INOCENCIO ARIAS
El subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores, Inocencio Arias, camina por las moquetas como si anduviera descalzo por el c¨¦sped. Habla a las personalidades con una naturalidad que a algunos escandaliza. Es un genio de las relaciones p¨²blicas capaz de alcanzar velocidades laborales suficientes como para producir adrenalina en cualquiera que le observe.En el barrio de la ribera del Manzanares en el que ha vivido durante once a?os, se las ve¨ªa con el panadero a la hora de responder preguntas sobre pol¨ªtica exterior, cuando regresaba de atender a embajadores y periodistas en el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Si ahora alg¨²n vecino le preguntara qu¨¦ le parece que los j¨®venes espa?oles participen en la operaci¨®n de las fuerzas multinacionales en el Golfo, le dir¨ªa: "Yo tambi¨¦n tengo un hijo de 18 a?os, y voy a rezar para que esto acabe cuanto antes y no se vea obligado a ir, pero que un pa¨ªs de 39 millones de habitantes contribuya con 487 hombres en un altercado provocado por la insensatez de un hombre (Sadam Husein) es lo menos que se puede pedir. Estamos tratando de defender la econom¨ªa y calidad de vida de nuestro pa¨ªs".
Inocencio Arias recuerda las fuerzas vivas del barrio: "el del videoclub, el del quiosco, el m¨¦dico a cuya consulta pod¨ªas ir andando, y c¨®mo pod¨ªas mandar a tu hijo en bicicleta a la Casa de Campo sin temer a que tuviera problemas con el tr¨¢f?co". Todos se interesaban por su vecino, al que ve¨ªan en la televisi¨®n al lado del pr¨ªncipe de Asturias, del presidente del Gobierno o del ministro de Asuntos Exteriores. Hace poco m¨¢s de un a?o que, emigr¨® a un chal¨¦, pero todav¨ªa echa de menos "la proximidad del r¨ªo, el paseo con ¨¢rboles que lo bordea y el ambiente pueblerino", en el que se sent¨ªa como en casa.
De sus 50 a?os de vida, ha pasado casi la mitad metido en el ambiente diplom¨¢tico sin perder la terrenalidad que le caracteriza, casi tanto como su osad¨ªa en colocar una figura de Snoopy sobre la mesa que utiliz¨® Godoy: "Un embajador muy inteligente que llevaba 40 a?os en la carrera diplom¨¢tica dec¨ªa que los c¨®cteles eran lo m¨¢s cercano al purgatorio. Yo llevo 20 a?os y lo suscribo".
Y es que al final del d¨ªa, a la hora en la que se celebran los c¨®cteles, a Chericho lo que le apetece es quitarse la pajarita, la chaqueta, ver la televisi¨®n y leer el cap¨ªtulo que a uno le da tiempo a leer al d¨ªa, aunque reconoce la utilidad de asistir a estos actos en los que puedes "captar informaci¨®n fortuitamente". "Te encuentras a personas con las que puedes hablar sin que parezca que las est¨¢s buscando, y no tienes que mendigar por tel¨¦fono".
La vida en su barrio no era tan intimist¨¢ como la de su pueblo de V¨¦lez Blanco, en Almer¨ªa: "En un barrio saben con qui¨¦n est¨¢s casado, qui¨¦nes son tus hijos y a qu¨¦ te dedicas, pero en mi pueblo saben por qu¨¦ te eligieron el nombre que llevas, qu¨¦ enfermedades tuviste de peque?o y a qu¨¦ familiar has salido en car¨¢cter".
Despistar periodistas
Respecto a su cualidad de relaciones p¨²blicas, que le ha hecho famoso, explica: "Soy una persona que suele caer bien, he nacido as¨ª. Sonr¨ªo con m¨¢s frecuencia de la que me apetecer¨ªa, y hago favores m¨¢s all¨¢ de la propia resistencia f¨ªsica, y devuelvo m¨¢s llamadas de las que mi comodidad me pedir¨ªa".Inocencio Arias suele recibir una media de 45 llamadas diarias en su despacho, m¨¢s alguna que otra en su casa. Sus a?os de trabajo al frente de la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica le han marcado en cuanto a habilidad para tratar periodistas y para despistarlos ... : "Normalmente suelo sacar otro tema, les prometo que les voy a dar otra noticia. Si no hay m¨¢s remedio, los sit¨²as en la pel¨ªcula, pero sin darles el meollo de lo que quieres ocultar, les dices que los actores principales son Jacqueline Bisset y Robert Redford, que la escena se desarrolla en una piscina de una casa de California, y que se aman, pero les ocultas no s¨®lo que ¨¦l la ha besado, sino que tambi¨¦n le ha quitado la parte superior del ba?ador".
Arias mantiene una dura batalla contra la mediocridad y el t¨®pico que se?ala c¨®mo debe ser un diplom¨¢tico. Es el primer subsecretario que coloca una figura de Groucho Marx en el lugar en el que otros ponen la de Machado, usa pajarita y camisas de colores, y tiene un extra?o dominio del lenguaje que le hace mezclar palabras corrientes en asuntos sesudos. "Quiz¨¢ no soy convencional porque perd¨ª la t¨ªmidez por completo, y eso me permite decir, sin pasar al exabrupto, las cosas con una sinceridad y franqueza que siguen sorprendiendo a algunos de mis compa?eros".
A este diplom¨¢tico no le gusta adular, y tampoco, "excepto cuando no hay m¨¢s remedio", andarse por las ramas. "Cu¨¢ndo estoy con personas que est¨¢n muy por encima de m¨ª, s¨¦ por d¨®nde respiran y que tienen sentido del humor, por lo que les hablo tranquilamente".
Es consciente de que no respon de al clich¨¦ de un diplom¨¢tico, pero puntualiza que cada vez "hay menos diplom¨¢ticos t¨ªpicos".
Su especial habilidad en mantener en cualquier sitio su forma de ser surgi¨® a medida que fue comprobando "que no ten¨ªa por qu¨¦ poner una mordaza a mi car¨¢cter. ?Por qu¨¦ me voy a embutir en un corte de traje adocenado, cuando me he dado cuenta de que esto m¨ªo es un mercanc¨ªa que se vende bien?", explica.
El diplom¨¢tico parece a veces un embajador volante del Real Madrid. Sus defensas apasionadas del equipo son muy conocidas: "Yo soy de Real Madrid porque recib¨ª la revelaci¨®n como San Pablo, viendo un partido hace a?os. Ca¨ª del caballo vi la luz". Y Chencho cae literalmente arrodillado en el patio de arcos del Ministerio, ante el estupor de un bedel que mira con sorpresa a su subsecretario escenificar un pasaje de la Biblia. Se recompone, y a?ade que su mujer a veces le recrimina y le asegura que, si sigue as¨ª, se va a convertir en el payaso del ministerio. El hecho de que lo comente p¨²blicamente no es m¨¢s que la certeza que tiene de que los temores de su mujer son infundados.
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