Las 'matildes' conquistan el mundo
COMO ?STE es un pa¨ªs de conquistadores, Luis Solana, presidente de la Compa?¨ªa Telef¨®nica, se ha hecho a la mar. Ha firmado un acuerdo con el Gobierno argentino por el que la compa?¨ªa que dirige se har¨¢ cargo de la gesti¨®n de la futura sociedad mixta de telecomunicaciones de aquel pa¨ªs. Y ha firmado otro con la URSS para la fabricaci¨®n de receptores en la patria de la perestroika. O sea, que en sus imperios ya no se pone el sol. Pero los tel¨¦fonos, en Espa?a, siguen llenos de l¨ªneas de sombra. Hay que esperar una media de seis meses para que te den uno, aguzar el o¨ªdo para poder hablar por ellos, aguardar tiempo y tiempo en el centro de Madrid antes de que el aparato se digne dar el tono, recorrer ciento y una cabinas p¨²blicas antes de dar con alg¨²n tel¨¦fono en servicio que no se trague las perras a cambio del m¨¢s triste de los silencios y buscar una recomendaci¨®n si se te estropea la l¨ªnea y no quieres que pasen semanas antes de que la arreglen. Por lo dem¨¢s, no ose usted poner un tel¨¦fono en el coche: le oir¨¢n todos menos quien usted quiere que le oiga; ni compre un viejo aparato de recuerdo en cualquier ciudad europea: est¨¢n nada menos que prohibidos. Telef¨®nica es un monopolio, y s¨®lo se puede hablar cuando, como y por donde ella quiera.La divisa nacional que proclama que m¨¢s vale honra sin barcos es aplicada aqu¨ª tan a rajatabla que lo de menos es la quemaz¨®n de los usuarios ante el comportamiento imprevisible del aparato. Se puede hablar como si tal cosa con un interlocutor situado en las ant¨ªpodas, pero es una loter¨ªa saber si la comunicaci¨®n con el vecino del piso de abajo nos deparar¨¢ un concierto de m¨²sica concreta, la narraci¨®n de las cuitas de un industrial de Sabadell o la esperada respuesta del vecino. M¨¢s frecuentemente se nos ofrecer¨¢ la combinaci¨®n de las tres posibilidades anteriores, hasta que, de improviso, la comunicaci¨®n se corte.
Dicen que se ha avanzado mucho en la automatizaci¨®n de la red, pero ello-ha ido en paralelo al deterioro de la calidad de las comunicaciones. Tanto, que quiz¨¢ las sospechas de muchos importantes de que su tel¨¦fono est¨¢ intervenido tengan una explicaci¨®n meramente t¨¦cnica: no son esp¨ªas, sino representantes de tejidos, los que producen -involuntariamente- los sospechosos resoplidos. Eso s¨ª, para bajarnos los humos que nos queden convendr¨ªa recordar que en Espa?a hay un tel¨¦fono por cada tres habitantes, la mitad que en Francia o en la RFA y bastantes menos que en Italia (44 por cada 100 habitantes), Holanda (60) o B¨¦lgica (44,3). En los ¨²ltimos a?os, Telef¨®nica se ha volcado en una estrategia de saneamiento financiero que la ha llevado tambi¨¦n, faltar¨ªa m¨¢s, a cotizar sus acciones, las antiguas matildes, en las bolsas internacionales, del uno al otro confin. Tanto saneamiento ha hecho fracasar los planes de inversi¨®n, y ello ha llevado a la compa?¨ªa -formalmente mixta, pero esencialmente p¨²blica y cuyo presidente es nombrado por el Gobierno- a desatender la creciente demanda de servicios. Los incrementos de sus inversiones -de 260.000 millones en 1986 a los previstos 400.000 para 1989- resultan insuficientes para atender a una demanda que ha pasado de medio mill¨®n de aparatos en 1986 a 1,5 millones este a?o.
Que pr¨®ximo ya 1992 se intente emular las haza?as de los conquistadores no nos parece mal. Pero no deber¨ªan olvidar nuestros pioneros que en esa fecha se conmemora tambi¨¦n el cuarto centenario del nacimiento de Luis Vives, que abog¨® por una deontolog¨ªa social inspirada por la comunicaci¨®n y la concordia. Con los tel¨¦fonos actuales, la falta de lo segundo empieza por las dificultades de lo primero.
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