De vuelta a casa
La reprivatizaci¨®n bancaria en M¨¦xico busca el dinero que sali¨® del pa¨ªs tras la nacionalizaci¨®n
El proceso de reprivatizaci¨®n de la banca mexicana, mayoritariamente bien acogido en este pa¨ªs, se enfrenta ahora a su momento m¨¢s dif¨ªcil: la captaci¨®n de los capitales necesarios para adquirir las entidades que saldr¨¢n a la venta, as¨ª como para reactivar una econom¨ªa que, pese a todas las reformas acometidas hasta ahora, sigue adoleciendo de falta de financiaci¨®n.
El presidente mexicano, Carlos Salinas, dicho en otras palabras, ha dado el arriesgado paso pol¨ªtico de privar al Estado del control de los 18 bancos que funcionan en la actualidad, pero falta ahora por saber de d¨®nde saldr¨¢n los cerca de 6.500 millones de d¨®lares que, de acuerdo a los c¨¢lculos, son necesarios para absorber las acciones que se pretende poner en manos de particulares.Los expertos coinciden en que eso no va a ser f¨¢cil y en que va a requerir un largo y complicado procedimiento en el que ser¨¢ necesario combinar una legislaci¨®n muy flexible en materia fiscal con un clima general de confianza para el inversor.
La medida de reprivatizaci¨®n de la banca est¨¢ orientada fundamentalmente, a juicio de los analistas mexicanos, a atraer el capital que hab¨ªa huido de M¨¦xico antes y, sobre todo, despu¨¦s de la nacionalizaci¨®n decidida en septiembre 1982 por el entonces presidente mexicano, Jos¨¦ L¨®pez Portillo.
La cifra del capital de mexicanos depositado en el exterior oscila, seg¨²n fuentes internas y externas, entre los 20.000 millones de d¨®lares y los 80.000 millones Un c¨¢lculo realista indica que, al menos, 40.000 millones de d¨®lares, principalmente depositados en Estados Unidos, salieron del pa¨ªs en la ¨²ltima d¨¦cada.
El Gobierno se conforma con que la decisi¨®n del presidente Salinas, pendiente todav¨ªa de la ratificaci¨®n parlamentaria, consiga atraer al pa¨ªs al menos un 15% del dinero depositado en el exterior, lo que supondr¨ªa para la econom¨ªa mexicana una inyecci¨®n de capital similar al que permiti¨® el acuerdo sobre la deuda externa suscrito este a?o.
Aparentemente todo est¨¢ por hacer en ese terreno. Carlos Salinas tiene, sin embargo, urgencias econ¨®micas y pol¨ªticas, por poder poner en marcha las promesas de solidaridad social que ha predicado y a las que est¨¢ obligado de cara a los pr¨®ximos compromisos electorales.
Poner precio
En primer lugar, se trata de poner precio a los bancos a la venta. El problema se circunscribe, pr¨¢cticamente, a los tres grandes bancos del pa¨ªs que, seg¨²n fuentes de la bolsa tienen un valor aproximado -calculando el 100% de sus acciones- de m¨¢s de 4.000 millones de d¨®lares. Si se tiene en cuenta que el Estado pretende quedarse con una parte de las acciones, la cantidad que se obtendr¨ªa por su venta ser¨ªa, obviamente, algo inferior.Los expertos consideran que el valor real de las acciones bancarias s¨®lo podr¨¢ saberse con exactitud cuando se conozca la legislaci¨®n adecuada para su venta y se inicie el proceso de negociaci¨®n correspondiente.
No se descarta la posibilidad de que, ante la falta de inter¨¦s por parte del capital privado -que podr¨ªa preferir, por ejemplo, abrir nuevos bancos o mantener operaciones a trav¨¦s de las rentables casas de cambio- el Estado tenga que seguir por alg¨²n tiempo controlando las principales entidades financieras. Para el ahorrador privado, principalmente el mediano y peque?o, uno de los principales alicientes de la decisi¨®n gubernamental es la posibilidad, todav¨ªa no contemplada en la propuesta enviada por Salinas al Parlamento, de que se puedan abrir cuentas en d¨®lares en bancos nacionales. Para el Gobierno esta posibilidad, que indudablemente animar¨ªa la repatriaci¨®n de capitales, supone el riesgo de no poder responder adecuadamente al ahorrador en el caso de una nueva crisis econ¨®mica que obligue a un control de las divisas.
El panorama, por tanto, es todav¨ªa incierto para la plena normalizaci¨®n de un sistema bancario mixto o mayoritariamente privado.
Aunque funcionarios gubernamentales han manifestado su oposici¨®n a que, como ocurr¨ªa antes de 1982, el capital bancario quede en manos de unas pocas familias, el secretario de Hacienda, Pedro Aspe, ha advertido que "es deseable la democratizaci¨®n, pero hay que tener cuidado de que exista un grupo visible, responsable y honesto que encabece la administraci¨®n de las sociedades nacionales de cr¨¦dito".
Las autoridades buscan la forma de decir a los grandes inversores mexicanos que es hora de poner su dinero a trabajar, con garant¨ªas y con confianza. Algunos analistas y, sobre todo, los partidos pol¨ªticos de izquierda temen que, finalmente, los bancos acaben de nuevo en las manos de quienes los ten¨ªan antes de 1982 y a los que se tild¨® entonces de estafadores y vende-patrias por su demostrada tendencia a evadir sus capitales.
Muchos de esos antiguos propietarios controlan ahora industrias y casas de bolsa y, aunque han aplaudido la decisi¨®n del presidente, no han dado hasta el momento pasos que permitan predecir que volver¨¢n r¨¢pidamente a los despachos que dejaron hace ocho a?os. Pero, si no es de ellos, ?de d¨®nde va a salir el dinero necesario para adquirir los activos de unas entidades caras en un pa¨ªs donde, adem¨¢s de los bancos, est¨¢n a la venta la miner¨ªa, los tel¨¦fonos y una docena m¨¢s de empresas importantes en distintos sectores? De la respuesta puede depender buena parte de la revoluci¨®n econ¨®mica emprendida por Salinas.
La decisi¨®n de nacionalizar la banca sirvi¨® para borrar el mal sabor de boca de la crisis, y para que la opini¨®n p¨²blica pudiese f¨¢cilmente cargar sobre un grupo de banqueros de dudosa honradez el peso de un desastre econ¨®mico del que el Gobierno es el principal responsable.
La nacionalizaci¨®n pretend¨ªa, en buena l¨®gica, acabar con la huida de capitales y detener el poder de unas cuentas familias de banqueros que, aparentemente, controlaban el poder econ¨®mico -y el pol¨ªtico- del pa¨ªs.
Sin embargo, la banca en manos del Estado no ha servido para satisfacer los objetivos que llevaron a su nacionalizaci¨®n: aumentar su actividad en beneficio de la justicia social. La desigualdad tampoco se ha superado en ocho a?os de banca estatal, ni se ha conseguido atraer el capital hu¨ªdo con la medida.
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