En el nombre de los cat¨®licos
F. V., La c¨²pula del episcopado mantuvo durante todo el mandato del anterior presidente de la Conferencia Episcopal, Gabino D¨ªaz Merch¨¢n, una actitud radical de separaci¨®n de las opciones pol¨ªticas y una gran prevenci¨®n hacia el surgimiento de partidos confesionales.
Prueba de ello fue el documento Los cat¨®licos en la vida p¨²blica, aprobado por la Permanente del episcopado en el mes de abril del a?o, 1986 y con el que los obispos tomaban posiciones contrarias a la existencia de formaciones pol¨ªticas que utilizaran el nombre de cat¨®licos o cristianos en sus siglas.
En el citado texto del episcopado se se?ala que las citadas formaciones "no pueden considerarse v¨ªa ¨²nica para los cat¨®licos", y se a?ade que "sus resultados no caen bajo la competencia de la autoridad eclesial ni son atribuibles a la comunidad cristiana en cuanto tal; la jerarqu¨ªa puede desautorizar esa denominaci¨®n".
El documento respond¨ªa, en buena medida, a la prevenci¨®n hist¨®rica que hacia proyectos de estas caracter¨ªsticas ha mantenido buena parte del episcopado.
El propio cardenal Vicente Enrique y Taranc¨®n -quien vivi¨® a la cabeza de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica espa?ola toda la transici¨®n a la democracia- ha manifestado en diversas ocasiones que no quer¨ªa ning¨²n partido "con el apellido cristiano".
El Partido Popular no lleva esa denominaci¨®n, aunque en su formaci¨®n han participado dirigentes largamente vinculados, como Marcelino Oreja, a proyectos democristianos.
Escasa viabilidad
Al tiempo, el Partido Dem¨®crata Cristiano no ha sido mal visto desde su fundaci¨®n por sectores de la jerarqu¨ªa, que, sin embargo, ve¨ªan escasa viabilidad electoral en el proyecto.
Por ello la integraci¨®n en el proyecto del Partido Popular ha sido propiciada desde algunos sectores eclesi¨¢sticos.
En la actualidad, algunos obispos se han aproximado a opiniones concretas, al considerar al PSOE como un partido ideol¨®gicamente opuesto a buena parte de los postulados morales cristianos.
Seg¨²n fuentes eclesi¨¢sticas, resulta imposible que se marque una direcci¨®n de voto para los cat¨®licos: a ello se opondr¨¢n no s¨®lo buena parte de la jerarqu¨ªa, sino tambi¨¦n sacerdotes y laicos.
La pluralidad de opciones de los cristianos es indiscutible despu¨¦s del abanico que abri¨® el Concilio Vaticano II. Sin embargo, en la actualidad, Roma no ve con malos ojos a aquellos que pretenden hacer de la catolicidad una alternativa pol¨ªtica a los modelos sociales laicos.
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