La huelga de los controladores a¨¦reos
Hay que decir que los controladores a¨¦reos componen un cuerpo de la Administraci¨®n civil del Estado de elite, pero no precisamente por su car¨¢cter personal o formativo, sino por las atenciones con que siempre han sido colmados por la Administraci¨®n. El cuerpo se cre¨® por ley de 28 de diciembre de 1966, y en ¨¦l se integraron, sin pasar por prueba alguna, personal que hab¨ªa ingresado en el extinto Ministerio del Aire -por influencia personal- y funcionarios procedentes del cuerpo o escala t¨¦cnica de radiotelegrafistas, y m¨¢s tarde por oposici¨®n, con las correspondientes pruebas. Es decir, que la iniciaci¨®n del cuerpo fue con personal al que no se le hab¨ªa exigido titulaci¨®n alguna para su ingreso. Y esto es lo va a traer la primera discriminaci¨®n con respecto a otros colectivos al asignar al cuerpo reci¨¦n creado un coeficiente (3,3) igual al de los titulados universitarios medios, tal como preve¨ªa la ley Rod¨®; esto es, pagar por el t¨ªtulo y no por la funci¨®n. Pues bien, los controladores sin t¨ªtulo se encontraron equiparados salarialmente a los que pose¨ªan titulaci¨®n universitaria. Primera discriminaci¨®n historiogr¨¢fica. La segunda aparece con la Ley 12/1981, por la que se exige para el ingreso en el cuerpo la licenciatura universitaria (ingeniero t¨¦cnico, profesor de EGB, graduado social, etc¨¦tera), con lo que el coeficiente se eleva de 3,3 a 3,6, siendo uno de los pocos casos en que a un cuerpo se le asigna nuevo nivel o coeficiente desde su creaci¨®n.No cabe duda de que la profesi¨®n de controlador es una de las m¨¢s modernas, crecientes y admiradas, pero existen otras profesiones dentro de la funci¨®n de Aviaci¨®n Civil que tienen importancia en la seguridad de los vuelos o en el mantenimiento de los aeropuertos. Hay otros cuerpos que inciden en la vida aeron¨¢utica servidos por funcionarios a los que se les exige, y se les exigi¨®, conocimientos especiales o titulaci¨®n media o universitaria -tales como los cuerpos de oficiales de aeropuertos, de telecomunicaciones aeron¨¢uticas, de ingenieros aeron¨¢uticos, etc¨¦tera- y que no gozan de las prebendas salariales de los controladores, pues a ¨¦stos se les dota de incentivos y gratificaciones que son ¨²nic os en el colectivo de Aviaci¨®n Civil. Es decir, otra discriminaci¨®n m¨¢s a la que nunca hemos puesto objeci¨®n, aunque s¨ª ha producido cierto desasosiego por el agravio comparativo. No cabe duda, decimos, de que es la del controlador una profesi¨®n -mejor dir¨ªamos un puesto de trabajo, ya que a la edad de 55 a?os pasan a desempe?ar labores burocr¨¢ticas- que requiere atenci¨®n por parte de los poderes p¨²blicos; pero nunca, por ello, debe elevarse a categor¨ªa primordial y discriminada, ya que est¨¢n sometidos, como todos los funcionarios, a unas normas que regula el derecho administrativo y, en materia econ¨®mica, a los Presupuestos Generales del Estado. Y no cabe duda de que es una profesi¨®n importante para la vida ordinaria del transporte a¨¦reo; pero por ello, por su importancia, deben someterse a la legalidad con m¨¢s vehemencia que el resto de las profesiones o puestos de trabajo.
La seguridad a¨¦rea es fundamento del transporte, y est¨¢ en manos de los que pilotan las aeronaves y de los que las dirigen desde tierra; pero ¨¦stas no son las ¨²nicas profesiones a tener en cuenta. Profesiones como las de limpieza o atenci¨®n sanitaria pueden ocasionar epidemias mortales o falta de atenci¨®n en momentos cruciales. Tales actuaciones son algo elemental en toda la actividad sindical.
La huelga es un derecho constitucional que ampara a todos los trabajadores; pero al ejercer un derecho pueden conculcarse otros.
Este derecho de los controladores merece, por lo menos, dos tipos de consideraciones. Una de ellas es la falta de oportunidad. Seg¨²n la Prensa y los datos facilitados por el portavoz de la huelga, la base reivindicativa es el aumento de sueldo y la reducci¨®n de jornada de trabajo. (Hemos dicho que hay falta de oportunidad, pero quiz¨¢ sean oportunos al plantearla estra t¨¦gicamente en el momento en que se est¨¢n discutiendo en el Parla mento los Presupuestos Generales del Estado.) En cuanto a los suel dos, no sabemos de qu¨¦ medios se puede valer el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda para incluir a cada controlador un aumento por centual de 50 en los haberes de 1986. El desparpajo con que hizo la petici¨®n el se?or Lacalle ante las c¨¢maras de TVE nos indicaba una referencia psicol¨®gica, en el sentido de parecer m¨¢s una boutade que una verdadera reivindicaci¨®n. La petici¨®n de llegar a las 1.200 horas de trabajo nos parece una bofeta da discriminatoria. Tal reivindica ci¨®n, si llegara a prosperar, pondr¨ªa al controlador con una jornada de trabajo diaria de tres horas y media, que, repartida en dos me dias jornadas -por la posible fatiga del puesto de trabajo-, nos dar¨ªa una hora y media de trabajo en cada una de ellas. Tal posibilidad ser¨ªa pagada a 4.000 pesetas la hora, cuando a funcionarios del mismo nivel se les abona a unas 800 pesetas. Vista as¨ª, aisladamente, la hora de trabajo no parece muy bien remunerada, pero hay que tener en cuenta la estabilidad en el empleo del funcionario.
Otra consideraci¨®n, por supuesto que subjetiva, es la falta de conocimientos sindicales, lo que lleva consigo una huelga montada bajo el pretexto del ejercicio de un derecho. El amparo de un derecho por las leyes -y en este caso, por la ley de leyes- no puede reafizarse bajo la tutela ad infinitum de reclamaciones ut¨®picas. Todo sindicalista sabe que pedir lo m¨¢s es quedarse en la mitad, pero tambi¨¦n sabe que es preferible hoy d¨ªa la participaci¨®n que la reivindicaci¨®n. Ya no estamos en los tiempos de la algarada callejera, por mucho que se diga que es hoy el quinto poder; hoy los sindicalistas se sientan en las mesas de las negociaciones (AMI, ANE, AES) para poner sobre el tapete las reivindicaciones de todo tipo.
Presi¨®n salarial
No cabe duda de que la Administraci¨®n, la fr¨ªa Administraci¨®n, somete a sus funcionarios a una pres¨ª¨®n salarial distinta de la que las empresas hacen con el resto de los trabajadores; pero tambi¨¦n el funcionario debe saber que la reivindicaci¨®n fuera de las normas antiinflacionistas est¨¢ fuera de lugar. La invocaci¨®n a los niveles salariales de los colegas europeos nos parece tan candorosa que no merece m¨¢s atenci¨®n que la iniciaci¨®n de un estudio globalizado de todo el entorno funcionarial aeron¨¢utico. Por lo dem¨¢s, un buen sindicalista debe sopesar todas las coordenadas socioecon¨®micas de su entorno, pues no en vano se dice en los m¨¢s elementales manuales de la OIT que "el ejercicio de sus f¨¢ncionel sindicales plantea tambi¨¦n un problema educativo, en el sentido de que el alcance real de las medidas adoptadas depende con frecuencia de la utilizaci¨®n que los propios trabajadores hagan de sus derechos".
De tal manera es inoportuna la huelga de los contr¨®ladores que ha contrariado a una serie de colectivos. A los administrados, porque les ha visto privados de la elecci¨®n de un medio de transporte. A las compa?¨ªas a¨¦reas usuarias, porque ello eleva las p¨¦rdidas, ya cuantiosas, que luego pagamos todos los espa?oles, y a las que ha ridiculizado el portavoz de la huelga al decir que "los usuarios se hab¨ªan enterado antes que ellos de los efectos de la huelga". Y, por fin, ha herido el esp¨ªritu sindicalista del resto de los cuerpos de la Administraci¨®n civil aeron¨¢utica -a los que, por supuesto, este colectivo de elite nunca ha tenido en cuenta-, que est¨¢n en condiciones salariales y de promoci¨®n verdaderamente vejatorias con respecto a los controladores.
Una actuaci¨®n sindical de los cuerpos de Aviaci¨®n Civil no puede limitarse a las reivindicaciones m¨¢s o menos ut¨®picas de aumentos salariales y de rebaja de horas de trabajo. Una actuaci¨®n sindical empieza por la defensa de intereses profesionales, pero pasa por la reivindicaci¨®n de derechos de cuerpo -o de clase, si se quiere-, aunque teniendo en cuenta al resto de los colectivos. Adem¨¢s es m¨¢s importante la participaci¨®n dentro de la Administraci¨®n y en las directrices de la vida aeron¨¢utica. Esta es una faceta que han olvidado los controladores, sin que los ¨¢rboles de sus intereses personales les dejen ver el bosque del resto de los colectivos empe?ados en la tarea del servicio aeron¨¢utico.
Una Administraci¨®n que acaba de salir de la esfera militar debe civilizarse en armon¨ªa entre todos los cuerpos y trabajadores que,la sirven, sin discriminaciones importantes, impropias de una filosof¨ªa sindical moderna, y, menos a¨²n, lejos de la tendencia a la promoci¨®n igualitaria de los funcionarios privilegiados o de elite.
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