Romeros
Seg¨²n fuentes dignas de todo mi cr¨¦dito, cinco forasteros por cada residente vienen a Pamplona durante los sanfermines. En consecuencia, cuando uno quiere saber alg¨²n dato o direcci¨®n de la ciudad, debe preguntar al menos a cinco transe¨²ntes, de los cuales cuatro no saben y uno contesta. Lo malo es que a veces alguno de los interrogados que no saben, tambi¨¦n contesta.Lo que nadie ignora, incluso los romeros de las m¨¢s ex¨®ticas procedencias, es el motivo de su presencia aqu¨ª. La respuesta es, en este caso, un¨¢nime: todos est¨¢n en las calles de Pamplona a causa de San Ferm¨ªn, aunque la identidad del santo sea m¨¢s bien nebulosa para la mayor¨ªa de los peregrinos por m¨ª abordados. Las respuestas en ese sentido son muy diversas, y dependen en gran medida del nivel de alcohol en sangre del interlocutor de turno. Uno lleg¨® a decirme que San Ferm¨ªn hab¨ªa sido un famoso portero del Osasuna. Qu¨¦ disparate imperdonable. El santo sabr¨¢ disimular.
Lo m¨¢s intrigante es la habitual denominaci¨®n en plural de var¨®n tan insigne y singular. ?Por qu¨¦ se habla de los sanfermines y no de los sanpedros y de los sanjuanes? He ah¨ª la cuesti¨®n. ?Acaso los pamplonicas, en su entusiasmo por su patrono, piensan que ¨¦stos son menos que aqu¨¦l? La hip¨®tesis es improbable si tenemos en cuenta la tradicional ortodoxia del pueblo navarro. Dada mi ignorancia en estos asuntos, yo mismo he llegado a pensar que San Ferm¨ªn ten¨ªa un hermano gemelo o tal vez siam¨¦s. Nada de eso. Para resolver mis dudas al respecto, me he acercado a la imagen del santo con la veneraci¨®n que se merece, y tambi¨¦n -debo reconocerlo- con un punto de curiosidad, no dir¨ªa que morbosa, pero casi. As¨ª pude contemplar el rostro ¨²nico del ¨²nico San Ferm¨ªn, un rostro muy bello y grave, algo parado quiz¨¢ por el asombro que sin duda debe producirle el espect¨¢culo, no siempre edificante, de su ciudad en fiestas. Por eso puedo asegurar ahora que no hay otro como San Ferm¨ªn, que va vestido de obispo y tiene el pecho de cristal, rareza anat¨®mica que puede interpretarse como una alusi¨®n al talante sincero, claro y transparente que desde tiempos inmemoriables se atribuye a su grey.
Doble visi¨®n
Viendo su inconfundible figura, he vuelto a preguntarme por qu¨¦ sus esforzados e incondicionales romeros hablan de la fiesta de los sanfermines, y no de las fiestas de San Ferm¨ªn.
La explicaci¨®n cre¨ª encontrarla, esta vez casi con certeza, en las caras de alguno de esos romeros, en las que eran perceptibles las huellas de la jubilosa celebraci¨®n de la tarde y la noche anteriores, una celebraci¨®n continuada en las carreras y sobresaltos que las primeras horas de la ma?ana imponen tal d¨ªa como hoy en esta ciudad, y aun prolongada inveros¨ªmilmente con ayuda de frecuentes libaciones en el soleado mediod¨ªa del 7 de julio. La pluralizaci¨®n del nombre singular del santo se debe con seguridad a un conocido efecto ¨®ptico: no pocos de los peregrinos por ¨¦l convocados ten¨ªan que verlo doble.
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