La polic¨ªa detiene, ocho meses despu¨¦s, a un jubilado acusado de ahogar a su esposa
Rom¨¢n San Faustino Ruiz, de 67 a?os, ha ingresado en la prisi¨®n de Carabanchel acusado de matar a su mujer, Hilaria Ram¨ªrez, de 75, a la que, seg¨²n los indicios, golpe¨® con una tabla de lavar y luego sumergi¨® en una ba?era con agua hasta que muri¨® asfixiada. El suceso ocurri¨® el 27 de octubre de 1986, y ha sido esclarecido ahora, ocho meses despu¨¦s, pese a que una vecina que habita en la planta de la v¨ªctima avis¨® seis veces ese a?o a la polic¨ªa para que protegiera a la anciana de las agresiones de su marido.
Rom¨¢n San Faustino, seg¨²n estas fuentes fue denunciado y juzgado tambi¨¦n en varias ocasiones por agresiones e insultos a vecinos. Hab¨ªa sido enfermero y sol¨ªa exhibir un carn¨¦ de ex combatiente. La pareja no ten¨ªa hijos. El cad¨¢ver de Hilaria se encontr¨® a las 14 horas del 27 de octubre de 1986 en la vivienda conyugal, situada en la calle Maquileros n¨²mero 6 (distrito de San Blas).Un mes m¨¢s tarde, seg¨²n la polic¨ªa, y como consecuencia de la autopsia, el juez encarga do del caso abri¨® diligencias previas para el esclarecimiento de la muerte, "que parec¨ªa accidental". El dictamen forense hab¨ªa revelado que la muerte se produjo de forma violenta, "y, en concreto, a causa de asfixia mec¨¢nica por sumersi¨®n incompleta. Tanto ¨¦sta como ciertas lesiones traum¨¢ticas presentaban caracter¨ªsticas de haber sido originadas en vida".
En la Jefatura Superior de Polic¨ªa minimizaron ayer la tardanza en resolver el caso y afirmaron que primero se pens¨® que la muerte fue accidental y que despu¨¦s se investigaron todas las relaciones de la anciana, dado que no necesariamente hab¨ªa que pensar que el autor del erimen hab¨ªa sido el marido. Los vecinos, sin embargo, siempre mantuvieron la sospecha de que su autor era el iracundo 37 borrach¨ªn excombatiente.
"?En la ba?era? Pero si aqu¨ª no hay ni ba?era; hay una ducha con apenas altura", dice la convecina de Hilaria. Esta mujer, que teme identificarse por si regresa su encarcelado vecino, exclam¨® cuando conoci¨® la muerte: "Ha descansado".
La anciana sol¨ªa asomarse al balc¨®n sollozando y pidiendo auxilio cuando el jubilado, tras subir cargado de alg¨²n vecino bar, la emprend¨ªa a golpes con ella. Su llanto traspasaba paredes y hac¨ªa pasar noches en blanco a los inquilinos del inmueble. En ocasiones, Hilaria era echada a la escalera de la casa por su marido y entonces suplicaba que le dejaran entrar en alg¨²n piso.
La anciana enmudeci¨®
En los ¨²ltimos meses de su vida, sus gritos ya no alteraban la paz de la casa. La anciana hab¨ªa perdido la voz. La vecina que avisaba a la polic¨ªa de las agresiones muestra su estupefacci¨®n por la habilidad del antiguo enfermero para deshacerse de los agentes: "No s¨¦ que les dec¨ªa, pero los polic¨ªas ven¨ªan, hablaban con ¨¦l; se iban y no pasaba nada".
Una vez que "los funcionarios averiguaron que eran frecuentes las disputas entre el matrimonio, as¨ª como los malos tratos que Rom¨¢n inflig¨ªa a su esposa, fundamentalmente a causa de la afici¨®n a la bebida por parte de ¨¦l", se detuvo al jubilado.
?ste reconoci¨® que tuvo una fuerte discusi¨®n con su mujer el d¨ªa en que ella muri¨®. Y admiti¨® que dio varios pu?etazos a Hilaria, pero neg¨® haberle golpeado con un objeto contundente o haberle sumergido la cabeza en la ba?era. Casualmente, esa noche Rom¨¢n tir¨® a la basura la tabla de lavar por carecer de utilidad para ¨¦l, seg¨²n dijo.
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