Manili abre la puerta del Pr¨ªncipe
Matar seis toros un solo espada constituye empresa de gruesa envergadura. Matarlos en La Maestranza acent¨²a su importancia, por la repercusi¨®n que, para bien o para mal, tiene en el orbe taurino. Matar seis toros un solo espada, en La Maestranza, o en Bollullos, y que no se aburra el personal, m¨¢s que una haza?a es un milagro. Los aficionados maduros recuerdan con deleite las corridas de seis toros de Antonio Bienvenida, tan pr¨®digo en esa haza?a. El milagro all¨ª era aburrirse. Lo habitual era salir de la plaza toreando.Manili consigui¨® ayer matar no s¨®lo con desahogo, sino con brillantez, la corrida. Estuvo muy certero con la espada, y la estocada al tercero la recordar¨¢n los aficionados sevillanos por mucho tiempo. Abri¨® la puerta del Pr¨ªncipe para salir en volandas por el paseo de Col¨®n. Le dio a cada toro su lidia, pero... es dif¨ªcil sostener que los espectadores no tuvieron momentos de tedio, o que el p¨²blico sali¨® de la plaza toreando. Son muy pocos los toreros que en la historia han tenido gancho y repertorio para mantener viva la atenci¨®n del p¨²blico durante la lidia de los seis toros. Manili tampoco la mantuvo. Con el capote, salvo a la ver¨®nica, no hubo la menor variedad. Y como tampoco tore¨® como Curro Puya, el saldo de su toreo de capa fue pobre. Y fue pobre adem¨¢s porque no coloc¨® ning¨²n toro para que se luciera en varas. Destac¨®, por contra, con las banderillas, muy brillantemente, Santiponce, que mereci¨® los honores de la m¨²sica.
El Torero / Manili
Toros de El Torero (52, sobrero), bien presentados y de desigual juego. Manili, ¨²nico espada: oreja; vuelta; dos orejas; palmas; ovaci¨®n; ovaci¨®n. Sali¨® a hombros por la puerta del Pr¨ªncipe. Plaza de la Real Maestranza, 12 de octubre. Corrida de la Cruz Roja. Media entrada.
La primera parte de la corrida, por mor del comportamiento de los toros, tuvo momentos de inter¨¦s. Es preciso se?alar que Manili, como Domingo Ortega, es torero de la mano. derecha. Tras matar a los seis, apenas cabe anotarle alg¨²n que otro natural. Con la mano derecha es m¨¢s poderoso, somete mucho m¨¢s. En el primero tore¨® con temple, si bien citan do con la muleta oblicua. En el tercero, en el de las dos orejas, por encima de cualesquiera otras virtudes tuvo las del dominio y el valor. Lo someti¨® plenamente, aunque en la faena hubiera circulares cl tando de espaldas y otras heterodoxias. Entre ellas, la costumbre de dar los pases de pecho a pares. Si el pase de pecho es obligado, agota el espacio, y en teor¨ªa no deber¨ªa caber otro.
En el segundo no se centr¨®. Los tres ¨²ltimos toros tuvieron menos clase y dieron un juego m¨¢s pobre. Manili anduvo con desahogo, y con mucha muerte en la espada, pero no consigui¨® a ninguno de los tres darle una tanda de muletazos bien ligada y bien rematada. Sus entusiastas paisanos de Cantillana no fueron ajenos a que consiguiera abrir la puerta del Pr¨ªncipe.
Babelia
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