Bilinguismo: prejuicios, y realidades
Ultimamente han aparecido en EL PAIS distintos art¨ªculos y comentarios de destacados intelectuales sobre- el biling¨¹ismo, en especial el de Catalu?a, y sobre el problema del catal¨¢n, extensible al de las otras lenguas espa?olas nocastellanas.Me alegro de que sea as¨ª, y espero y deseo que tales aportacienes se multipl¨ªquen, ya que considero necesario y urgente un amplio dialogo sobre la realidad ling¨¹¨ªstica y cultural catalana. Pienso que es indispensable entrar a fondo en el tema, no s¨®lo para evitar que se frustre la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica de Catalu?a, sino tambi¨¦n para dar consistencia a la nueva Espa?a que la Constituci¨®n de 1978 intenta crear.
A excepci¨®n de los comentarios que en el reportaje aparecido el 2 de julio se atribuyen a don Rafael Lapesa -que tal como se reproc ujeron me parecen escandalosos, sobre todo por venir del director de la Real Academia Espa?ola-, todos los escritos aparecidos en EL PidS sobre el tema han despertalo en m¨ª una curiosa mezcla de acuerdo total y de radical desarcuerdo.
As¨ª, por ejemplo, el art¨ªculo Biling¨¹ismo, de don Pedro La¨ªn Entralgo (24. de junio), me dej¨® muy mal sabor de boca, a pesar de que suscribir¨ªa casi todas sus afirmaciones, y el de su contracipir¨ªante Carlos Castilla del Pino (El 'problema' del catal¨¢n, ptiblicado el 17 de agosto) me parece preocupante, a pesar de que estoy tota.mente de acuerdo con su manera de ver los derechos ling¨¹¨ªsticos de los catalanes.
Estoy de acuerdo con don Pedro La¨ªn en que el aprendizaje precoz de dos lenguas no perjudica la formaci¨®n del individuo; en que muchos ilustres esci itores catalanes han cultivado -o habr¨ªan podido cultivar, si hilbieran querido- el castellano; que es deseable que los catz,lanes del futuro sigan teniendo un buen coilocimiento de las dos lenguas, y que para ello es preciso que se ense?e el catal¨¢n y en catal¨¢n, y que se ense?e tambi¨¦n el c astellano (no creo qie sea precisc) ense?ar en castellano ahora, pero s¨¦ que es imposible dejar de hacerlo, dada la composici¨®n socioling¨¹¨ªstica del profesorado actual, y admito que es posible que llegue a ser necesario en el futuro).
Parece, pues, que ese art¨ªculo deber¨ªa haberme satisfecho plenamente, y m¨¢s viniendo de quien ha alzado su autorizada voz en defensa del catal¨¢n en diversas ocasiones (como en sus dos art¨ªculos de r¨¦plica a un claro ataque anuestra normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica, que tuvo la amabilidad de dejarnos reproducir en el folleto Por la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica de Catalu?a, editado por la Generalitat). ?Por qu¨¦, pues, no s¨®lo no me satisfizo, sino que me dej¨® mal sabor de boca?
La explicaci¨®n est¨¢ en su primer p¨¢rrafo, que dice as¨ª: "Disto mucho de: ser ling¨¹ista o soci¨®logo del lenguaje. En lo tocante al idioma, no paso de ser un espa?ol que procura hablar y escribir aceptablemente su lengua materna, que de veras la ama y que, en consecuencia, vive preocupado por los problemas que actualmente le afectan. Uno de ellos, no el menos importante, es el del biling¨¹ismo en las partes de Espa?a donde, como problema real, se plantea. En primer t¨¦rmino, claro est¨¢, Catalu?a".
Es decir, que el biling¨¹ismo existente en Catalu?a le preocupa porque lo ve como una amenaza para su lengua materna castellana, y, en funci¨®n de esa preocupaci¨®n, todo el art¨ªculo va encaminado a convencer a los catalanes de que no abandonen el castellano en favor del catal¨¢n.
Ahora bien, muchos catalanes somos espa?oles que procuramos hablar y escribir aceptablemente nuestra lengua materna catalana, que la amamos profundamente y que, en consecuencia, vivimos preocupados por los problernas que le plantea el biling¨¹ismo en Catalu?a. En funci¨®n de esa preocupaci¨®n, querernos persuadir a todos los ciudadanos de Catalu?a de que no abandonen el catal¨¢n en favor del castellano.
Una minor¨ªa de catalanes considera que el ¨²nico medio de evitar que el castellano sea un obst¨¢culo insalvable para la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica es desarraigarlo de Catalu?a, y por esto propugna que en ella el catal¨¢n sea la ¨²nica lengua oficial, la ¨²nica usada como veh¨ªculo de ense?anzas. Para ¨¦sos, pero tambi¨¦n para la gran mayor¨ªa que deseamos conservar como patrimonio propio el castellano sin mengua del papel del catal¨¢n como lengua propia de Catalu?a, la preocupaci¨®n de La¨ªn por el castellano resulta un sarcasmo.
Los catalanohabl antes no neces¨ªtamos que nadie nos convenza de que nos conviene conocer el castellano: los ejemplos aducidos por La¨ªn lo prueban ampliamente. Lo que necesitamos -y es lo que me decepcion¨® no encontrar en su art¨ªculo- es una defensa del biling¨¹ismo basada en las ventajas que para los ciudadanos castellanohablantes de Catalu?a tiene el conocimiento del catal¨¢n, y en lo deseable que es que haya escritores en lengua castellana tan capaces de escribir en catal¨¢n como los escritores de lengua catalana pueden hacerlo en castellano. Por eso, la reivindicaci¨®n que hace de la ense?anza del castellano nos resulta superflua -puesto que se ense?a a todos los ni?os y j¨®venes de Catalu?a-, y la de la ense?anza en castellano nos parece, como m¨ªnimo, inoportuna, dadas las enormes dificultades con que todav¨ªa tropieza la ense?anza en catal¨¢n.
Del art¨ªculo de Castilla del Pino citado m¨¢s arriba me satisfacen muchas cosas, especialmente:
a) Su constataci¨®n de que en el tratamiento del tema ling¨¹¨ªstico influyen muchos prejuicios, que determinan seudoproblemas necesitados de tratamiento, y que "uno de esos seudoproblemas es el de la lengua catalana y, m¨¢s concretamente, el del uso de la ¨ª-nisma".
b) La naturalidad que reconoce en el hecho de que "el catal¨¢n hable catal¨¢n, incluso s¨®lo catal¨¢n".
c) Su constataci¨®n de que la Constituci¨®n establece una discriminaci¨®n real entre unos espa?oles que no est¨¢n obligados a saber m¨¢s lengua que la suya propia y los que deben aprender "una lengua que no les pertenece".
Son cosas que a muchos catalanes nos parecen evidentes, pero da gloria leerlas de un intelectual de lengua castellana en un diario de ¨¢mbito estatal.
En otros puntos, sin embargo, me siento menos de acuerdo, cuando no en contradicci¨®n. En primer lugar, tengo la impresi¨®n de que Castilla del Pino considera que la vida del catal¨¢n ser¨¢ corta, y de que no lo la-
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menta: "Se trata de la lengua de Catalu?a, y la lengua de Catalu?a es, mientras no desaparezca, el catal¨¢n", dice. Tal vez soy v¨ªctima de un prejuicio, pero no me imagino al autor escribiendo que "la lengua de Castilla es, mientras no desaparezca, el castellano". Por eso, cuando a continuaci¨®n defiende la no obligatoriedad del biling¨¹ismo ("?por qu¨¦ ha de prescribirse, y no esperar que acontezca all¨ª donde ha de acontecer, esto es, cuando el catal¨¢n que sea lo necesite? En esta situaci¨®n, cualquiera, catal¨¢n o no catal¨¢n, se har¨¢ biling¨²e..."), m¨¢s que defender al catal¨¢n parece proponer que se le deje morir en paz, ya que si admite que los catalanes no sepan castellano, sin duda admite tambi¨¦n que no sepan catal¨¢n. Y si ¨¦sa fuera la filosof¨ªa de los catalanes, temo que el catal¨¢n no durar¨ªa mucho y estoy segura de que la paz social en Catalu?a no durar¨ªa nada.
No estoy de acuerdo en que si la Constituci¨®n, en este respecto, se hubiera mantenido en t¨¦rminos l¨®gicos, hubiera sido preciso elegir una de estas dos prescripciones: o todos los ciu dadanos del Estado espa?ol han de ser, cuando menos, tetralin g¨¹es, o cada uno monoling¨¹e en la propia". A mi entender, exis t¨ªa una alternativa m¨¢s l¨®gica, que defend¨ª en una campana por la cooficialidad que llevamos a cabo en Mallorca, en 1976 y 1977, y que no cuaj¨®: cooficiali dad estatal de las cuatro lenguas espa?olas, y oficialidad priorita ria de cada una en su territorio natural, y conocimiento de dos lenguas por parte de todos los ciudadanos: la propia y otra de las lenguas espa?olas (nosotros propon¨ªamos que una de ellas fuera en todos los casos el castellano, pero si no se hubiera querido prescribirlo as¨ª por razones de no discriminaci¨®n, la raz¨®n pr¨¢ctica de que habla Castilla del Pino nos habr¨ªa llevado al mismo resultado).
Descartada esa hipot¨¦tica soluci¨®n, la que consagr¨® la Constituci¨®n me parece la m¨¢s l¨®gica, a condici¨®n de que se aplique l¨®gicamente, tal como lo establece la ley de Normalizaci¨®n Ling¨¹¨ªstica de Catalu?a: reconociendo que todos los ciudadanos de la comunidad aut¨®noma catalana necesitan conocer las dos lenguas, y que la Administraci¨®n tiene el deber de procurarles ese conocimiento.
Habr¨ªa mucho que hablar sobre el biling¨¹ismo, individual y colectivo, y sobre los prejuicios vigentes en nuestra sociedad sobre el teina. Es uno de los aspectos importantes del gran debate que es necesario abrir sobre "la Espa?a de las autonom¨ªas". Un debate que no debe basarse en prejuicios, sino en la realidad de la Espa?a actual y de los pueblos que la forman.
Esa realidad es muy compleja, pero sus l¨ªneas principales, en lo que concierne a Catalu?a, son para m¨ª las siguientes:
- Catalu?a forma parte de Espa?a, junto con otros pueblos, ninguno de los cuales tiene predominio sobre los dem¨¢s.
- La lengua propia de Catalu?a es el catal¨¢n, y como tal es su lengua oficial; esa oficialidad es compartida con el castellano, que es oficial,en todo el territorio espa?ol.
- La mayor¨ªa de los ciudadanos de Catalu?a tienen como lengua propia el catal¨¢n, pero un porcentaje muy considerable es de lengua materna castellana.
- Todos los ciudadanos tienen el derecho -que la Administraci¨®n debe garantizarde conocer las dos lenguas y de usar en toda circunstancia la de su preferencia.
- Ning¨²n ciudadano tiene derecho a imponer a otro la lengua de su preferencia.
- Catalu?a tiene la firme voluntad de mantener el catal¨¢n como su lengua propia y su principal signo de identidad, y esa voluntad se ha plasmado en la ley de Normalizaci¨®n L¨ªng¨¹¨ªstica, aprobada por unanimidad por el Parlamento catal¨¢n.
- La lengua de los catalanes, y la cultura a la que sirve de veh¨ªculo, son patrimonio de todos los espa?oles.
- La Administraci¨®n del Estado debe favorecer el desarrollo de la lengua y la cultura catalanas, ponerla al alcance de todos los espa?oles no catalanes que quieran conocerla, y darla a conocer en el extranjero como parte importante del patrimonio espa?ol.
Del debate a fondo sobre esta realidad, sobre los prejuicios que la obstaculizan y sobre los problemas que conlleva pueden salir, sin duda, conclusiones y soluciones que hagan desaparecer el seud¨®problema catal¨¢n y nos permitan avanzar en la construcci¨®n de una Espa?a m¨¢s solidaria, que sea de verdad patrimonio de todos los espa?oles.
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