"My name is Panam¨¢"
Muy contadas veces encontraremos referencia a Panam¨¢ cuando se analiza la crisis centroamericana, o cuando se condena el golpismo militar o las dictaduras que ¨¦stos han engendrado en el continente de los 500 a?os de soledad de los de abajo. Agobiados por 19 a?os de Gobierno de facto, cuyo saldo de fracasos, latrocinios y corrupci¨®n cabalga a la par de la carest¨ªa de la vida, el desempleo, la desnutrici¨®n, los paname?os que abogamos por una sociedad civilista nos preguntamos si el precio a pagar por no querer ser solamente un canal es el de obligamos a convertirnos en un vertedero de intereses absolutamente ajenos a nuestro acontecer.Pieza clave para el ajedrez pol¨ªtico de la regi¨®n, Panam¨¢ vive en medio de una desesperanza interna que poco tiene que envidiar a sus hermanos del Sur o del centro, si logr¨¢semos que los observadores eventuales dejasen de medir la violencia reinante en el continente basados exclusivamente en la sangre que se derrama o en el n¨²mero de represiones callejeras.
Hace muchos a?os que en nuestra Am¨¦rica, y el caso de Panam¨¢ es un ejemplo de ello, se aplica una represi¨®n econ¨®mica, pol¨ªtica y social que va dejando un saldo de v¨ªctimas y de da?os para permitir la institucionalizaci¨®n de una denominada doctrina de la seguridad nacional, que no es m¨¢s que la legalizaci¨®n y la legitimaci¨®n del terrorismo de Estado, a niveles m¨¢s sofisticados que la tortura, el encierro o el destierro.
Crudo monetarismo
En el ¨¢rea econ¨®mica, el crudo monetarismo de los Chicago boys ha convertido a los dos mifiones de habitantes del pa¨ªs istme?o en los *ostentadores de la deuda per c¨¢pita m¨¢s alta del mundo, donde el 23% de la poblaci¨®n no tiene trabajo, al tiempo que m¨¢s de la mitad del presupuesto nacional est¨¢ destinado al pago de los intereses de la deuda externa; se importa el 86% de lo que se consume; pa¨ªs de servicios desde la ¨¦poca colonia], no hay una industria nacional, y tanto la agricultura como la ganader¨ªa sufren el abandono a favor de las operaciones financieras del gigantesco centro bancario al que concurren cuantiosas sumas de dinero para su lavado y secado, en el ¨²nico pa¨ªs del mundo, adem¨¢s de Estados Unidos, cuya moneda oficial es el d¨®lar.
La carest¨ªa de la vida y los bajos salarios contribuyen a que un ej¨¦rcito de 20.000 hombres perciba el 36% del presupuesto nacional y haya hecho de Panam¨¢ no un Estado que tiene un ej¨¦rcito, sino un ejercito que tiene un Estado. Mucho se habla de la necesaria desmilitarizaci¨®n del ¨¢rea centroamericana, pero mucho m¨¢s es lo que se calla sobre la gigantesca militarizaci¨®n que vive Panam¨¢, donde los tres ¨®rganos del Estado Gudicial, ejecutivo y legislativo) contin¨²an dependiendo de la voluntad del general y no de la voluntad general.
En ese terreno, m¨¢s que un pa¨ªs agitado, Panam¨¢ vive sobresaltado. A las protestas de los trabajadores en defensa de sus cada vez m¨¢s conculcados derechos se han sumado m¨¦dicos y educadores para expresar en las calles sus reivindicaciones. Suspensiones cotidianas de los servicios de luz y agua durante varias horas son utilizadas por el r¨¦gimen militar gobernante para sembrar la angustia y el desasosiego y desviar el repudio nacional a su pol¨ªtica antinacional, al servicio de organismos for¨¢neos de financiamiento, que, tras hipotecar la econom¨ªa nacional, se apresta a desmantelar la seguridad social y la educaci¨®n p¨²blica a fin de que los paname?os del a?o 2000 sean el modelo acabado del esclavo moderno.
El car¨¢cter autoritario de los detentadores del poder no admite disidencia u oposici¨®n organizada, y califica de "antipatriotas y sediciosos" a todos aquellos que no elogien sus acciones y rechacen el car¨¢cter cipayo con el que administran nuestros recursos. El canal de Panam¨¢ les ha servido de pretexto para parapetarse tras una demagogia nacionalista que sirva a la institucionalizaci¨®n de la caquicracia cuya somocizaci¨®n es encubierta por Washington y La Habana.
El verdadero nombre de Panam¨¢ no es el que nos brinda el estribillo progagand¨ªstico que ofrece la oficina paname?a de turismo. Hoy Panam¨¢ sirve de maquiav¨¦lico ensayo de la raz¨®n de Estado de una sociedad internacional dominada por el manique¨ªsmo, donde la corrupci¨®n de las palabras y los valores es utilizada para ahogar en el silencio el clamor de un pueblo al que nos negamos que se le siga achacando la irresponsabilidad de quienes, desde su asalto del poder, se han encargado de hacer creer a la opini¨®n p¨²blica mundial que Panam¨¢ es sin¨®nimo de narcotr¨¢fico, traficante de armas y albergue de g¨¢nsteres.
En Panam¨¢, donde, sin temor a equivocarnos, pronto tendremos otro presidente de la Rep¨²blica producto del arbitrio exclusivo de los militares, queremos salir de esta noche para poder cumplir nuestra responsabilidad como Estado miembro de la comunidad internacional y apartarnos de la locura dionisiaca en que las botas han hundido al pa¨ªs.
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