El presidente apagafuegos

Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno, parece que se divirti¨® con el revuelo que crearon sus palabras toda vez que "Ios cazafantasmas", seg¨²n su propia expresi¨®n, entraron en el juego. Lo cierto es que si la oposici¨®n conservadora se apresur¨® en mostrar su esc¨¢ndalo ante una posible medida de contenci¨®n de los beneficios empresariales no quedaron a la zaga el propio presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, ni el ministro de Econom¨ªa, Carlos Solchaga, que entraron de lleno en la pol¨¦mica.Guerra manifest¨® que no estaba hablando de una ley susceptible de llevar al Parlamento sino que en el marco del debate te¨®rico en el que se hallaba rememor¨® la Ley de Hierro (o de Bronce) de los salarios seg¨²n la teor¨ªa de David Ricardo, del siglo XIX, para preguntar en un contexto ret¨®rico si los economistas no deb¨ªan teorizar tambi¨¦n sobre una cierta contenci¨®n para los beneficios.

El vicepresidente estim¨® en esa ocasi¨®n que hab¨ªa existido "mala intenci¨®n" en quienes formularon a Felipe Gonz¨¢lez la pregunta, 'Fuera de contexto", sobre si estaba de acuerdo con poner por ley un l¨ªmite a los beneficios, posibilidad que Gonz¨¢lez rechaz¨® y de la que el ministro de Econom¨ªa se apresur¨® igualmente a desmarcarse.

El resultado es que estas escaramuzas obligan al presidente del Gobierno a salir en defensa de uno u otro con m¨¢s frecuencia de la que los mismos ministros consultados consideran razonable. "El presidente va echando manos a uno y otro lado a unos ministros que aparecen averiados, cuando ¨¦l deb¨ªa estar por encima de esos asuntos".

Estos, sin embargo, recuerdan que la situaci¨®n se produce en parte porque el presidente no acaba con ella, es decir porque no les cambia o les confirma, lo que tampoco entienden al considerar que cualquier decisi¨®n que tome ser¨¢ acatada sin fisuras.