Entre la eficacia y la igualdad
LOS SOCIALISTAS se presentan a las elecciones del 22 de junio con un mensaje filos¨®fico-econ¨®mico: la consecuci¨®n del equilibrio entre la eficacia y la igualdad. No es para menos. El repaso de tres a?os y medio de pol¨ªtica econ¨®mica da un balance de claroscuros sintom¨¢tico. Se ha avanzado sensiblemente en el saneamiento econ¨®mico, pero las condiciones de vida de muchos ciudadanos se han deteriorado.El problema es delimitar cu¨¢l es el objetivo de ese saneamiento y durante cu¨¢nto tiempo va a continuar para saber cu¨¢ndo se va a materializar una mejora en la capacidad adquisitiva de los espa?oles y cu¨¢ndo van a disminuir sustancialmente los porcentajes del desempleo, los m¨¢s altos en el ¨¢rea de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE). El eslogan por buen camino parece indicar el cont¨ªnuismo de la pol¨ªtica econ¨®mica, aunque en el programa electoral se hable de conseguir "el m¨¢ximo crecimiento sostenido en una econom¨ªa ya saneada".
El pretexto de la herencia recibida, que sirvi¨® al Ejecutivo en muchos casos para justificar sus errores o su ritmo lento, sigue teniendo, sin embargo, un sentido en el aspecto econ¨®mico. El momento en que el PSOE subi¨® al Gobierno era cr¨ªtico. Con un d¨¦ficit p¨²blico y exterior superiores a lo previsto, algunas empresas de primera magnitud estaban en suspensi¨®n de pagos o al borde de la quiebra (por ejemplo, Explosivos R¨ªo Tinto o Al¨²mina-Aluminio), y la crisis financiera tend¨ªa a convertirse en la m¨¢s importante de Occidente. Por a?adidura, dos meses despu¨¦s de llegar los socialistas a la Moncloa fue expropiada Rumasa, en condiciones que la acercaban a la quiebra, y siendo uno de los mayores holdings bancario-industriales de nuestro pa¨ªs.
La pol¨ªtica econ¨®mica padece en todos los pa¨ªses, con la excepci¨®n casi ¨²nica de Estados Unidos, condicionamientos exteriores que apenas dejan margen a un grado de autonom¨ªa nacional. A causa de ello, el programa econ¨®mico del PSOE de 1982 dur¨® ¨²nicamente durante el intervalo entre los comicios y la toma de posesi¨®n del Gobierno. Nada m¨¢s comenzar ¨¦ste, el ministro de Econom¨ªa y Hacienda aplic¨® un severo plan de estabilizaci¨®n a la usanza cl¨¢sica. Se trat¨® de ajustar la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola con la de los pa¨ªses de nuestro entorno. Los resultados favorables comienzan a registrarse ahora: ha bajado la inflaci¨®n (la subida media anual de los precios al consumo se ha desacelerado del 14,4% al 8,8% en 1985); el crecimiento de la actividad econ¨®mica se ha acelerado desde un 0,9% a un 2% cada uno de los dos ¨²ltimos a?os y a cerca del 3% esperado en 1986; la balanza exterior ten¨ªa un d¨¦ficit que equival¨ªa al 2,4% del producto interior bruto y en 1985 alcanz¨® un super¨¢vit del 1,6%. Tambi¨¦n han sido espectaculares la reducci¨®n de la deuda externa y el aumento de la reserva de divisas.
Pero no todo son ¨¦xitos, y el precio pagado por ¨¦stos puede parecer, con raz¨®n, excesivo: los socialistas deben apuntarse su falta de capacidad para explicar por qu¨¦ tanto rigor, incrementado por una reconversi¨®n industrial que ha causado muchas heridas en el cuerpo sindical y por un inicio de reforma de la Seguridad Social que ha da?ado los intereses de los futuros jubilados. El c¨¢ncer de la vida econ¨®mica espa?ola ha tenido tambi¨¦n una abrumadora met¨¢stasis: no s¨®lo no se han creado los 800.000 puestos de trabajo netos prometidos en 1982, sino que en estos tres a?os y medio se han generado otros 734.000 parados. Espa?a ostenta el dif¨ªcil r¨¦cord de tener en el desempleo al 22% de su poblaci¨®n activa, superior al de cualquiera de los 24 pa¨ªses de la OCDE. Aun contando con el fracaso de las estad¨ªsticas y la existencia de la econom¨ªa sumergida, es demasiado. El d¨¦ficit p¨²blico tampoco ha podido ser doblegado, a causa sobre todo de los gastos corrientes que abruman a la Administraci¨®n, y la reforma fiscal aplicada ha sido parca en el descubrimiento y ruptura de las bolsas de fraude fiscal tradicionales, mientras ha incidido con intensidad en las rentas salariales controladas a trav¨¦s de las n¨®minas de las empresas. Sobre ¨¦stas hay que decir que la remuneraci¨®n de los asalariados decreci¨® en el per¨ªodo: cay¨® el 1,5% en t¨¦rminos reales en 1982, el 0,3% en 1983, el 3,9% en 1984 y parece frenarse en 1985.
En definitiva, los ciudadanos est¨¢n a la espera de recoger los beneficios del ajuste en los pr¨®ximos a?os. S¨®lo as¨ª tendr¨¢n sentido los sacrificios pasados que han sido propiciados en otros pa¨ªses democr¨¢ticos por Gobiernos de derecha y muy excepcionalmente por los socialistas. ¨²nicamente de esta forma se comprender¨¢ la espinosa senda recorrida hasta aqu¨ª y el buen camino que promete Felipe Gonz¨¢lez.
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