El d¨¦ficit fiscal no existe
, El d¨¦ficit fiscal norteamericano no existe, al menos hasta el mes de marzo pr¨®ximo.D¨ªas despu¨¦s del crash burs¨¢til del 19 de octubre, la Administraci¨®n de Ronald Reagan y el Congreso, dominado por los dem¨®cratas, llegaron a un acuerdo para "estudiar" las soluciones posibles al acuciante problema fiscal por medio de una comisi¨®n conjunta de los dos partidos. Esta comisi¨®n, que ha comenzado sus trabajos serios en abril, tiene que culminarlos, formalmente, en el mes de marzo de 1989.
Lo que, a todas luces, se trata de un pacto pol¨ªtico destinado a no utilizar el d¨¦ficit fiscal como arma arrojadiza en las elecciones presidenciales, teniendo en cuenta el impacto que puede tener dicha batalla en la estabilidad de los mercados financieros y sobre el d¨®lar, ha quedado reducido, moment¨¢neamente, a una "cuesti¨®n pendiente", que tendr¨¢ que ser toreada por el pr¨®ximo ocupante de la Casa Blanca.
Nadie espera encontrar grandes soluciones o milagros de las conclusiones de esta comisi¨®n, a no ser la receta cl¨¢sica: subir los impuestos. Pero incluso si el pr¨®ximo presidente se decide a aceptar la esperada conclusi¨®n, su efectividad puede retrasarse hasta 1990. En efecto, el pr¨®ximo presidente elaborar¨¢ su primer presupuesto en el verano de 1989 y el Congreso no lo aprobar¨¢ hasta meses despu¨¦s con efectividad en el ejercicio de 1990.
Este imperativo permite asegurar a muchos economistas norteamericanos que el d¨¦ficit fiscal est¨¢ aqu¨ª y se quedar¨¢ en los actuales niveles -150.000 millones de d¨®lares anuales- durante dos o tres ejercicios m¨¢s. Esto si, como se espera, no se produce la temida recesi¨®n. En dicho caso es de suponer que las reaganomics trabajar¨¢n del lado inverso y, con una disminuci¨®n del crecimiento econ¨®mico, los ingresos fiscales se reducir¨¢n y el d¨¦ficit se incrementar¨¢.
Pero, aunque parezca mentira, en Washington existen todav¨ªa muchos convencidos de las supply-side economics. Personas como el subsecretario del Tesoro para Asuntos Econ¨®micos, Michael Darby -y su adjunto Stephen J. Entin-, que afirman que "todos sus cr¨ªticos est¨¢n equivocados y no saben medir el d¨¦ficit en sus t¨¦rminos exactos". Como reconoc¨ªa Entin a este peri¨®dico, en t¨¦rminos del producto nacional bruto (PNB), el d¨¦ficit gubernamental norteamericano (incluyendo las administraciones locales, como exige la OCDE) es uno de los m¨¢s bajos de las econom¨ªas industrializadas".
Uno de los m¨¢s firmes defensores de la actual pol¨ªtica de Reagan, y desafiando incluso tesis defendidas por el consejo de asesores econ¨®micos del presidente, Entin califica de "hist¨¦ricas" a las voces cr¨ªticas que advierten sobre el nivel del d¨¦ficit, y asegura que, sin necesidad de subir los impuestos, Estados Unidos tendr¨¢ un desequilibrio fiscal federal (excluyendo los Estados que presentan super¨¢vit en su conjunto) de menos del 2% del PNB en 1990; es decir, del orden de 110.000 millones de d¨®lares. "Este es un d¨¦ficit perfectamente manejable", asegura.
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