La apuesta del tren
LA LUZ verde dada por el Gabinete, en su ¨²ltima reuni¨®n, a la adjudicaci¨®n de las obras del nuevo acceso ferroviario a Andaluc¨ªa, por un importe total de 36.270 millones de pesetas, constituye un buen inicio en la puesta en marcha del Plan de Transporte Ferroviario con el que se pretende modernizar de aqu¨ª al a?o 2.000 la red ferroviaria espa?ola, acerc¨¢ndola al nivel que tiene la del resto de pa¨ªses de la CE. La variante permitir¨¢ dentro de seis a?os evitar el actual estrangulamiento de Despe?aperros y har¨¢ posible altas velocidades en los enlaces Madrid-Andaluc¨ªa.Un vez integrada Espa?a en el ¨¢rea comunitaria s¨¦ hac¨ªa insoslayable la puesta en marcha de este plan, que representa un giro radical en la pol¨ªtica del Ejecutivo socialista sobre el ferrocarril, si nuestro pa¨ªs no quer¨ªa quedar marginado para siempre en la batalla por un transporte r¨¢pido y de calidad. La renovaci¨®n del ferrocarril espa?ol despeja las inc¨®gnitas que persist¨ªan sobre el futuro de este medio de transporte, tras el duro saneamiento del contrato-programa en 1984. Las dudas sobre el futuro del ferrocarril espa?ol ven¨ªan justificadas por la constante p¨¦rdida de tr¨¢fico y por la degradaci¨®n de su situaci¨®n financiera, consecuencia, entre otras causas, de la persistencia de una concepci¨®n antigua en la gesti¨®n y prestaci¨®n de este servicio y de la feroz competencia del transporte por carretera en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Bastar¨¢ recordar que entre 1950 y 1980 la carretera multiplicaba por 30 sus tr¨¢ficos de viajeros y por 20 los de mercanc¨ªas, mientras que el ferrocarril no llegaba a doblar los de viajeros y s¨®lo crec¨ªa en un 40% en los de mercanc¨ªas.
Lo m¨¢s significativo del plan es la apuesta decidida que se ha hecho por dotar a Espa?a de un sistema ferroviario de calidad, especializado en los tr¨¢ficos en los que resulta competitivo( largo recorrido, cercan¨ªas y mercanc¨ªas de grandes masas y a plazo fijo).El nuevo rumbo escogido obligar¨¢ al Estado y a Renfe a una inversi¨®n en los pr¨®ximos 13 a?os de 2,1 billones de pesetas y la filosof¨ªa en la que se apoya no es otra que la de dar respuesta a las mayores demandas de servicio, en concurrencia con los otros modos que operan en el sistema de transporte. S¨®lo en lo que se refiere al transporte de viajeros, las. previsiones cifran el aumento de la demanda de aqu¨ª al a?o 2.000 en un 75%, lo que supone aumentos del 3,8% anuales. Para ello, la red tendr¨¢ un m¨¢s marcado car¨¢cter radial, con la construcci¨®n de nuevos trazados para velocidades de 200 y hasta 250 kil¨®metros.
Los Estados de la CE han apostado definitivamente por el desarrollo del ferrocarril, dada la adaptaci¨®n de este tipo de transporte a los objetivos de integraci¨®n econ¨®mica y social que animan la pol¨ªtica comunitaria. Y ello, pesar de los fuertes d¨¦ficit de explotaci¨®n que soportan los ferrocarriles europeos, y que obligan a las administraciones p¨²blicas a compensarlos econ¨®micamente por diversas v¨ªas. Pero si en Francia o en la Rep¨²blica Federal de Alemania, por ejemplo, el d¨¦ficit alcanza 600.000 u 800.000 millones de pesetas, respectivamente, el contribuyente asume sin rechistar la parte al¨ªcuota de su financiaci¨®n a cambio de la calidad del servicio prestado. Por el contrario, el fuerte d¨¦ficit de 200.000 millones de pesetas que genera la explotaci¨®n del ferrocarril espa?ol no se ve compensado por la adecuada calidad del servicio que Renfe presta al usuario-contribuyente.
La capacidad tecn¨®logica del ferrocarril para afrontar en estos momentos el reto de la aviaci¨®n en distancias medias entre 500 y 750 kil¨®metros, su penetraci¨®n en los centros urbanos, salvando los atascos automovil¨ªsticos en las entradas de las grandes ciudades, su autonom¨ªa energ¨¦tica respecto de los vaivenes de la guerra del petr¨®leo, o su casi nula influencia lesiva en el medio ambiente, son algunas de las razones que abonan la apuesta europea a favor del tren.
En el caso espa?ol y a pesar del esfuerzo econ¨®mico suplementario que supone sustituir un trazado decimon¨®nico, plegado al terreno serpenteante de la orograf¨ªa espa?ola, por otro m¨¢s adecuado a la rapidez del servicio, no se pod¨ªa optar de otro modo. Quedar al margen de la trasformaci¨®n del ferrocarril, tal como se ha hecho en parte de Europa, habr¨ªa sido quedar privado del desarrollo econ¨®mico y social que decide este medio de transporte.
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