Fiebre en el Magreb
Manifestaciones de masas en T¨²nez, en Argelia, en Marruecos. Banderas norteamericanas, francesas, israel¨ªes, quemadas. Esl¨®ganes proiraqu¨ªes. Es m¨¢s que un acceso de fiebre: es el principio de una ruptura psicol¨®gica y pol¨ªtica. No es precisamente la mejor manera de transformar el mare nostrum en mater nostra. Es evidente que las canciller¨ªas occidentales no hab¨ªan previsto que la guerra del Golfo producir¨ªa tal rebrote.En el seno de la Uni¨®n del Magreb ?rabe (UMA) las situaciones son, cuando menos, parad¨®jicas. Primera paradoja: el coronel Gaddafi, siempre dispuesto a abrazar las causas nacionalistas y a denunciar el "imperialismo norteamericano", ha dado muestras hasta el momento de una considerable moderaci¨®n. Hay varias razones para ello. En primer lugar, el r¨¦gimen libio no ha tenido nunca simpat¨ªa por el de Sadam Husein. Adem¨¢s, tras la derrota infligida a sus tropas por las fuerzas de Chad en 1987 y el bombardeo de su residencia en Tr¨ªpoli por aviones norteamericanos, el ardiente coronel baj¨® la cabeza.
No olvid¨® tampoco que su hostilidad contra Francia y contra Estados Unidos y la mala relaci¨®n con sus vecinos tuvo un efecto de bumer¨¢n: fue privado en 1983 de la codiciada presidencia de la Organizaci¨®n para la Unidad Africana (OUA). Como la presidencia de la UMA vuelve a Libia en el curso del primer semestre de 1991, el gu¨ªa de la Yamahirla no ha querido que se le escapara como la de la OUA.
La posici¨®n de Mauritania era, sin embargo, previsible pues se ha beneficiado de la ayuda econ¨®mica y financiera de Bagdad desde hace varios ha acompa?ado al movimiento popular evitando descolgarse de sus aliados occidentales. En medios diplom¨¢ticos ¨¢rabes se dice que, en Arabia Saud¨ª, habr¨ªa habido choques entre los contingentes saud¨ªes y norteamericanos y las tropas marroqu¨ªes en primera l¨ªnea de fuego; Hassan II habr¨ªa sugerido, entonces, que se las desplegara alrededor de La Meca. Es dif¨ªcil de verificar, pero incluso si se tratara de un rumor ser¨ªa revelador de cierto estado de ¨¢nimo.
El presidente Ben Al¨ª, prooccidental tambi¨¦n por tradici¨®n y por necesidad, se ha alineado del lado de Irak. Dos razones al menos para -esa evoluci¨®n: el traslado en condiciones jur¨ªdicamente discutibles de la sede de la Liga ?rabe de T¨²nez a El Cairo y la presi¨®n popular.
Con el paso de los a?os, tunecinos y marroqu¨ªes han ido acumulando rencor respecto a los eilres del Golfo. Ciertamente, unos y otros han invertido en el Magreb, pero lo han hecho sobre todo en la hosteler¨ªa y en las inmobiliarias, y m¨¢s para su placer que por solidaridad isl¨¢mica. Tunecinos y marroqu¨ªes no apreciaban nada el comportamiento arrogante e inmoral de los turistas del Golfo, que ven¨ªan a comprar a sus mujeres y a sus hijas para algunas noches... Las vendettas de honor fueron, numerosas, aunque la prensa local evit¨® generalmente hablar de ello.
En cuanto a los argelinos, no han olvidado que durante la guerra de liberaci¨®n, la Rep¨²blica de Irak les ayudo m¨¢s, financiera y militarmente, que las petromonarqu¨ªas del Golfo. Desde la ¨¦poca de Burnedian las han acusado siempre de ser aliados serviles de Washington y de colocar sus fabulosas fortunas en Occidente antes que en casa de sus hermanos ¨¢rabes. No les han perdonado haber hecho bajar el precio del petr¨®leo para estrangular a Irak -que los hab¨ªa salvado de la hegemon¨ªa iran¨ª-, hecho que afect¨® tambi¨¦n a Argella. La bajada de los ingresos argelinos a partir de 1986 es, en muchos sentidos, el origen de ¨¦xitos del Frente Isl¨¢mico (le Salvaci¨®n (FIS) frente al poder de] Frente Nacional de Liberaci¨®n.
Tambi¨¦n es parad¨®j:ico el giro espectacular de los movimientos islamistas magreb¨ªes. Situ¨¢ndose ideol¨®gicamente en la dep'endencia del wahabismo saud¨ª, estaban -aunque lo desmientan- soste-
n*dos f ieramente po
i inanc r Riad.
Bien implantados en el pueblo,
,sintieron r¨¢pidamente de d¨®nde
soplaba el viento. Para, no rom
perse por la base, tomaron parti
do por Irak.
1 Su evoluci¨®n comenz¨® con el env¨ªo de las tropas norteamericanas a Arabla Saud¨ª. Sus dirigentes pidieron entonces que la gVardia de los lugares santo~ de La Meca y Medina fueran c¨¢nfiados a un consejo de ulemas y no a la dinast¨ªa reinante. ?Era una reivindicaci¨®n de Jomeini, que ven¨ªa- a impugnar la legitimidad de los Saud! Los bombardeos masivos de Irak a part¨ªr del 17 de enero corripletaron su evoluci¨®n.
El jefe del FIS, Abassi Madan?, fue a Bagdad; Ben Bella y los otros dirigentes pidieron a los magreb¨ªes que no hicieraneste a?o el peregrinaje a La Meca. Un verdadero se¨ªsmo religioso.
La c¨®lera que sintieron contra Estados Unidos se ha vuelto contra Francia primero, y contra Europa despu¨¦s. Los magreb¨ªes no han olvidado a De Gaulle: ¨¦l hizo duramente la guerra a los argelinos desde 1958 a 1962, pero los trat¨® siempre con respeto, y en 1967 volvi¨® a recordar los derechos de los ¨¢rabes y de los palestinos.
?No escribi¨® a Ben Gurion: "Yo he dicho siempre -y antes que a nadie a usted- que se impon¨ªa una estricta moderaci¨®n en la relaci¨®n de Israel con sus vecinos y en sus ambiciones territoriales. Sobre todo porque las tierras inicialmente reconocidas a su Estado por las potencias son consideradas por los ¨¢rabes como un bien propio, porque son valientes y respetables, porque Francia siente hacia ellos una amistad antigua y natural y porque tambi¨¦n merecen desarrollarse a despecho de todos los obst¨¢culos que les impone la naturaleza, de los graves y humillantes retrasos' que han sufrido desde hace siglos a causa de sus sucesivos ocupantes y, en fin, de su propia dispersi¨®n"?
Lo esencial ha sido dicho en estas l¨ªneas. ?Qu¨¦ hacer, pues, ante las reacciones del Magreb? No hay que olvidar que, para lo bueno y para lo malo, los destinos de Europa y el Magreb son inseparables. Hay que pensar en la posguerra sabiendo que la paz en el Mediterr¨¢neo pasa por una soluci¨®n equitativa de la cuesti¨®n palestina y por una verdadera cooperaci¨®n Norte-Sur.
Paul Balta es director del Centro de Estudios Contempor¨¢neos de Oriente en la Universidad de la Sorbona.
Traducci¨®n: Mar¨ªa Teresa Vallejo.
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