La generaci¨®n b¨ªfida
La punta de la generaci¨®n de quienes est¨¢n por los 40 a?os -algo m¨¢s, algo menos- se bifurca. Unos llegan al poder, otros a la muerte. Estuvieron juntos en una izquierda alegre, abierta, que se un¨ªa en las calles, en el vino, en ciertos conceptos generales de la libertad. Vivieron en las mismas comunas, salieron hacia Par¨ªs -o se impregnaron de ¨¦l- o se fueron a Lisboa para lo de los claveles (?se acuerdan?), compartieron los libros prohibidos, sufrieron los mismos golpes de guardias o de grupos derechistas. Ahora unos est¨¢n en el poder, otros mueren.Darwin dijo algo de la supervivencia del m¨¢s fuerte. Su largo t¨ªtulo victoriano resum¨ªa ya: Sobre el origen de las especies por medio de la selecci¨®n natural o la preservaci¨®n de las razas favorecidas en la lucha por la vida. Ya hab¨ªa varios errores en el enunciado: considerar lo natural como algo ben¨¦fico y considerablemente oportuno encaminado hacia algo con un concepto de futuro mejor, pretender que la vida se plantea como una lucha exclusivamente, determinar que la naturaleza favorece unas razas contra otras y que ¨¦sas, por ser las m¨¢s fuertes, son las mejores. De lo que fue punta de lanza de la ideolog¨ªa cient¨ªfica de su ¨¦poca salieron, a trav¨¦s de distintas revisiones, el liberalismo o concurrencia abierta (la lucha de todos contra todos), el fascismo, el comunismo estaliniano y los libertarismos aniquiladores: millones de muertos. La estirpe de ese pensamiento llega hasta hoy. Reagan ha sido el gran defensor de la supervivencia del m¨¢s fuerte como equivalencia del mejor -en el momento en que uno es m¨¢s fuerte, nadie le va a discutir que es el mejor- y Bush ha recogido de ah¨ª su pu?ado de votos para que todo contin¨²e con los meros matices de moda o verbo que se requieran.
A?adiendo algo a Darwin se lleg¨® a la frase de la "survival of the fittest", o la supervivencia del m¨¢s adaptado (Herbert Spencer en Principios de biolog¨ªa). Ser¨¢ eso lo que est¨¢ pasando aqu¨ª con esta punta bifurcada. La diferencia entre unos y otros es demasiado grande de todos modos y se ha producido en tan poco tiempo que constituye un fen¨®meno r¨¢pido y singular. Se ha formado la raza favorecida de los adaptados: acuden a los besamanos de los obispos, comen langostinos, llevan pianos de respeto a sus despachos, tienden moquetas hasta donde se abrigan de la calle, tienen escoltas, compran fraques, usan Visa Oro, viajan en Concorde, eligen trajes y corbatas de buen pa?o y buena seda, tienen asesores de imagen, cambian de esposas en busca de la riqueza, la elegancia o la popularidad, segregan unos seguidores que crean a su imagen y semejanza -lealtad y langostinos- y que ocupan los vigorosos puestos delegados del poder.Los otros vagan por los centros sanitarios pidiendo ayuda, a veces s¨®lo alguna p¨ªldora para pasar el trago del insomnio, y no saben -son los inadaptados- encontrar el certificado del censo del barrio, la tarjeta de beneficencia, el papel del paro. Cuando llegan a los psic¨®logos desbordados, les aplicanel :¨ªgido conductismo que no
saten realizar. Escriben en pe
ri¨®dicos casi clandestinos, se les
nie),an los micr¨®fonos de las ra
di¨²nculas porque escandalizan,
ya no se prestan libros unos a
otr)s, sino harapos. Los guar
dia 3 de las urgencias de los hos
pitales pueden rechazarles
cu,ndo son drogatas. Duermen
en los bancos. No pueden ni
acegerse al Plan de Empleo Ju
veitil -las hierbas que otro
arpJ¨®- porque son mayores.
Los vecinos de sus tabucos
qui . eren expulsarles por su ries
go potencial. Cuando encuen
tran una secta donde podr¨ªan
ad: iptarse al menos un rato, que
les puede llevar a una granja
con sus compa?eras p¨¢lidas,
su,, compa?eros de la otra pun
ta b¨ªfida -los que gustan de
santificar las fiestas- les en
caicelan, les evacuan, les acusan de promiscuidad sexual o de ser pobres v¨ªctimas de lavado de cerebro. Los burgueses se cruzan de acera cuando les ven, los guardias vuelven a pegarles cu indo arrastran sus ¨²ltimas fu(rzas en las manifestaciones co:itra las bases, la OTAN o a ffi or de las movilizaciones del d¨ª-,- 14. Est¨¢n, se dice, locos. La Uni¨®n Sovi¨¦tica de antes percibio hace muchos a?os que esta im,daptaci¨®n no pod¨ªa ser sino fry to de una locura v llevaba aloamok.
Se respetan los derechos humanos: son estos marginales, alcoh¨®licos, drogados, sidosos,
lit ertarios, poetas sin juegos florales una peluca y una gabardina al juzgado para que se escapen. Ni siquiera intentan escaparse. Ni se les dejar¨ªa.
Es una generaci¨®n curiosa, cuya doble faz -la que r¨ªe, la que llora- no se ha dado f¨¢cilmente en otros tiempos hist¨®ricos. Quiz¨¢ en otros lugares se est¨¢ produciendo algo parecido al mismo tiempo: digamos, Nueva York. Pero all¨ª dificilmente constituyen una generaci¨®n determinada -son de muchos estratos- ni han ido juntos con sus coet¨¢neos a las manifestaciones ni compartido durante unos a?os la misma lucha y las mismas esperanzas. Es m¨¢s un problema cl¨¢sico de riqueza y pobreza desnuda, que aqu¨ª tambi¨¦n existe, pero con otras caracter¨ªsticas. Ahora impresiona Tom Wolfe porque lo cuenta; pero ya lo contaba mejor John Dos Passos, a los que leyeron escondidos los de las dos puntas de esta generaci¨®n (Dos Passos se arrepinti¨® y se adapt¨® en una ¨¦poca dura).
Esto es otra cosa. Algo darwiniano. La naturaleza ha seleccionado a los m¨¢s fuertes, quiz¨¢ gracias al meritorio esfuerzo de ¨¦stos por adaptarse a lo previamente existente y a lo que el general De Gaulle llam¨® "la nature des choses", y la lucha por la vida les ha dado el poder. Los otros, los ca¨ªnes de aquella fraternidad -o tratados como ca¨ªnes-, cometieron el error de querer adaptar la sociedad a sus ideolog¨ªas. Cre¨ªan que iban todos a lo mismo, y se equivocaban. Dec¨ªa Bernard Shaw que s¨®lo los tontos han creado los progresos del mundo, porque los listos se han adaptado a lo que hab¨ªa sin necesidad de inventar. Tambi¨¦n se equivocaba. Aqu¨ª los tontos son tontos para siempre y la naturaleza no tiene ning¨²n inter¨¦s en que sobrevivan. Por eso se van muriendo despu¨¦s de sufrir la marginaci¨®n, la porra, el desprecio, el serm¨®n, el conduct¨ªsmo, las redadas, las visitas de alguna buena monja, el aislamiento en los lugares de trabajo, el abandono -con necesarias l¨¢grimas de la madre- de las familias que consideran cualquier inversi¨®n en ellos como algo a fondo perdido, la calificaci¨®n de irrecuperables. Qu¨¦ tontos, qu¨¦ tontos.
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