Botha, a la defensiva en los comicios s¨®lo para blancos
A pesar de las contundentes y confiadas manifestaciones de sus l¨ªderes, el Partido Nacional, del presidente Pieter W. Botha, en el poder en Sur¨¢frica desde 1948, disputa las elecciones generales s¨®lo para blancos del 6 de mayo netamente a la defensiva, como lo demuestra, entre otras cosas, el eslogan de campa?a m¨¢s repetido por los nacionalistas: "Reforma, s¨ª; rendici¨®n, no". Cuatro a?os despu¨¦s del inicio de un t¨ªmido programa de reformas por P. W. -como Botha es conocido en Sur¨¢frica-, que aboli¨® una serie de leyes segregacionistas e intent¨® atraerse a las minor¨ªas mestiza e india conla creaci¨®n de un Parlamento tricameral segregado, el pretendido barco reformista gubernamental parece haber encallado, a pesar de las continuas protestas en sentido contrario del Gobierno.
Como ha dicho recientemente la veterana luchadora antiapartheid y diputada del Partido Federal Progresista -de la oposici¨®n liberal blanca- Helen Suzman, tiene bemoles pretender, como pretende el Partido Nacional, que un voto por ellos es un voto a la estabilidad cuando, despu¨¦s de 40 a?os, el pa¨ªs es totalmente inestable, la econom¨ªa est¨¢ en crisis y Sur¨¢frica est¨¢ aislada internacionalmente.Nadie niega, ni siquiera los l¨ªderes del nacionalismo negro, que Botha ha ido m¨¢s all¨¢ que ning¨²n otro de sus predecesores afrikaners en la reforma del odioso sistema de apartheid para conseguir la supremac¨ªa total econ¨®mica y pol¨ªtica de la minor¨ªa blanca sobre la mayor¨ªa de color.
Como consecuencia de su pasado y su militancia vitalicia en el partido inventor del apartheid, Botha ha sido incapaz de dar el paso final que convenza a la poblaci¨®n negra de la sinceridad de sus intenciones. Y ese paso no es otro que la liberaci¨®n, pedida a gritos en el interior y en el exterior, del l¨ªder del Congreso Nacional Africano (ANC), Nelson Mandela, en la c¨¢rcel desde hace m¨¢s de 23 a?os; la legalizaci¨®n de las organizaciones nacionalistas y el inicio de conversaciones para que los 25 millones de negros tengan representaci¨®n pol¨ªtica parlamentaria. Igualmente, la declaraci¨®n de dos estados de excepci¨®n desde 1985, que han producido m¨¢s de 2.000 muertes violentas en enfrentamientos de negros contra negros y polic¨ªas contra manifestantes, tampoco ha contribuido precisamente a extender la credibilidad del Gobierno entre las masas no blancas del pa¨ªs.
Con lo que muchos pol¨ªticos de la oposici¨®n consideran un desconocimiento total de los sentimientos del pa¨ªs real, Botha y su Gobierno parecen haberse atrincherado, como su antepasados, en el laager, el c¨ªrculo de carretas de bueyes utilizado por los boers (granjeros) para defenderse en sus guerras del siglo pasado contra los zul¨²s y los xhosa.
En sus intervenciones electorales, Botha y sus ministros han manifestado que la reforma continuar¨ªa, al tiempo que anunciaban su intenci¨®n de mantener en vigor la segregaci¨®n en las escuelas, en las playas, y en los barrios.
Carencia de ideas nuevas
La campa?a de Botha ha brillado por la carencia de ideas nuevas que pudieran servir de base a un entendimiento futuro con los l¨ªderes representativos de las comunidades negra, mestiza e india. El mismo viernes por la noche, en Sasolburg, en el conservador Transvaal, Botha habl¨® de la necesidad de acomo dar pol¨ªticamente a lo que la terminolog¨ªa oficial califica de negros urbanos, unos diez millo nes, olvidando a los otros m¨¢s de diez millones que viven en la entelequia de los cuatro Estados independientes o en las seis regiones aut¨®nomas.
A lo m¨¢s que llegan los te¨®ricos de la reforma es a hablar de conceder representaci¨®n a los negros en un consejo presidencial multirracial, una idea re hazada por el dirigente negro m¨¢s moderado, el l¨ªder de los zul¨²s, jefe Mangosutu Buthelezi.
En un intento de terminar con las deserciones de militantes del Partido Nacional a los todos partidos de extrema derecha, el Gobierno ha basado su campa?a en un ataque continuo contra el ANC y el peligro que supone para el futuro de Sur¨¢frica, que ha extendido al Partido Federal Progresista (PFP), al que acusa de ser blan do con el comunismo y de pedir la libertad de Mandela y la lega lizaci¨®n del ANC.
El l¨ªder del PFP, Colin Eglin, ha contestado a la campa?a de descr¨¦dito emprendida contra la oposici¨®n liberal blanca, que s¨®lo ten¨¢ 26 diputados de un total de 166 en el ¨²ltimo Parlamento, afirmando que el problema de Sur¨¢frica era el apartheid y no el comunismo. En un mitin celebrado esta semana en un distrito de Johanesburgo, Eglin afirmaba que "en los ¨²ltimos 30 a?os el Partido Nacional ha suministrado a los comunistas m¨¢s munici¨®n de lo que cualquier estratega del Kremlin hubiera podido so?ar".
Como ocurri¨® en 1977, el actual Gobierno parece decidido a seguir los pasos de John Vorster cuando el entonces primer ministro la emprendi¨® contra los norteamericanos y la "injerencia extranjera" y consigui¨® un gran triunfo electoral. En este sentido habr¨ªa que enmarcar las continuas alusiones de Botha y su ministro de Asuntos Exteriores, Roelof, Pik, Botha a que no se dejar¨¢n dictar el futuro de Sur¨¢frica desde fuera, y la incursi¨®n de comandos hace una semana contra una pretendida base de infiltraci¨®n del ANC en Zambia.
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