Un pleno incompleto y un problema intocable
La denuncia de Schumacher sobre la existencia de doping en el f¨²tbol de altos vuelos produjo, adem¨¢s de un ¨¦xito notable en las ventas de su libro y una ominosa represalia contra ¨¦l por parte de la federaci¨®n alemana occidental, cierta esperanza de que el problema fuera tomado por fin en serio. El doping en el f¨²tbol es un secreto a voces. La falta de control ha ido convirti¨¦ndolo en pr¨¢ctica frecuente. Los jugadores lo saben mejor que nadie. No se resisten por falta de car¨¢cter, porque les dicen que se trata de vitaminas o porque piensan que el otro rival lo va a tomar. Pero lo repudian en su inmensa mayor¨ªa.El sindicato ha pedido repetidas veces que se implante el control antidoping porque piensa que sin ello los jugadores est¨¢n desprotegidos ante este problema del que son los ¨²nicos perjudicados.La asamblea dej¨® pasar ayer otra vez la ocasi¨®n. El tema ni se trat¨®, a pesar de que, tras las declaraciones de Schumacher, aparecieron muchas voces en Espa?a confirmando que aqu¨ª tambi¨¦n hay doping. La federaci¨®n dijo mostrarse dispuesta a implantar el control en la liguilla final del ¨²ltimo Campeonato de Liga.
Aquello sirvi¨® para acallar el clamor en unos d¨ªas en que se publice,ban encuestas seg¨²n las cuales la mayor¨ªa de los futbolistas espa?oles admit¨ªan conocer la existencia y uso del doping. El tiempo ha demostrado que no hab¨ªa voluntad real. Los directivos discutieron sobre ¨¢rbitros, sobre calendarios y sobre presupuestos. En los pasillos tantearon la posibilidad de cerrar alg¨²n fichajito de ¨²ltima hora con el que volver a casa. Del doping, ni una palabra.
Y esto ha sido, posible porque, por aberrante que parezca, la representaci¨®n de los futbolistas en la asamblea es casi nula y la que existe es ficticia. El decreto anti-Porta ha dejado como saldo una asamblea en la que no hay un solo jugador profesional afiliado al sindicato. Los hombres de la federaci¨®n se cuidaron de evitarlo cuando se celebraron las elecciones previas. Su voz no se escucha porque no existe. Y a los directivos les conviene dejar las cosas como est¨¢n. Es m¨¢s c¨®modo y m¨¢s barato, y no es su salud la que se perjudica.
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