Un hombre duro en el palco
Marcelino Moronta, presidente de corridas de toros en la plaza de Las Ventas y tambi¨¦n en la de Colmenar durante la feria, es un hombre duro. Hombres duros en los palcos presidenciales necesita la fiesta. Marcelino Moronta llega, a tales extremos de dureza, seriedad y rigor, que es capaz hasta de negarle una oreja a Pedro Lara en la plaza de Colmenar.Ni Rambo se habr¨ªa atrevido a tanto. Negarle una oreja a Pedro Lara en la plaza de Colmenar es una proeza digna de ponerla en el curriculum. No devolver toros inv¨¢lidos al corral, en cambio, as¨ª los proteste la mism¨ªsima afici¨®n de la primera plaza del mundo, o regalarles orejas a los que van por ah¨ª de figuras del toreo, carece de importancia. La dureza, la seriedad y el rigor de un presidente se demuestran neg¨¢ndole la oreja a Pedro Lara en la plaza de Colmenar.
Eulogios / Caballero, Fundi, Lara
Toros de Los Eulogios (propiedad de Eulogio y Jos¨¦ Manuel Sanz de la Morena), con trap¨ªo y de impresionantes cabezas, fuertes, descastados, excepto el 6?, noble. Andr¨¦s Caballero: bajonazo (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando sale al tercio); pinchazo hondo perpendicular, tres pinchazos, ocho descabellos y se acuesta el toro (silencio). El Fundi: pinchazo y estocada ca¨ªda (petici¨®n minoritaria, ovaci¨®n con salida al tercio y renuncia a la vuelta al ruedo); media perpendicular atravesada, rueda de peones y descabello (silencio). Pedro Lara: media muy tendida y ca¨ªda y estocada corta ca¨ªda (pitos); estocada (petici¨®n y vuelta). Plaza de Colmenar Viejo, 31 de agosto. S¨¦ptima y ¨²ltima corrida de feria. M¨¢s de media entrada.
Si la pidi¨® el p¨²blico hasta desga?itarse, ese ser¨¢ problema del p¨²blico; si Pedro Lara cobr¨® un estoconazo sensacional hundiendo el acero hasta la bola por el hoyo de las agujas, ese ser¨¢ problema de Pedro Lara. Cuando lo habitual en la tauromaquia contempor¨¢nea es asesinar toros de alevosa pufialada bajera, que Pedro Lara vaya y cobre un estoconazo por el hoyo de las agujas ejecutando limpiamente la suerte del volapi¨¦, supone una salida de madre imperdonable. Pero no le sirvi¨® de nada, pues esa extempor¨¢nea alteraci¨®n del orden se encarg¨® de restablecerla un presidente con lo que hay que tener, reduciendo sus veleidades estoqueadoras a la m¨¢s absoluta indiferencia.
No deber¨ªa quejarse Pedro Lara de mala suerte, sin embargo, porque hasta lo de la oreja la tuvo buena. El ¨²nico lote toreable de la tarde le correspondi¨® a ¨¦l, mientras sus compa?eros estuvieron en la guerra. Lo primero que le ocurri¨® a Andr¨¦s Caballero fue que el Eulogio marrajo le arroll¨® tir¨¢ndole bajo el estribo, y si no lo remat¨® all¨ª hubo de ser por puro milagro. Alguien muy allegado a Andr¨¦s Caballero deb¨ªa de estar rezando mientras se jugaba la vida en el coso colmenare?o.
El toro arrollador, y el cuarto, y los dos de El Fundi, todos con trap¨ªo, estaban descastados. A pesar de que les pegaron tremendos puyazos no se cayeron para nada y, llegado el ¨²ltimo tercio, se pon¨ªan a la defensiva. Caballero machete¨® expeditivo a sus toros, que le quer¨ªan coger, y tambi¨¦n El Fundi al quinto, por igual motivo. En el segundo, pese a las violencias y asperezas del Eulogio top¨®n casta-mulo, estuvo torer¨ªsimo El Fundi. Tirando de verdad del toro, aguantando valent¨ªsimo sus parones, oblig¨¢ndole a prolongar el recorrido de sus topetazos con mando y temple, cuaj¨® una faena plet¨®rica de recursos y desarrollada mediante un amplio repertorio de suertes de adorno y remate que engarzaban las llamadas fundamentales, siempre acopladas a los cambiantes estados del castamulo top¨®n y Eulogio.
A El Fundi s¨®lo le falt¨® en esa faena ser una figura consagrada del toreo para poner la plaza boca abajo. El p¨²blico de los tiempos que corren no acaba de creerse el tore¨® de los espadas modestos, aunque lo hagan bueno, y en cambio se cree a pies juntillas el de las figuras consagradas aunque lo hagan malo. En los tiempos que corren, lo importante en el arte no es la obra sino la imagen del artista. En los tiempos que corren, eso. de discernir debe de ser una lata. En los tiempos que corren los artistas llegan ya discernidos y as¨ª el p¨²blico no tiene que tomarse la molestia de discernirlos.
Pedro Lara peg¨® derechazos desangelados a un Eulogio mansote que estaba atontado, y al sexto, ¨²nico encastado y noble de la tarde, le hizo aseada faena, con varias tandas en redondo de buen corte, coronada mediante un sensacional estoconazo hasta la bola. El p¨²blico pidi¨® la oreja con mucho griterio y fren¨¦tico agitar de pa?uelos, pero el se?or Moronta no iba a consentir que se la llevara de rositas un torero sin discernir. De manera que pleg¨® el moquero, salud¨® al c¨®nclave, se atus¨® el terno y abandon¨® el palco sacando pecho.
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