Defensa del diputado
Han pasado ya unos pocos d¨ªas y mi asombro e indignaci¨®n van en aumento. Cierto que me unen con Jos¨¦ Miguel Bravo de Laguna m¨¢s de 15 a?os de amistad. Cierto tambi¨¦n que apenas si nos vemos de tarde en tarde, pero, en cualquier caso, quiero pensar que mi reacci¨®n indignada como simple ciudadano (eso s¨ª, interesado por las cosas p¨²blicas que a todos nos afectan) hubiera sido la misma al contemplar un caso tan flagrantemente injusto como ¨¦ste.Ante una informaci¨®n abusiva y tendenciosa basada en un incidente carente de la m¨¢s m¨ªnima importancia, ?d¨®nde est¨¢ la voz de un partido pol¨ªtico para defender rotundamente a un parlamentario que lleva sin la menor tacha representando al pueblo espa?ol desde la primera legislatura democr¨¢tica?
?D¨®nde est¨¢ la voz institucional del Parlamento espa?ol amparando en su dignidad a uno de sus miembros, que ha sido v¨ªctima de un atropello informativo injusto y desmesurado?
?C¨®mo es posible que RTVE, que a menudo oculta u omite informaciones de honda trascendencia p¨²blica, se haya cebado, d¨¢ndole tratamiento de noticia estelar, en un asunto tan nimio, que, sin embargo, puede producir al interesado graves da?os morales y profesionales?
?C¨®mo es posible, por ¨²ltimo, que un peri¨®dico de la categor¨ªa de EL PA?S entre en este repugnante juego, y en un editorial diga cosas tan tremendas como ¨¦sta: "?Ser¨¢ la primera vez que se declara culpable sin serlo? ?Ser¨¢ la primera vez que se declara inocente sin serlo?"?
Se?ores m¨ªos, en su disyuntiva falla la premisa, porque durante sus muchos a?os desempe?ando funciones p¨²blicas en la Administraci¨®n y en el Congreso de los Diputados, ?es que acaso ha habido alg¨²n suceso protagonizado por J. M. Bravo de Laguna en el que tenga sentido plantear cualquiera de las dos preguntas que formulan ustedes?
Los ciudadanos (algunos, al menos) nos quedamos at¨®nitos y asqueados observando c¨®mo desfila ante nuestros ojos y o¨ªdos toda clase de enjuagues, abusos, chapuzas sin fin, protagonizadas por innumerables personajes de la vida social y pol¨ªtica que, lejos de ser repudiados, van por el mundo hinchando pecho, y ahora resulta que un hombre digno, honrado y capaz puede ser vapuleado (ir¨®nicamente, piadosamente, pero vapuleado) por el Lrascendental hecho de no tener un ticket acreditativo de una insignificante compracfectuada en unos grandes almacenes.
?Que es ¨¦ste, quiz¨¢, el proceder ordinario de las sacrosantas democracias occidentales? Pues muy bien: siquiera por una vez no nos deber¨ªamos avergonzar de no importar normas de uso social tan hip¨®critas e injustas.
Mucho me temo, sin embargo, que si la misma clase de incidentes le hubiera ocurrido a un diputado brit¨¢nico en Espa?a, a estas horas se nos estar¨ªan exigiendo excusas oficiales.- Alejandro Gaos P¨¦rez.
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