Mansos para el tedio
No siempre la mansedumbre de las reses lleva necesariamente aparejado el aburrimiento de los aficionados. En ocasiones, la lidia de un toro manso produce emoci¨®n, en cuanto que entra?a un riesgo superior al normal, que el diestro debe superar con su t¨¦cnica. Sin embargo, cuando la mansedumbre es generalizada como en los seis toros de Mar¨ªa Palma, y adem¨¢s la mansedumbre no entra?a un especial peligro, pues ocurre que los astados se quedan pegados al piso como si los hubieran encolado, se hace presente, irremediablemente, el m¨¢s insoportable tedio.La afici¨®n de la Maestranza, de fino olfato, debi¨® olerse el mal guiso que se hab¨ªa preparado y se qued¨® en casa viendo la televisi¨®n. S¨®lo un tercio de plaza en una corrida de la otrora famosa feria de San Miguel.
Palma / Frascuelo, Campuzano, C¨¢mara
Toros de Mar¨ªa Palma bien presentados, ast¨ªfinos, mansos. Frascuelo: estocada tendida (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio). Tom¨¢s Campuzano: estocada corta (silencio); estocada (silencio). Fernando C¨¢mara: estocada pesquecera y descabello (palmas); estocada (palmas). Plaza de la Real Maestranza, 30 de septiembre. Segunda y ¨²ltima corrida de la Feria d e San Miguel. Un tercio de entrada.
El veterano Frascuelo, pese a llevar 16 a?os de alternativa, debut¨® el domingo como matador de toros en Sevilla. De su tarea, s¨®lo puede decirse que acredit¨® oficio y decisi¨®n. A su primero, reserv¨®n y quedado, lo machete¨® con decoro. Al cuarto, cornal¨®n y astifino, le insisti¨® entre los pitones, pero el corn¨²peta m¨¢s que encolado, parec¨ªa arriostrado con hormig¨®n armado. La valiente porfia de Frascuelo, obviamente, no tuvo fruto.
Las escasas embestidas del primer toro de Tom¨¢s Campuzano no fueron francas. En seguida se raj¨®, y se refugi¨® en las tabla, por lo que los intentos de Campuzano por sacarle alg¨²n partido resultaron bald¨ªos. Lo mismo que en la bravura, en la mansedumbre de los toros tambi¨¦n hay grados. El quinto fue el menos manso del encierro, y aunque remataba los embates con la cara arriba, por lo menos se movi¨®. Campuzano no acab¨® de centrarse con ¨¦l, y le dio numerosos muletazos sobre ambas manos carentes de limpieza.
Fernando C¨¢mara, que tambi¨¦n debulaba en Sevilla como matador de toros, pech¨® con un primero huidizo y distra¨ªdo. S¨®lo alg¨²n natural aprovechando el viaje -viaje cuyo punto de destino era la querencia- puede ser anotado. Muy poco para las evanescentes ilusiones del joven matador. En el sexto, sin recorrido, C¨¢mara insisti¨® hasta la saciedad con la mano izquierda, pero no estaba el burel por darle la menor oportunidad para el lucimiento. En justa venganza, el de Arjona le recet¨® una estocada hasta la guarnici¨®n.
Destacaron con las banderillas Luis Mariscal y El Formidable. Si la historia sirve para algo, la paup¨¦rrima historia de esta feria del 90 debe servir al menos de lecci¨®n para que no se repita.
Babelia
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