material que le ha sido hostil (la naturaleza) y contra el orden social que no ha sido capaz de protegerlo. Esta venganza se suele manifestar en forma de vandalismo, saqueo y, en menor medida, agresiones contra personas. Los saqueos son tan frecuentes que se produjeron incluso despu¨¦s del bombardeo at¨®mico de Nagasaki. Existe tambi¨¦n una mentalidad poscat¨¢strofe, que se caracteriza por conductas de duelo y sentimiento de culpabilidad de los supervivientes hacia los muertos.
Pero incluso los comportamientos altruistas pueden ser negativos si de adoptan de forma excesivamente r¨ªgida. Un ejemplo ilustrativo se produjo durante el torpedeo del Lusitania, el 7 de mayo de 1915. En aquella ocasi¨®n se respet¨® hasta tal punto la orden de "mujeres y ni?os primero" que las embarcaciones de salvamento salieron medio vac¨ªas. Los hombres, en un alarde de abnegaci¨®n colectiva injustificada, se negaron a embarcar en los botes y se hundieron con el barco.
Los terremotos han representado siempre un duro golpe al ideal cient¨ªfico de llegar a dominar la naturaleza. En 1955, cuando se produjo en Lisboa uno de los m¨¢s violentos registrados en los ¨²ltimos tiempos, acompa?ado de una gran ola s¨ªsmica o tsunami, con un balance de 60.000 personas muertas y la total destrucci¨®n de la ciudad, los cient¨ªficos de la ¨¦poca, convencidos de que la ciencia lograr¨ªa convertir la Tierra en un para¨ªso, sufrieron una fuerte impresi¨®n. Sin embargo, ahora nadie duda que los terremotos seguir¨¢n acompa?ando al hombre en su historia.
Y es que, pese a las caracter¨ªsticas de solidez y seguridad que solemos atribuirle, la Tierra, en realidad, es un organismo vivo en continua evoluci¨®n. Si hubiera sido posible grabar desde el espacio una pel¨ªcula que abarcara los ¨²ltimos 200 millones de a?os del planeta y proyectarla a la inversa, podr¨ªamos comprobar que la conocida silueta que delimita los continentes se iba transformando, hasta convertirse en un solo continente. Esa ¨²nica masa de tierra que exist¨ªa al principio recibe el nombre de pangea. El resto era agua.
Naturalmente, esa hipot¨¦tica pel¨ªcula nunca ha sido rodada, pero s¨ª se ha conseguido, con ayuda de ordenadores, establecer la forma en que estaban unidos los actuales continentes y ver c¨®mo han ido separ¨¢ndose hasta llegar a la situaci¨®n que ahora conocemos. Sin embargo, la distribuci¨®n actual de los continentes seguir¨¢ evolucionando en los pr¨®ximos miles de a?os.
La teor¨ªa que explica este proceso se denomina tect¨®nica de placas. Supone un cambio radical respecto a las ideas anteriores sobre la evoluci¨®n de la corteza terrestre, al establecer que est¨¢ formada por enormes placas que se mueven sobre el manto viscoso (capa intermedia entre el n¨²cleo y la corteza de la Tierra). En algunos casos, estas placas est¨¢n separ¨¢ndose entre s¨ª, y en otros, por el contrario, se acercan. Y justo donde se producen estas convergencias y divergencias tect¨®nicas se encuentran las zonas de mayor actividad s¨ªsmica y volc¨¢nica del planeta. El movimiento de estas grandes placas se produce lentamente, a raz¨®n de unos cuantos cent¨ªmetros al a?o. No obstante, al cabo de millones de a?os llegan a recorrer miles de kil¨®metros.
LA TIERRA 'VIVA'
El plegamiento o separaci¨®n de las plataformas tect¨®nicas se realiza con cierta resistencia friccional. A veces dos plataformas se mantienen unidas bajo enormes presiones, y los movimientos de cada una de ellas son contrarios (una puede alzarse mientras otra se hunde o dirigirse hacia el Norte mientras la otra empuja hacia el Sur). En este caso, la gran fricci¨®n de los bordes de las plataformas, que tienen un contorno desigual y son de roca ¨¢spera, impide su movimiento durante cierto tiempo, pero las fuerzas que las impulsan aumentan a medida que la circulaci¨®n lenta del manto separa las plataformas en algunos lugares. La descomunal presi¨®n de una plataforma contra otra acaba desplaz¨¢ndolas. Este movimiento puede ser de unos pocos cent¨ªmetros o que alcance varios metros. En todo caso, la presi¨®n cede y las plataformas quedan asentadas durante un per¨ªodo de tiempo hasta que se repite el proceso. Cuando se produce este movimiento la tierra vibra y ocasiona un terremoto. Puede ocurrir que en el transcurso de un siglo dos plataformas se muevan frecuentemente a poca distancia y al mismo tiempo, lo que origina temblores d¨¦biles. Pero si se mantienen fuertemente unidas durante un siglo y se sueltan de repente, el movimiento acumula toda la potencia que no reparti¨® en esos a?os y produce un terremoto de gran magnitud.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.