Le Pen resucita los demonios nazis
No quisiera indignarme (aunque indignada estoy), no quisiera erigirme en juez ni sentar c¨¢tedra. Pero tampoco minimizar como algunos comentaristas, proclives a trivializar la victoria de Le Pen como pasajera, una especie de picante veleidad de un electorado trastornado.Jean-Marie Le Pen ha presentado durante su campa?a electoral un aut¨¦ntico manifiesto. En ¨¦l ha incluido no s¨®lo el rechazo hasta la abominaci¨®n del extranjero, del emigrante -de siniestra memoria fascista-, sino tambi¨¦n la exaltaci¨®n paranoica de la raza francesa, de su superioridad sobre los otros pueblos. Su Europa amenaza as¨ª con parecerse a la de Hitler, contra la que luchamos. El F¨¹hrer la quer¨ªa dominada por Berl¨ªn, de camisa parda, con hornos crematorios para los jud¨ªos contaminadores de la pureza racial y en la apoteosis del esplendor ario.
Resucitando los viejos demonios colonialistas inspirados en Vichy, induciendo a gritar en los m¨ªtines "?Viva Petain!" y disponiendo el env¨ªo de coronas conmemorativas a la tumba de aquel general Salan que atent¨® contra De Gaulle, Le Pen forja una idea temible de la identidad francesa. E incluso de la religiosa, oponiendo cristianos a musulmanes y protestantes y cat¨®licos a jud¨ªos. Su Juana de Arco es una doncella ultrajada por la bestia de color, ya lo sabemos. Pero con discurso tan insensato y xen¨®fobo, ?no cabe temer que amenacen con violarla no s¨®lo los ¨¢rabes, sino los emigrantes de Europa? ?O que la mesticen?
Hay que conocer bien la historia de Francia (que en parte considero mi pa¨ªs) para entender por qu¨¦ Le Pen ha conseguido meterse en las entra?as de un electorado menos ignorante de lo que se cree. La ideolog¨ªa de izquierdas ha desaparecido, y mientras tanto podemos comprobar hoy que una s¨®lida ideolog¨ªa de extrema derecha se extiende como una tela de ara?a por el hex¨¢gono franc¨¦s. No s¨¦ si se puede hablar de culpas o de responsabilidad de la clase dirigente. Sea como sea, el vac¨ªo est¨¢ en el olvido de la historia de una Francia que no es petainista. ?sta reapareci¨® por un instante en el proceso de Ly¨®n contra el nazi Barbie. Pero ha sido archivada en seguida.
De esa vieja historia intent¨¦ hablar en 1975 en la universidad de Vincennes, cuando di un curso sobre el fascismo de Petain, con la documentaci¨®n de las deportaciones de los jud¨ªos franceses, fichados uno a uno y entregados a las SS. Entonces me arriesgu¨¦ a unos palos Quienes se me echaron encima para que no hablase de fascismo petainista eran los extremistas comunistas, forjadores del mito de un pa¨ªs que se alz¨® como un solo hombre contra Hitler, la Francia del partido de los fusilados. Los italianos hab¨ªamos sido, fascistas; los alemanes, nazis; los espa?oles, franquistas. Pero Francia era el ¨²nico pa¨ªs de la resistencia victoriosa. ?Petain? ?Qui¨¦n es ¨¦se?
Hostilidad
En cuanto a la sorda hostilidad contra la emigraci¨®n, c¨®mo no recordar que cristaliz¨® en a?os recientes en los ayuntamientos rojos de la periferia parisiense. En Estrasburgo, cuando discut¨ªamos en la comisi¨®n jur¨ªdica el voto de los emigrantes, los m¨¢s sa?udos adversarios se sentaban en los esca?os de los comunistas franceses. Al nacionalismo rojo, charlat¨¢n y demag¨®gicamente inocente ha sucedido el duro y puro nacionalismo negro, el de Le Pen.
Otras responsabilidades son culturales. Mientras Le Pen fijaba su mira en los ¨¢rabes, no s¨®lo ladrones y violadores, sino tambi¨¦n portadores del SIDA, y ped¨ªa para ellos un lazareto especial, ?qu¨¦ escrib¨ªan los intelectuales en ese mismo per¨ªodo? Pues bien, han aparecido cientos de art¨ªculos sobre la ideolog¨ªa del fascismo y del nazismo. Pero nunca hablaban del se?or Le Pen. Los ojos se volv¨ªan, con curioso estrabismo, hacia los alemanes. Un chivo expiatorio era el fil¨®sofo Martin Heidegger. Puede parecer rid¨ªculo, pero Heidegger dividi¨® en dos a la Francia culta, en pro y en contra, mientras arreciaba en todo el pa¨ªs la m¨¢s repugnante, expl¨ªcita y xen¨®foba campa?a racista dirigida por el duce del Frente Nacional.
A 20 a?os del Mayo del 68, este otro mayo nos lleva a una reflexi¨®n quiz¨¢ saludable. Eliminando, como ha hecho Mitterrand para tranquilizar a la derecha, con sistem¨¢tica precisi¨®n todo germen ideol¨®gico de debate, politizando su discurso del humus originario (fraternidad, igualdad, derechos humanos), no s¨®lo la izquierda, sino toda Francia se ha visto privada de sus anticuerpos.
Ante la epidemia del SIDA lepenista nada podr¨¢ ser ya como antes. El presidente, abandonando las pompas de la realeza, deber¨¢ volver a mancharse las manos con la historia de Francia, tendr¨¢ que entend¨¦rselas con los problemas vulgares y recomponer el rostro democr¨¢tico de Francia delante de Europa. No es poco.
Traducci¨®n: Esther Ben¨ªtez.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.