Defensa de la Rep¨²blica Argentina
En los alrededores del Gran Buenos Aires, ya en la provincia y fuera de la capital federal, se erige, en una linde de la carretera que conduce a la bah¨ªa de San Boromb¨®n y a los balnearios de la costa atl¨¢ntica, el penal militar de Magdalena, una extensi¨®n de instalaciones castrenses que recluyen a colimbas indisciplinados -colimba es el soldado de leva, y se debe su apodo a que corre, limpia y barre bajo la mayor m¨¢xima intelectual militar de que todo lo que se mueve se saluda y todo lo que permanece quieto se limpia o se pinta- y a jefes y oficiales ca¨ªdos en la desgracia de sus cr¨ªmenes.En el penal militar de Magdalena se encuentran cumpliendo sus sentencias, confirmadas por el presidente Ra¨²l Alfons¨ªn en su calidad de comandante en jefe de las fuerzas armadas, tres ex-presidentes militares consecutivos de la Rep¨²blica: los ex tenientes generales Jorge Rafael Videla, por mal nombre La Pantera Rosa, dada su delgadez y continuada expresi¨®n de pretendida inteligencia estupefacta, de 62 a?os, casado y con siete hijos; Roberto Eduardo Viola, cardiaco, alcoh¨®lico, de 63 a?os, casado y con dos hijos, y Leopoldo Fortunato Galtieri, de 61 a?os, casado y con cuatro hijos, no ya alcoh¨®lico -una definici¨®n m¨¦dica-, sino borracho -una categor¨ªa social-, quien entre los vapores de su cerebro lleg¨® a estimarse como un ¨¦mulo del general George S. Patton, ni?o mimado de la Casa Blanca, primer defensor en Suram¨¦rica de la doctrina de la seguridad nacional y la defensa de las fronteras interiores ante la subversi¨®n marxista internacional, y hasta el recuperador militar de las islas Malvinas, pasando por encima del Reino Unido y la OTAN y de toda su trama de leales alianzas entre los pa¨ªses ricos de Occidente.
Les acompa?an en Magdalena sus conmilitones de triunvirato (en 1976, estos milicos se repartieron el pa¨ªs entre las tres armas, a un 33%: ministerios, gobernadur¨ªas provinciales, intendencias, empresas p¨²blicas, canales de televisi¨®n, radios y peri¨®dicos, sin que se haya podido saber jam¨¢s qui¨¦n decidi¨® el destino del 1 % restante).
Los compa?eros del penal de Magdalena son los almirantes Emilio Eduardo Massera, alias El Negro, de 62 a?os, casado, con dos hijos, pint¨¢n, muy macho, gran amador de mujeres, de ilimitadas ambiciones pol¨ªticas para s¨ª y para su fuerza, y que convirti¨® la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada -la ESMA-, un complejo de edificios junto -al r¨ªo de la Plata y en los aleda?os de la capital federal, en un atroz complejo de represi¨®n pol¨ªtica, en el que se utiliz¨® la tecnolog¨ªa en el desarrollo de m¨¦todos de tortura impensables para los verdugos medievales.
REINADO DE LA PICANA
En la ESMA no te interrogaban: te sodomizaban con c¨¢psulas de munici¨®n naval, te castraban haci¨¦ndote permanecer durante d¨ªas -encapuchado, esposado- con una cinta el¨¢stica sujeta a los test¨ªculos, que, impidiendo la irrigaci¨®n sangu¨ªnea -terminaban por desprenderse del cuerpo por necrosis. La picana fue la reina en la ESMA. La picana es un conductor de corriente el¨¦ctrica que se utilizaba para movilizar a las reses; aplicada sobre los cuartos traseros del animal, le hacen marchar, provoc¨¢ndole menos da?o f¨ªsico que la brutal y carnicera garrocha espa?ola. La picana fue un elemento de civilizaci¨®n agropecuaria, pero, trasladada a los hombres y a las mujeres y a sus zonas m¨¢s sensibles, ha terminado por erigirse en un s¨ªmbolo de la tortura. En la ESMA se lleg¨® a conectar la picana a una cucharilla de las de caf¨¦ para picanear, penetrando la vagina y el cuello del ¨²tero, el feto de una embarazada.
El Negro Massera, en su ambici¨®n, ya en su retiro de la Armada, pretendi¨® en 1976 presentarse como un nuevo Per¨®n, un nuevo l¨ªder populista, exterminador del extremismo de izquierda,-esencialmente montoneros, que fueron su especialidad- y comprensivo, endemoniadamente comprensivo, con las motivaciones altruistas que llevaron a toda una generaci¨®n de j¨®venes argentinos a tomar las armas contra el orden burgu¨¦s constituido.
AMANTE Y CONFIDENTE
Dios mediante, se le pudieron parar a tiempo los pies record¨¢ndole judicialmente que faltaba del censo, precisamente, un tal Fernando Branca, marido de una de sus amantes, Marta Rodr¨ªguez Mac Cormack. Marta hab¨ªa podido levantar algunos negocios de su marido en la cama de Massera, y cometi¨® el error, harta de las infidelidades de su esposo, de amenazarle en p¨²blico: "Se lo voy a contar al El Negro que le has querido pasar en un negocio, y El Negro te va a hacer pasar un cami¨®n por encima". El Negro -el almirante Massera- cometi¨® un grave error: convidar al pobre Branca, quien crey¨® ser m¨¢s listo que nadie, a navegar por el delta del Paran¨¢ en el yate de respeto del Almirantazgo. Branca precedi¨® a El Nani en su incierto y seguramente tr¨¢gico destino. Llegaron a Buenos Aires extra?os y remotos rumores sobre su presencia en otras tierras, lleg¨® su firma enajenando sus bienes, y es obvio que su cad¨¢ver -dos tiros en la nuca, pesas de cemento atadas con alambre a los tobillos- no aparecer¨¢ jam¨¢s. Al menos, evaporado el cad¨¢ver del marido de la bella amante, el almirante Massera, en un oc¨¦ano de fundadas sospechas, vio as¨ª truncada su carrera pol¨ªtica en la recobrada democracia argentina.
En el penal de Magdalena, y junto a Massera, tambi¨¦n cumple penas el resto de los triunviros. Tales como el almirante Armando Lambruschini, de 62 a?os, casado, con una hija viva y con otra asesinada a sus 16 a?os por los montoneros en 1978 (volaron en la noche el piso medianero del almirante, matando a su chica en su cama), y el tambi¨¦n almirante Jorge Isaac Anaya, de 60 a?os, casado, con dos hijos, quien decidi¨® como mejor rasgo de su personalidad el no sonre¨ªr nunca, defensor ac¨¦rrimo del viejo plan naval de ocupaci¨®n sorpresiva de las Malvinas y que, una vez llevado a cabo el desprop¨®sito -por m¨¢s que no quepa duda de que las Malvinas son argentinas-, afirm¨®: "Los ingleses no van a hacer la guerra por esto; pero si vienen se encontrar¨¢n con el Alc¨¢zar de Toledo".
No hizo buena la imagen del teniente general Moscard¨®, quien no ha pasado a la historia militar como uno de los grandes t¨¢cticos, pero s¨ª como uno de los grandes empecinados; s¨ª reafirm¨® la estimaci¨®n de los analistas militares occidentales de que la Armada argentina -pese a que fue creada por Guillermo Braun, un irland¨¦s que cuando se quedaba sin munici¨®n ordenaba cortar los eslabones del ancla y los disparaba candentes contra las armadas contrarias-, si perd¨ªa un solo barco, carecer¨ªa de todo lo dem¨¢s.
As¨ª fueron las cosas. El Gobierno conservador de Margaret Thatcher orden¨® al comandante del submarino at¨®mico Conqueror interceptar y hundir una pieza de museo naval como el crucero argentino General Belgrano, que navegaba a toda m¨¢quina en direcci¨®n opuesta a la zona de guerra de los archipi¨¦lagos australes en conflicto.
El torpedeamiento arruin¨® las conversaciones de paz o de compromiso defendidas por los entonces secretario de Estado estadounidense, Alexander Haig, y el presidente peruano, Fernando Bela¨²nde Terry. El almirante Anaya, con la solemnidad expresiva del burro que siempre le caracteriz¨®, comunic¨® a sus compa?eros de Junta, Militar que, hundido el Belgrano, la Armada se retiraba de cualquier compromiso pol¨ªtico con el Reino Unido. Tras la majestuosidad de su afirmaci¨®n, que por momentos extrajo al presidente Galtieri de su estupor et¨ªlico, Anaya envain¨® la espada, requiri¨® el chapeo, mir¨® al soslayo, fuese y no hubo nada. La Armada argentina desapareci¨® del Teatro de Operaciones del Atl¨¢ntico Sur (TOAS).
PRESOS EGREGIOS
Junto a los ex tenientes y los ex tenientes generales habitan tambi¨¦n en Magdalena los ex comodoros del Aire Orlando Ram¨®n Agosti, de 61 a?os, casado, con dos hijos; Omar Domingo Grassigna, de 60 a?os, casado, con cuatro hijos, aquejado de una depresi¨®n que ha obligado en ocasiones a vigilarle para evitar su suicidio, y Basilio Lami Dozo, de 57 a?os, santiague?o, casado, con cinco hijos, que llev¨® brillantemente a sus aviadores, buenos pilotos, fan¨¢ticos, mayoritariamente adscritos o pr¨®ximos al Opus Dei, a una posibilidad heroica de victoria en el estrecho, malvinense de San Carlos, sobre la fuerza de tareas brit¨¢nicas que intent¨®, y consigui¨®, recuperar el archipi¨¦lago.
Esta es la poblaci¨®n egregia del penal castrense de Magdalena, donde habitan, cierto que confortablemente, tres ex presidentes militares y seis de sus compa?eros de fechor¨ªas, cumpliendo sentencias desde la reclusi¨®n perpetua de Videla hasta los ocho a?os de Lambruschini, dictados en juicios orales y p¨²blicos -contrarios a la tradici¨®n argentina del proceso escrito y privado-, con observadores extranjeros y con gran respeto por las garant¨ªas procesales de los homicidas que no han objetado ni sus abogados defensores.
Ser¨ªa posible cerrar el cap¨ªtulo de los horrores sobre los nueve habitantes de Magdalena en tanto en cuanto fueron los inspiradores y sufragadores de tantos cientos de miles de voluntarios asalariados de la tortura. No fue as¨ª, y por orden directa del presidente Alfons¨ªn se proces¨® tambi¨¦n, y se conden¨®, al carnicero de Buenos Aires, el ex general de Caballer¨ªa Ram¨®n Camps, quien, al frente de la polic¨ªa de Buenos Aires, arras¨® con los psic¨®logos, persigui¨® a los argentinos de origen semita, vej¨® a periodistas como Jacobo Timerman y mand¨® asesinar a estudiantes secundarios de La Plata -la capital bonaerense-, con una media de 15 a?os, en aquella horrible noche de los l¨¢pices, en la que se decidi¨® que se hab¨ªa terminado con la broma de que los pendejos reclamaran subvenciones al transporte escolar.
C?NCER DE PR?STATA
Camps, un animal de caballer¨ªa que lleva bastante bien su c¨¢ncer de pr¨®stata en el hospital de Campo de Mayo -Cuartel General del Ej¨¦rcito argentino-, y que divide sus ma?anas y sus tardes entre las visitas de su mujer y de su amiga, recibe la mejor atenci¨®n m¨¦dica que se pueda ofrecer en este pa¨ªs. Y el teniente general Luciano Benjam¨ªn Men¨¦ndez, ex jefe del III Cuerpo de Ej¨¦rcito (C¨®rdoba), tan franciscano que pretendi¨® sublevarse contra Videla por tenerle como muy d¨¦bil con la subversi¨®n, espera tambi¨¦n en prisi¨®n su proceso por supuesto genocidio en la circunscripci¨®n bajo su mando.
El Gobierno de Alfons¨ªn ha buscado lograr la consecuci¨®n de la mayor justicia debida posible: sin recordar una pesquisa exhaustiva, y ci?¨¦ndonos s¨®lo a algunos casos flagrantes, debe recordarse que la Administraci¨®n de esta Rep¨²blica reclam¨® la extradici¨®n de segundos pa¨ªses del Comandante Pepe, Mario Eduardo Firmenich, antiguo estudiante cat¨®lico, pr¨®ximo a la tesis de tacuara -los falangistas argentinos; tacuara fue la lanza de ca?a de la caballer¨ªa gaucha-, quien ha sido condenado, bajo el respeto de las leyes argentinas y brasile?as -de donde fue extradido-, a 40 a?os de c¨¢rcel por secuestro extorsivo y no por ser el jefe de los montoneros, los guerrilleros de Per¨®n -que Per¨®n odiaba y arroj¨®, despreci¨¢ndolos como imberbes, de la plaza de Mayo-; ellos se retiraron cantando: "Somos unos boludos; / votamos a una muerta -Evita-,/ a una puta -Isabelita- / y a un cornudo".
Pero, antes de ser reclamado y puesto preso Firmenich, las autoridades constitucionales hab¨ªan reclamado a otros supuestos delincuentes internacionales: por ejemplo, y sin tampoco agotar la n¨®mina, al ex teniente general Carlos Guillermo Su¨¢rez Mason, ex jefe del I Cuerpo de Ej¨¦rcito, jefe operativo del general Camps, tenido por el alias de Pajarito, y que en las v¨ªsperas de la democracia fue el militar m¨¢s inteligente de todos: "Yo no voy a ser el pato de esta boda". Acusado no s¨®lo de violaci¨®n de derechos humanos, sino de grav¨ªsimos il¨ªcitos econ¨®micos, se hizo autodesaparecer, siendo posteriormente encontrado en Estados Unidos por el FBI, a reclamo de la Interpol argentina. All¨ª espera, en la prisi¨®n de Foster City, el pr¨®ximo noviembre, la soluci¨®n de su expediente de extradici¨®n.
Jos¨¦ L¨®pez Rega, El Brujo, el cabo de la Polic¨ªa Federal experto en ritos sincretistas del candombe brasilero, secretario del matrimonio Per¨®n, ministro de Bienestar Social, creador de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), responsable de centenares de asesinato, fue encontrado tambi¨¦n a trav¨¦s de la Interpol en Miami y extradido a Buenos Aires, donde en una c¨¢rcel porte?a de m¨¢xima seguridad se le sigue juicio por sus desmanes.
El contralmirante Chamorro, el jefe de la ESMA en los peores a?os de la guerra sucia, fue reclamado por el Gobierno de Alfons¨ªn a Sur¨¢frica, en donde se desempe?aba como agregado naval. Un caritativo y definitivo ataque cardiaco impidi¨® el juzgamiento de este jefe naval, peque?o en estatura moral y fisica, rechoncho, calvo, escasamente brillante en su trayectoria profesional, pero protagonista de uno de los m¨¢s espectaculares casos de s¨ªndrome de Estocolmo registrados en el mundo: la dirigente montonera Marta Baz¨¢n fue apresada pcr sus tropas y torturada; dada la vuelta, sali¨® acompa?ada a las calles para reconocer a sus compa?eros montoneros, entreg¨® no s¨®lo a sus amigos de militancia, sino a su propia familia y la de su marido. Nada que reprocharla mediando la picana aplicada a las enc¨ªas, a la vulva, a la vagina, a los pezones, al ano... Marta Baz¨¢n abandon¨® los altillos de la ESMA, en la que permanec¨ªan encerrados los soldados de Per¨®n -los montos- y se traslad¨® a la residencia del contraalmirante jefe de la ESMA para compartir su cama. Y se sabe que vive nuevamente en Argentina bajo identidad falsa.
An¨ªbal Gordon, presunto jefe operativo de la Triple A, junto a gran parte de su banda, se encuentra preso -le acaban de extirpar un tercio del pulm¨®n derecho en el mejor hospital p¨²blico de Buenos Aires y con cargo al Estado- y espera tambi¨¦n su proceso tras haber sido buscado y encontrado por el Gobierno radical.
CONDICIONES DESFAVORABLES
Todo esto ha sido llevado a cabo bajo condiciones econ¨®micas propias e internacionales muy desfavorables para un pa¨ªs como Argentina, eminente exportador de alimentos hacia naciones ricas que en estos momentos no los est¨¢n comprando -el Mercado Com¨²n europeo, Estados Unidos-, que protegen leg¨ªtimamente su producci¨®n de granos crecidos mediante la biotecnolog¨ªa y el ergorde de las terneras mediante el acreditado m¨¦todo de hacerlas abrevar cerveza. Y ha sido llevado a cabo contra la opini¨®n de unas fuerzas armadas inc¨®lumes interiormente y todav¨ªa gozadoras de fuertes apoyos sociales.
Estados Unidos ha resuelto moralmente sus responsabilidades en Indochina -los dos Vietnam, Laos y Camboya- juzgando al teniente William Calley, ya en libertad, por la matanza de la aldea vietnamita de My Lay. Est¨¢ bien que as¨ª sean las cosas, aunque resulten tan desproporcionadas y debamos sentirnos obligados a estimar que la intervenci¨®n estadounidense en Indochina s¨®lo se excedi¨® en la aldea de My Lay.
Espa?a, con m¨¢s astucia pol¨ªtica, llev¨® a cabo su transici¨®n a la democracia decretando tres amnist¨ªas que acabaron abarcando a todos: desde Jos¨¦ P¨¦rez Beotegui, responsable del comando etarra que asesin¨® al almirante Carrero Blanco, a su ch¨®fer y a su escolta, hasta alg¨²n reciente candidato al Parlamento Europeo que suscribi¨® los ¨²ltimos fusilamientos de Franco. Lo ¨²ltimo que podemos creernos los espa?oles es que los 23 procesados en Campamento por el intento de golpe de Estado de 1981 completaron la n¨®mina total de los responsables de aquella asonada.
CUMPLIMIENTO DE CONDENA
Los procesos en Grecia, tras la dictadura de los coroneles, no llevaron a prisi¨®n a tantos militares griegos como argentinos, pese a que los cr¨ªmenes de ambos fueron igualmente ominosos. Y este corresponsal ignora, aunque le gustar¨ªa saberlo, cu¨¢ntos sayones de la Polic¨ªa Internacional de Defensa del Estado de la dictadura portuguesa fueron procesados y han cumplido sus condenas.
En la Rep¨²blica Oriental de Uruguay no se ha llevado adelante ni un solo proceso contra los responsables de su reciente dictadura militar, amparados por una ley de amnist¨ªa que muchos ciudadanos quieren retocar mediante un refer¨¦ndum, mediando otros muchos que estiman que el paisito ya tiene bastantes problemas como para chocar con sus, tambi¨¦n inc¨®lumes, fuerzas armadas. Otros¨ª de la Rep¨²blica Federativa de Brasil, que todav¨ªa no es m¨¢s que una democracia tutelada militarmente y en la que el problema de la exigencia de responsabilidades penales a los homicidas y torturadores de uniforme ni siquiera se ha planteado.
Estimar que en Nuremberg las potencias aliadas juzgaron "hasta el final". a los responsables y part¨ªcipes de la locura nazi podr¨ªa ser tenido, cuando menos, como una exageraci¨®n hist¨®rica. El reciente juicio de Ly¨®n de Klaus Barbie ha recordado que junto a la eminente resistencia convivi¨® un colaboracionismo y que a¨²n estamos todos esperando los procesos sobre la batalla de Argel, donde los delgados, hermosos y heroicos paracaidistas franceses, retratados por Jean Laterguy, descubr¨ªan los secretos de la picana y violaban a las argelinas con botellas de cerveza, tal como relat¨® por experiencia propia una letrada tan em¨¦rita como Djamila Boupach¨¢.
La Rep¨²blica austriaca se encuentra presidida ni m¨¢s ni menos que por un ex secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, denunciado por los servicios de inteligencia estadounidenses como oficial interrogador del ej¨¦rcito de ocupaci¨®n alem¨¢n en Yugoslavia. La Resistencia francesa fue una broma entusiasta si se la compara con los trabajos y sufrimientos, mucho menos publicitados, del ej¨¦rcito partisano del mariscal Jos¨¦ Broz, alias Tito. Los quebraderos de cabeza de las tropas alemanas en los Balcanes pueden resumirse en que media Europa fue liberada de la ocupaci¨®n nazi por aliados occidentales y otra media por el Ej¨¦rcito Rojo. S¨®lo un pa¨ªs europeo arri¨® la esv¨¢stica por s¨ª mismo: Yugoslavia. Y la Werhmacht sufri¨® y combati¨® esa voluntad definitiva con toda su energ¨ªa. El actual presidente austriaco, entonces oficial de inteligencia del Ej¨¦rcito alem¨¢n y destacado en Yugoslavia, ha merecido los respetos de la comunidad internacional y ahora los merece de su propio pueblo, pese a haber sido sindicado como supuesto genocida. Es correcto por cuanto raramente en la historia se revisa la vida de los protagonistas y, sobre todo, es probablemente inevitable.
Regresamos al d¨ªa de hoy, al penal militar de Magdalena y a la ley de obediencia debida, que ha desprocesado a cientos de militares y polic¨ªas argentinos. Los deudos de los picaneados y desaparecidos, no ya desde la dictadura militar de 1976-1983, sino los de quienes sufrieron la tortura y la muerte desde decenas de a?os antes, tienen derecho a la queja por cuanto la justicia no lleg¨® tan lejos como la iniquidad.
EL PUNTO FINAL
Es verdad que tras las leyes de punto final y de obediencia debida numerosos argentinos pueden coincidir en la calle con los torturadores y homicidas de sus familiares y amigos. Ellos y todos aquellos argentinos que pelearon y pelean por la justicia pormenorizada tienen derecho a su queja, jur¨ªdica, pol¨ªtica y moral, sin que nadie se la regale. Las madres y abuelas de plaza de Mayo, los integrantes del Centro de Estudios Legales y Sociales, etc¨¦tera, pueden levantar su voz airada.
No as¨ª los justicialistas renovadores, ortodoxos, verticalistas, hist¨®ricos, seguidores de este o de aquel cacique provincial, que en 1983 hablaban de "reconciliaci¨®n nacional", mientras Ra¨²l Alfons¨ªn promet¨ªa formalmente enjuiciar a los responsables de la matanza. Eve Bonafini, la madre de hierro de las madres de plaza de Mayo, puede y debe: clamar de indignaci¨®n. No Antonio Cafiero ni Italo Argentino L¨²der, futuro gobernador de Buenos Aires y primer diputado nacional por la provincia y ex candidato presidencial Frente a Alfons¨ªn.
La ley de punto final no establec¨ªa el desprocesamiento de nadie, sino que daba un plazo -discutible, pero amplio- para terminar con un rosario de denuncias por violaci¨®n de derechos humanos que amenazaba con extenderse, como m¨ªnimo por toda la legislatura radical de seis a?os. Contra ella cab¨ªa una negaci¨®n razonable: los delitos contra la humanidad no prescriben nunca. A favor de ella, y como qued¨® demostrado r¨¢pidamente, pod¨ªa argumentarse que las fuerzas armadas argentinas tienen escasos puntos de referencia con las helv¨¦ticas, las estadounidenses, las brit¨¢nicas o hasta las espa?olas.
REBELIONES BLANDAS
En Semana Santa, una sublevaci¨®n militar blanda, encabezada por los cuadros militares medios del Ej¨¦rcito, exigi¨® del Gobierno una ley de obediencia debida que desprocesara a todos los que hubieran recibido ¨®rdenes, por aberrantes que fueran, incluidos los generales, almirantes y comodoros del Aire que no tuvieran mando de zona. Se rompi¨® la cadena de mando y el Ej¨¦rcito revino en una banda insurrecta que hizo posible una guerra civil. Alfons¨ªn lo intent¨® todo durante aquella aut¨¦ntica Semana de Pasi¨®n, incluida la apuesta de riesgo f¨ªsico personal.
Finalmente sancion¨® la ley, previamente aprobada por el Parlamento gracias a la ausencia de la primera minor¨ªa peronista, que pol¨ªticamente se lav¨® las manos, pero, con sentido de Estado, permiti¨® su sanci¨®n. No es ¨¦ste un an¨¢lisis de las elecciones parciales argentinas del pasado 6 de septiembre, pero debe recordarse que nadie en Argentina puede creer seriamente que con el peronismo en el Gobierno se hubiera llegado m¨¢s all¨¢ en la Justicia o se hubieran impedido los desprocesamientos que ha propiciado la obediencia debida.
Lo que debe ahora destacarse es que en la Rep¨²blica Argentina, no s¨®lo por la voluntad expl¨ªcita del presidente Alfons¨ªn, sino por la del 52% de los votos que en 1983 le dieron el poder, se ha levantado la defensa de los derechos del hombre tan arriba como se ha podido, y se ha podido bastante. Sea como fuere, y aun siendo una realidad que "los asesinos andan sueltos" -?en qu¨¦ naci¨®n los asesinos no andan sueltos?-, debe escribirse que en esta esquina inestable y empobrecida del mundo, un Gobierno que se reclama intelectualmente del krausismo ha llegado en la defensa de la dignidad del hombre bastante m¨¢s lejos que otras rep¨²blicas o reinos ricos e institucionalmente ordenados que miran con suficiencia moral hacia el empobrecido Cono Sur americano.
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