"Fue mi compa?ero"

"Fue mi compa?ero, el jefe del comando, el que utiliz¨® la pistola", asegura Mohamed Hamadei al referirse a la muerte de Robert Dean Stethem. "No estaba de acuerdo, porque nuestras reglas nos proh¨ªben derramar sangre", dice. "Gracias a Dios, nunca he tenido que matar a un hombre mir¨¢ndole a los ojos".

Ning¨²n testigo vio cu¨¢l fue el secuestrador que remat¨® con un disparo al submarinista, inconsciente tras haber sido golpeado con el brazo arrancado de una butaca del avi¨®n y empuj¨® despu¨¦s el cad¨¢ver por la puerta delantera hasta dejarlo caer sobre el asfalto de la pista. Pero casi todos los ex rehenes culpan a Hamadei.

Peter Hill, un sexagenario norteamericano, fue el primero en acusarle al afirmar que el joven liban¨¦s fanfarroneaba en un ingl¨¦s titubeante: "?sta es la pistola que ha matado al marine". De regreso a Argel, despu¨¦s de una primera escala en Beirut, Hamadei se expres¨® en t¨¦rminos similares ante el ingeniero de vuelo Benjamin Zimmermann, al que mostrar¨¢ satisfecho la mancha de sangre seca.

M¨¢s contundente a¨²n en su acusaci¨®n fue el comandante Testrake. Tras explicar al tribunal c¨®mo Hamadei y su c¨®mplice se repart¨ªan los papeles, el primero amedrentaba recurriendo a la violencia y el segundo se encargaba de formular exigencias a la torre de control, declar¨® que s¨®lo oy¨® un disparo, y mirando al inculpado, a?adi¨®: "?ste es el hombre que, recuerdo, estaba en el camino de la puerta delantera y dispar¨® a Stethern".

La detonaci¨®n hizo pensar a la azafata Derickson: "Dios m¨ªo, han matado a alguien". Pero su testimonio tampoco aclar¨® lo sucedido, porque no pudo identificar a Hamadei como el asesino. Se limit¨® a se?alar al tribunal que el acusado le pidi¨® antes de que muriese el submarinista que anunciase por altavoces a los pasajeros que iban a "o¨ªr un ruido".