Al otro lado del r¨ªo
"Aqu¨ª s¨®lo se piensa en la chamba, y no hay chambas" (puestos de trabajo), afirma pensativo Pr¨ªstino Olmedo mientras mira discurrir a un crecido R¨ªo Grande a su paso por el puente fronterizo de Brownsville -la capital del valle- con la ciudad mexicana de Matamoros. Cinco indocumentados pasan corriendo con el culo -no la espalda- a¨²n mojado. Son las seis de la tarde, a¨²n de d¨ªa, y acaban de cruzar ilegalmente la frontera, una cicatriz de m¨¢s de 2.000 millas de longitud, por delante de nuestras narices.Desde que lo hiciera en 1952 el general Eisenhower, ning¨²n candidato presidencial republicano ha ganado en esta regi¨®n. Al sur de San Antonio s¨®lo hay un juez de condado republicano. Y este a?o -por inercia hist¨®rica, que no por Dukakis- pasar¨¢ otro tanto.
?sta es una zona que vive fundamentalmente de la agricultura -algod¨®n, c¨ªtricos, grano y legumbres- y del comercio fronterizo con M¨¦xico (la clase media mexicana pasa a comprar a EE UU), y en el invierno, de la inyecci¨®n que supone la llegada de m¨¢s de 100.000 ancianos que huyen del fr¨ªo de los Estados del Norte, los llamados tejanos de invierno. La tasa de paro en el valle se sit¨²a entre un 15% y un 30% (la media nacional es del 5%), y en las colonias de chabolas, donde se concentra el aluvi¨®n de la inmigraci¨®n m¨¢s reciente, se pasa hambre, hay malnutrici¨®n infantil y se carece de los servicios m¨¢s elementales de agua corriente e incluso electricidad.
Es una econom¨ªa basada en un peonaje al que se le paga 3,35 d¨®lares la hora, el salario m¨ªnimo en EE UU, y que no puede atraer industria porque no hay mano de obra cualificada. Son trabajadores muy buenos para trabajos repetitivos y adem¨¢s tienen un ¨ªndice de sindicaci¨®n muy bajo (un 3%), dice el presidente de la C¨¢mara de Comercio de Harlingen, David Allex, un personaje con aspecto de luchador de grecorromana. Pero aunque el panorama no sea muy rosa, siempre es mejor estar a este lado del r¨ªo.
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