Un desaf¨ªo para la Cruz Roja
LA CRUZ Roja Espa?ola dispondr¨¢ en 1987 del primer presupuesto anual digno de ese nombre a lo largo de sus 122 a?os de historia. Muy pronto, adem¨¢s, podr¨¢ gobernarse con unos estatutos que se suponen m¨¢s acordes con sus necesidades actuales y que sustituir¨¢n a los aprobados por el Gobierno franquista de Burgos en 1937. Esos estatutos del pasado proyectaron sobre esta instituci¨®n humanitaria una imagen militarizada y elitista que tanto ha contribuido a hacer de ella una especie de gueto en medio de los cambios sociales sobrevenidos en los ¨²ltimos tiempos.La tarea de renovaci¨®n que tiene por delante el actual equipo directivo, que lleg¨® a la c¨²pula de esta instituci¨®n hace ahora un a?o y que ha de abrir al futuro una organizaci¨®n, no es precisamente f¨¢cil. Ese desaf¨ªo que vive la Cruz Roja, con sus cerca de 100.000 voluntarios, su medio mill¨®n de socios, su presupuesto de 22.000 millones de pesetas y su red nacional de 32 hospitales, no es s¨®lo el que le exige la adaptaci¨®n de su estructura de burocracia casi ministerial a criterios de eficacia y de racionalidad.
Se trata, sobre todo, de ensanchar sus cometidos sociales, pr¨¢cticamente reducidos ahora a prestar primeros auxilios en los accidentes de playa y carretera, abordando con eficacia y autoridad moral la defensa de los derechos humanos de los ciudadanos espa?oles perseguidos por la marginaci¨®n. Para avanzar en ese camino, la Cruz Roja ha de animarse de una voluntad que la ponga en l¨ªnea con las instituciones de su car¨¢cter que funcionan con igual veteran¨ªa en las sociedades democr¨¢ticas europeas.
Ambos objetivos de renovaci¨®n no podr¨¢n salir adelante sin la previa democratizaci¨®n interna de la instituci¨®n, que acabe con los reinos de taifas de sus asambleas regionales y provinciales y aporte a sus ¨®rganos de direcci¨®n la iniciativa de sus centenares de miles de socios. Pero la necesaria democratizaci¨®n interna de la Cruz Roja Espa?ola, como condici¨®n previa a su renovaci¨®n, exige la eliminaci¨®n absoluta de las formas militarizadas que, en un remedo ret¨®rico del Ej¨¦rcito, caracterizan su estructura y funcionamiento. Asombra tanto que los partes de incidencias sanitarias se den a la voz de a sus ¨®rdenes y con el taconazo reglamentario en la vida militar como que los grupos de socorro de una instituci¨®n humanitaria y filantr¨®pica se denominen tropas; sus responsables, coroneles, capitanes, tenientes o cabos, y unos y otros utilicen uniformes y distintivos castrenses. Esta estructura militarizada tiene como efecto alejar a no pocos segmentos de la juventud de la Cruz Roja.
Junto a la democratizaci¨®n de su estructura, lo que implica el obligado protagonismo de los socios en sus ¨®rganos decisorios, y, en definitiva, su reconversi¨®n en una organizaci¨®n plenamente civil, la Cruz Roja Espa?ola necesita sanear econ¨®micamente su actividad. En este terreno, un objetivo prioritario es el de enjugar el d¨¦ficit de m¨¢s de 7.000 millones de pesetas que arrastra desde a?os atr¨¢s.
El nuevo panorama puede variar a ra¨ªz de la aprobaci¨®n de los nuevos estatutos, un marco legal imprescindible para poner en marcha las reformas. Esta instituci¨®n podr¨¢ estar as¨ª m¨¢s cerca de los grupos marginales y desprotegidos de nuestra sociedad y tomar distancias con el mundo de pandereta no pocas veces reflejado en los ecos de sociedad de la Prensa.
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