Homenaje
El espect¨¢culo del teatro Mar¨ªa Guerrero permiti¨® ver mas que como bailaba Antonia Merc¨¦ -Marienima reconoce que no ha buscado reconstruir los pasos- qu¨¦ bailaba y sobre todo, c¨®mo se bailan esas cosas ahora. Es decir, c¨®mo ha ido evolucionando en los m¨¢s de 50 a?os transcurridos desde su muerte y a partir no s¨®lo de ella (que no dej¨® ni escuela ni tuvo realmente seguidores porque trabaj¨® muy poco en Espa?a) sino de Encarnaci¨®n y Pilar L¨®pez, y el propio Escudero y de toda la generaci¨®n de la posguerra y de despu¨¦s, el estilo de danza teatral espa?ola. Y lo cierto es que, a juzgar por lo que se vio en el espect¨¢culo -muy bien organizado y desarrollado- la danza espa?ola, al menos en lo que a bailarines se refiere no va nada mal.Bailarinas como Lola Greco -que en la primera parte bail¨® la Danza de los ojos verdes que Granados compuso para Antonia Merc¨¦ y La cari?osa, una fantas¨ªa sobre tema filipino- o la primera figura del Ballet Nacional, Alda G¨®mez, que hizo la Danza de la gitana de la Sonatina de Ernesto Halffter- representan un nuevo tipo de bailarina espa?ola, hecha en la amplitud de movimientos de la t¨¦cnica del ballet actual, pero que no han perdido el car¨¢cter espa?ol de fondo de su baile, aunque la verdad es que como ellas, que sepan evitar el amaneramiento y la uniformidad, hay muy pocas.
Centenario de La Argentina
M¨²sica: Albeniz, Bret¨®n, Granados, E. Halfter, Falla, Dur¨¢n y popular.Int¨¦rpretes: Joaqu¨ªn Cort¨¦s, Aida G¨®mez, Lola Greco, Javier Latorre, Sara Lezana, Marlerrima, Candi Rom¨¢n, Miguel Sandoval y artistas del Ballet Marlerrima. Coreograf¨ªa y direcci¨®n art¨ªstica: Marierrima. Madrid. Teatro Mar¨ªa Guerrero 8 de noviembre.
Punto y aparte
La flamenca Sara Lezana es punto aparte: bailaora madura -pero eso en flamenco y en este caso es plenitud- sac¨® en la Danza d¨¦, fuego como en su Garrot¨ªn y su baile por buler¨ªas el refinamiento y los atisbos de oscuras profundidades que s¨®lo este g¨¦nero es capaz de dar.Con los hombres ocurri¨® algo parecido: j¨®venes bailarines como Joaqu¨ªn Cort¨¦s y Javier Latorre manejan el zapateado y su baile est¨¢ muy enriquecido con todo lo que, siguiendo a Escudero, han aportado varias generaciones al teatro, de Antonio Ruiz a Jos¨¦ Antonio pasando por Gades y Greco. Pero quien levant¨® otro tipo de entusiasmos fue Miguel Sandoval, un flamenco al que apenas se ha visto en Espa?a y cuyo baile por romeras, al que se entreg¨® por completo, levant¨® el entusiasmo.
Los ballets de la segunda parte (Elfandango del candil de Gustavo Dur¨¢n y la Triana de Alb¨¦niz), que en su d¨ªa no cuajaron como tales, pusieron de manifiesto que la debilidad de la danza esc¨¦nica espa?ola no es -no ha sido nunca- el estilo de baile, capaz de adaptarse y tomar de aqu¨ª y de all¨¢ lo que le ha convenido en cada momento hist¨®rico, sino la necesidad de someterse al relato dram¨¢tico y la dificultar para coreografiar objetivamente cuando se quiere hacer un ballet y no s¨®lo presentar danza.
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